Nuevamente, hacemos un breve alto -y esta vez, por fuerza mayor-, al coincidir este fin de semana, con las tradicionales celebraciones promovidas desde 1995 por la UNESCO en torno a conmemorar cada 23 de abril el Día Internacional del Libro y del Derecho de Autor.
Este año la literatura y sus líneas afines, las bibliotecas, las industrias editoriales y de propiedad intelectual, conmemoran varios acontecimientos de importancia. Se recuerdan de manera especial estos eventos en abril, que se ha convertido en el mes del libro, por las distintas celebraciones que se realizan. Al ya tradicional Día del Libro (23 de abril) se agregan el Día del Libro Infantil, 2 de abril, natalicio de Gabriela Mistral, 7 de abril, etc.
El año pasado se efectuaron tanto en nuestro país como especialmente, en Magallanes, diversos homenajes al cumplirse un siglo de la primera edición de “Desolación”, la ópera prima de Gabriela Mistral. Recordemos que la impresión del clásico libro de nuestra Premio Nobel lo realizó el Instituto de las Españas, organismo afiliado a la Universidad de Columbia, en Nueva York, Estados Unidos, en octubre de 1922.
A su vez, recordemos que fue la editorial Nascimento la que efectuó la primera impresión en Chile de “Desolación”. Eso ocurrió en 1923, precisamente hace cien años. El éxito de ventas que tuvo el libro, motivó al dueño del sello editorial, -el portugués Carlos George Nascimento-, a editar libros de escritores chilenos. Así fueron conocidos entre el público lector, los “Veinte poemas de amor y una canción desesperada” de Pablo Neruda, “Escritura de Raimundo Contreras” de Pablo de Rokha”; “Montaña adentro” de Marta Brunet, o “La última niebla” de María Luisa Bombal, dentro de un catálogo total que incluyó alrededor de 6.000 títulos, que dicha editorial publicó entre 1917 y 1985.
En Magallanes, las celebraciones por el mes del libro se han extendido durante todo abril. En Punta Arenas, miembros de la Sociedad de Escritores de Magallanes (SEM) con mucho éxito, están visitando colegios y liceos, compartiendo con alumnos (as), realizando pequeños talleres literarios. En Puerto Natales, la escritora Rina Díaz Jiménez presentó el viernes su nuevo libro “Boca dulce y serena – Gabriela Mistral a 100 años de Desolación”. Ante un lleno total de público, en el auditórium Ernesto Livacic, de la Universidad de Magallanes, (UMAG) los autores Manuel Rodríguez Uribe, Fernando Lanfranco Leverton y Marco Barticevic Sapunar presentaron su libro testimonial, “Cantata Nuestra Madre Grande”, en donde revelan pasajes de la tortura y la prisión política sufrida en distintos centros de reclusión en la región luego del golpe cívico militar de septiembre de 1973, en que, además, nos muestra los pormenores de cómo estos creadores escribieron gran parte de una obra musical referida al tema que se estrenará en septiembre próximo.
Este fin de semana, la SEM organizó un festival literario en el hall central de la Zona Austral, mientras que, el gobierno regional dispuso que en el mismo recinto, en la etapa V del Módulo Central, se efectúe un encuentro literario. En tanto, el lunes 24 en dependencias de la UMAG el antropólogo Yanko González Cangas compartirá con los asistentes, su obra de investigación “Los más ordenaditos: fascismo y juventud durante la dictadura de Pinochet”.
Ciertamente, nos parece muy importante resaltar fechas que conmemoren grandes acontecimientos que marcaron la obra literaria de escritores chilenos y universales; también, creemos que va en la línea correcta la decisión del Estado de hacerse cargo a través del concepto de reparación y memoria histórica, de los crímenes, vejámenes, y torturas, sufridas por miles de personas durante la dictadura cívico militar (1973-1990), pero, al mismo tiempo, nos parece absolutamente imprescindible que estos avances culturales, por contradictorio que parezca, no contribuyan –sin proponérselo claro está-, a dejar en el abandono, en el olvido, las efemérides que recuerdan a nuestros creadores regionales. Sólo por mencionar el ámbito de la literatura, hace unos días nomás, se completaron seis años de la partida del más importante comentarista de libros que tuvo Magallanes, el poeta y profesor primario Marino Muñoz Lagos. Nadie recordó la significación de este evento, más aún, si tomamos en cuenta que estamos a sólo dos años de celebrar el centenario de su nacimiento (1925).
Es lo que percibimos que ocurre actualmente con el poeta, narrador, miembro de la Academia Chilena de la Lengua, Silvestre Fugellie Mulcahy (1923-2018). A casi cinco años de su fallecimiento, y, a unos cuantos meses de cumplirse un siglo de su llegada a este mundo, la figura bonachona, su bonhomía, desprovista del ego y la soberbia a veces desmedida de los literatos (as) diferenció a Fugellie de muchos escritores. Autor de libros como los poemarios “Solana del viento” (1967), “Imágenes íntimas” (1974); “Sinfonía en alba mayor” (1976), “Los muros del silencio”, (1984), “Las noches del viento”, (1995); de los tomos de cuentos, “Faunaficción”, (1980), “El silencio del indio”, (1999) y de los textos de evocación, “Las cuitas de Booz”, (1994); “50 años de comunidad petrolera” (1995), “A un siglo del agua”, (1996); “Las penas de Booz”, (1998), “Pioneros de la Patagonia”, (2001), “Magallanes en la edad de oro” (2006).
Por espacio de cuatro décadas, colaboró escribiendo semblanzas sobre episodios del antiguo Magallanes, o comentando libros de jóvenes escritores que se iniciaban en el bello oficio y ejercicio de la literatura en el Diario “La Prensa Austral”.
Estamos a tiempo de enmendar los errores o de mejorar lo que se está proponiendo desde la institucionalidad cultural. Silvestre Fugellie, entre otros autores nuestros, lo merece con creces.