Todo se dio muy rápido. Poco más de 11 días después de que Elon Musk propusiera pagar US$ 54,20 por acción de Twitter, el directorio de la compañía aprobó la transacción, en un giro inesperado que se concretó el lunes.
Twitter inicialmente parecía oponerse a la idea: adoptó una píldora venenosa, una defensa contra una oferta no solicitada como la de Musk, pero se entusiasmó el fin de semana pasado después de que Musk presentara su propuesta de financiación para comprarla. ¿Cómo? Con mucha deuda —alrededor de US$ 25.000 millones—, algo de capital —aproximadamente US$ 21.000 millones—, todo envuelto en acciones de Musk en Tesla —tiene muchas, valoradas en alrededor de US$ 230.000 millones—.
El precio de US$ 44.000 millones que Musk pagará por Twitter representa una prima del 38% sobre el valor de las acciones al momento en que el milmillonario anunció que había comprado una participación en la empresa.
Así que eso es todo ¿Ganó Elon? Aún no, pero Musk está definitivamente cerca de obtener lo que dice que quiere.
El acuerdo entre la junta directiva de Twitter y Musk no parece incluir un go-shop period que le permita a Twitter encontrar mejores ofertas por la empresa. El tiempo de duración de estos períodos varía según el acuerdo entre comprador y vendedor, pero por lo general duran entre un mes a seis semanas.
Una disposición de este tipo es favorable para los inversionistas pues la junta directiva debe hacer todo lo posible por encontrar una mejor oferta por la empresa. Pero las leyes de Delaware (EE.UU.), donde Twitter está incorporada, no requiere estos go-shop periods, por lo cual no es raro que Twitter no lo haya incluido en el acuerdo —la falta de una disposición de este tipo, por lo general, podría generar sospechas en Wall Street—.
La ausencia de un go-shop period, por otro lado, contribuye a la sensación de que incluso con la ayuda de JPMorgan y Goldman Sachs, Twitter había despertado poco interés entre potenciales compradores cuando buscaba mejores ofertas tratando de evitar a Musk.
Ahora Musk debe hacer una oferta pública de US$ 54,20 por acción para aumentar su participación accionaria en Twitter al menos al 50% o más. Una oferta pública de adquisición es la manera en la que Musk pide formalmente a los accionistas que le vendan sus acciones.
El millmillonario posee el 9,2% de las acciones de Twitter, o unas 73,5 millones de acciones. Para superar el 50% necesita otros 319,5 millones de acciones, que le costarán US$ 17.200 millones. Pan comido. Tiene a su disposición US$ 46.000 millones en financiamiento.
Mientras la junta directiva de Twitter deliberaba el fin de semana pasado, Musk supuestamente estaba al teléfono cortejando a los grandes accionistas de la empresa.
A partir de ahí, no hay mayor ciencia: Musk o algunos miembros de su equipo, sin duda, han hecho los cálculos y saben que Musk puede pasar al control mayoritario. Existe la posibilidad, bastante improbable, de una revuelta repentina de accionistas que le impida adquirir el 50% de las acciones. Pero la junta dio su sello de aprobación y el acuerdo recibió el visto bueno de muchos de los analistas que siguen a Twitter.PUBLICIDAD
La oferta pública permanecerá abierta durante 20 días hábiles. “Y luego, cualquier accionista que no haya aceptado su oferta será compensado por la compañía”, dice Brian Quinn, profesor de derecho corporativo en Boston College. “La compañía le entrega un cheque de US$ 54,20 por cada acción que aún posea”.
Salvo algún acto divino, muy poco. No parece probable que los reguladores estadounidenses se opongan por preocupaciones antimonopolio, ya que Twitter no se está fusionando con Snap o alguna empresa por el estilo.
Lo que no podemos pronosticar es algún acto imprevisto de Elon. En todo lo relacionado con Musk existe una pequeña posibilidad de algo inesperado. En un momento está en Twitter haciendo bromas sobre penes que involucran a Bill Gates y al siguiente está comprando Twitter después de haber obtenido la aprobación de una junta de 11 directores altamente educados y bien remunerados, entre ellos el cofundador de la empresa y (dos veces) director ejecutivo, Jack Dorsey.
La junta espera que el acuerdo se cierre este año. Por ahora, el CEO Parag Agrawal se quedará para seguir el proceso. Después de eso, a nadie le sorprenderá si deja la compañía, menos de un año después de haber asumido el mando tras la salida de Dorsey.
Musk no ha sido tímido al críticar a Agrawal y al estado actual de Twitter. Si quiere despedirlo, Agrawal recibirá automáticamente una indemnización de US$ 38,7 millones, aunque probablemente no llegue a eso. En términos más generales, la compañía supuestamente les dijo a los empleados el lunes que no habrá despidos “en este momento”.
Pronto veremos si el ejecutivo de la nave espacial puede empujar a Twitter al límite, o si realmente quiere hacerlo. La compañía se había vuelto más ambiciosa en los últimos años después de un problema que tuvo con otro inversionista inicialmente no deseado. Pero Wall Street dudaba cada vez más sobre si Twitter podría alcanzar los elevados objetivos que Dorsey ayudó a establecer antes de irse.PUBLICIDAD
Eso incluye un crecimiento de los ingresos de 50% desde 2021 hasta los US$ 7.500 millones en 2023, una audaz proyección que no se verá favorecida por:
Musk ha dicho que le gustaría que la plataforma adopte mejor los principios de la libertad de expresión, reduzca los anuncios, abra su algoritmo, agregue una herramienta de edición, aumente la verificación de usuarios y reduzca los bots de spam.
También en un momento utilizó una entrevista de TED Talk para sugerir que realmente no le importaba en absoluto la parte comercial de Twitter.
Por supuesto, está toda la otra parte de la red social, su caché cultural que durante 16 años ha hecho de Twitter un atractivo para presidentes y celebridades por igual, y un punto doloroso incurable para una celebridad convertida en presidente.
Ese caché cultural siempre ha opacado a la parte comercial de Twitter y es una invitación irresistible para alguien como Musk, quien debe creer que puede arreglar lo que Ev Williams, Dick Costolo y Jack Dorsey no pudieron porque, tal vez, arreglar a Twitter no debe ser más difícil que enviar hombres al espacio de manera semirregular.