Siempre es bueno recordar cuando se hacen promesas para ver si en realidad aquellos compromisos se cumplieron o no.
Cuando Luz Bermúdez era delegada presidencial, y la situación de Nova Austral era más que compleja, nos decía en un programa regional de televisión que se estaba trabajando en nuevos proyectos productivos en Tierra del Fuego con miras al cierre de la pesquera, y que dichos proyectos se darían a conocer «en los próximos meses».
La misma diputada frenteamplista, Javiera Morales, días después nos confirmaba en el mismo matinal que estaban trabajando en proyectos y que «aún no se puede adelantar nada».
Al final de cuentas, ambas declaraciones estaban seguramente coordinadas para tratar de bajarle el perfil a un escenario que desde el Ejecutivo y sus representantes jamás han sido capaces de poder manejar ni estratégica ni comunicacionalmente.
Muchos apuntan a que hay una cosa más perjudicial que un político que olvida sus promesas, y es uno o una que trata de cumplirlas, pero que finalmente no puede o no quiere. Son tantas las ofertas electorales que llegan estos días, y tan evidente el oportunismo de muchas de ellas, que llego a pensar que la propia Kathy Barriga se pasea por las cuentas de redes sociales que se intentan viralizar a nivel local…
¿O el material y el formato es muy parecido? Bueno, cosas mías…
El incumplimiento de la promesa en política es directamente proporcional a la falta de memoria y conciencia crítica de una sociedad. Pero para hablar de aquello tenemos indiscutiblemente que profundizar y no solamente hablar por hablar. El que una autoridad como una delegada, y una parlamentaria, hayan dicho que se estaba haciendo algo que al parecer nunca se hizo, es tremendamente grave y preocupante. Pero también es una respuesta a quienes dudan de promesas y reelecciones.
Hace alguno días estuvo en Punta Arenas el Comité de Ministros, que puntualmente vino a profundizar en todos los ámbitos respecto del hidrógeno verde. Salvo algunos otros temas que pocos reporteros consultaron en esos desordenados y poco dignos puntos de prensa, la estrategia fue solo hablar del hidrógeno. No ahondar en otros temas que realmente son los que preocupan a nivel regional.
Hay más interés por parte de las autoridades en hablar sobre lo que podría pasar en diez años más que de lo que está pasando hoy en día. Es bueno proyectarse, entregar esperanzas productivas, y visiones a largo plazo, pero primero se deben entregar certezas para el presente y el mediano plazo. O no lo quieren entender o lo quieren hacer.
Del contacto con los medios de comunicación local ni hablar. La vergonzosa forma de evitar a toda costa llevar a ministros y subsecretarios a entrevistas en algunos medios regionales es tan evidente que da a hasta un poco de tristeza. Pero tristeza por el bajo nivel que se ha ido implantando, y los encargados de comunicación y sus respectivos seremis han ido aceptando. Es lo que hay, para que después no hayan quejas.
Si llegamos al punto de que es preferible ignorar lo malo, e intentar meter a la fuerza lo que se piensa es bueno, no llegaremos a ninguna parte como territorio, ni como sociedad. Los únicos que ganarán, como siempre, son los que están en esa clase política que le tiene miedo a la prensa y al enfrentar verdades con más verdades.
Que los políticos y políticas se tomen en serio sus compromisos depende de su honestidad, pero más aún de que se enfrenten a una ciudadanía exigente, sin evitar entrevistas ni ser cuestionados por los medios. Sin llamar para pedir explicaciones sobre algún comentario, ni pretender cancelar a quienes dicen lo que no les gusta. Al fin de cuentas, la política sin decirnos las cosas a la cara, es simplemente amiguismo o conveniencia.