Pocos olvidarán la imagen de la doctora Paula Daza, exsubsecretaria de Salud, caminando abrumada hacia el señorial palacio presidencial de Cerro Castillo, luego que se anunciara su incorporación al comando de campaña del candidato de la ultraderecha.
Flanqueada por el ministro Paris y el subsecretario Dougnac, en medio de la sempiterna niebla matinal de la costa central, dejaba atrás el cargo que la había instalado en los hogares chilenos durante estos dos años de pandemia.
Ni el mejor guionista hubiese imaginado ese escenario para hundir la figura amable y protectora de la facultativa que respondía con seguridad cada una de las preguntas incisivas que le formulaba la prensa respecto del manejo de la emergencia sanitaria.
La fotografía, que se masificó con la velocidad de un rayo a través de los portales de noticias y redes sociales, mostraba la magnitud del error que se estaba cometiendo y el peso que se colocaba sobre la colorida blusa de la pediatra.
¿Fue una decisión personal?
Difícil saber o aseverar con certeza que aceptó por propia iniciativa alejarse de la subsecretaría, para enredarse en la maraña de un personaje que no cree en la salud pública y menos en fortalecer la red que la sustenta de Arica a Magallanes.
Todo apunta a que fue puesta ahí por los alquimistas de la derecha, que una vez más decidían con las tripas y no con la cabeza. Sin duda se les apretó el estómago cuando vieron a la doctora Izkia Siches renunciar a la presidencia del Colegio Médico para asumir como jefa de campaña de Gabriel Boric.
Ante tamaño golpe a la necesidad de darle continuidad a las ideas fracasadas de Piñera, debían intentar empatar, y no se les ocurrió nada mejor que sacrificar a la única autoridad que casi logró en estos cuatro años de desgobierno la transversalidad.
Su capital político fue ofrendado para intentar salvar al candidato del pinochetismo, quien durante estos meses se ha situado en las antípodas del perfil dialogante, inclusivo y cercano de Paula Daza.
Haber intentado no dejar del todo su cargo en la subsecretaría, recurriendo a la cuestionada fórmula del “permiso sin goce de sueldo”, es la evidencia de la escasa convicción que tenía al momento de ser nombrada generalísima de la aventura presidencial de otro.
El salto al vacío había comenzado y la dramática fotografía periodística inmortalizaba el drástico momento.
Transcurrido un poco más de una semana, renunció definitivamente a la repartición estatal para abocarse a la tarea de intentar traspasar algo de su popularidad al aspirante a dirigir Chile.
Alejada de su zona de confort y experiencia, Daza no logra entrar de lleno a la política coyuntural y vuelve -una y otra vez- a los tópicos de la pandemia, como se refleja en los mensajes publicados en su cuenta de Twitter.
“Hoy nos enteramos del primer caso con variante #Ómicron gracias a la vigilancia epidemiológica que cuenta nuestro país. Es muy importante mantener las medidas de autocuidado, testearse e ir a vacunarse contra el #COVID19. La pandemia no ha terminado y debemos seguir cuidándonos”, posteó hace algunas horas.
Las artes de la diplomacia, que la doctora Paula Daza lleva en la sangre y que indudablemente practica, parecen ser insuficientes para levantar una campaña que declina y amenaza con arrastrarla al fondo de la intrascendencia pública.