Apuntes sobre Educación Pública en Magallanes. Parte 1. [Por Víctor Hernández Godoy]

5 de marzo de 2023

Comienza el mes de marzo y de inmediato escuchamos las quejas de la gente. Que el permiso de circulación. Que hay que pagar el IVA. Que las compras del uniforme y de los útiles escolares. Pareciera que la llegada de marzo trastocara todo lo que hacemos,  fundamentalmente, porque marzo indica la estación del año en que los estudiantes vuelven a clases. Para muchos ciudadanos, aquel detalle significa que empieza el año de verdad.

No es un secreto para nadie que la historia de Magallanes está vinculada al desarrollo de la educación o instrucción pública, como se le conoció durante décadas. Para empezar, aprendemos en el libro “Monografía de Magallanes” del sacerdote salesiano Lorenzo Massa, que el padre Domingo Pasolini fue el primer maestro que tuvo la colonia, como se interpreta de las indicaciones que se encuentran en los documentos que el intendente de Chiloé Domingo Espiñeira, entregó al sargento Pedro Silva para que éste inicie en el verano de 1844 su primera gubernatura en el Fuerte Bulnes:

“Por medio del buen trato y del agasajo políticamente distribuidos el Gobernador de Magallanes procure atraer a la Colonia chilena tres o cuatro jovencitos, de los naturales del Estrecho, a fin de que sean catequizados e instruidos en nuestra santa Religión e idioma, y que sirvan más tarde de lenguaraces”. Espiñeira menciona a continuación, al hombre que tendrá esa responsabilidad:

“Este cuidado se lo ha hecho presente la Intendencia al entusiasta misionero Fray Domingo Pasolini y espera que en este servicio se distinguirá como en otros que ya ha prestado al país”.

Revisando las publicaciones del archivo franciscano hallamos el volumen 45 escrito en 1996 por el entonces provincial de la orden seráfica, Rigoberto Iturriaga Carrasco, quien nos asegura que una vez producido el traslado de la colonia desde el Fuerte Bulnes, el primer maestro de letras que tuvo Punta Arenas fue el padre franciscano Andrés Mariani, que falleció víctima de la tuberculosis en el invierno de 1851.

Por la lectura de libros, cartas y documentos de la época, sabemos que el nivel de la instrucción pública durante el período en que Magallanes fue colonia penal, (1844-1878), no sólo fue incipiente, sino que, dejó mucho que desear. Al respecto, el gobernador Jorge Schythe elevó el 8 de octubre de 1853, un informe a Santiago en que detallaba la situación global de la aldea de Punta Arenas. En cuanto a la educación anotaba:

“El 1° de este mes se abrió la escuela con 24 niños de 7 años para arriba. Los ramos de enseñanza son por ahora, catecismo, lectura, escritura, ortografía i aritmética. El Capellán de la Colonia enseña los dogmas de la religión. Los demás ramos me he visto precisado a tomarlos a mi cargo”.

El 31 de marzo de 1854, Schythe redactó otra misiva al gobierno de Santiago en que expresa su preocupación por la carencia en la colonia de un sacerdote que pudiera enseñar los conceptos elementales de instrucción toda vez, que el capellán Pedro Antonio Díaz le confesara no estar preparado para hacerlo. Escribe:

“La escuela se cerrará a no ser que el Supremo Gobierno se digne nombrar para capellán del establecimiento a una persona que sea capaz de desempeñar la instrucción primaria de esta juventud, que por falta de buenos ejemplos i trato con el mundo civilizado, crece en un estado que no se aparta mucho de un embrutecimiento completo”.

En la misma carta nos entrega algunos interesantes antecedentes sobre asistencia a clases, lo que revela el precario programa educativo de aquel momento:

“De 9 a 12 del día, se han enseñado a 22 niños de 8 a 16 años, catecismo, lectura, aritmética, ortografía i escritura. La asistencia diaria ha sido casi sin interrupción”. Después nombra algunos títulos de libros, que presumiblemente deben contarse entre los primeros llegados al estrecho de Magallanes:

“Los libros de que se han servido para el aprendizaje son: Método de lectura gradual, La Conciencia de un niño, Vida de Jesucristo i el Por qué o la física puesta al alcance de todos”. 

Todo parece indicar, que la pequeña aula o continuó en funciones o fue reabierta prontamente, como se desprende de otra comunicación emitida por Jorge Schythe a las autoridades nacionales y que Robustiano Vera sintetiza en su obra “La colonia de Magallanes i Tierra del Fuego” (1897), en cuyas páginas 132 y 133 leemos:

“La escuela tenía en ese entonces siete niños. El 17 de Setiembre de 1855 la visitó i recompensó, a los cuatro alumnos más adelantados en lectura, con un sombrero de petate a cada uno i a los tres restantes que ya sabían leer les regaló un ejemplar del libro Antonio i Mauricio, con el fin de inspirarles gusto por la lectura en sus casas”.

En relación a los años siguientes, se dispone de poca información como para precisar qué ocurrió con aquella primera escuela y con sus alumnos. En el censo levantado por el gobernador, el 1° de enero de 1862, se contabiliza a 41 niños y 31 niñas en edad de recibir enseñanza elemental.

En reiteradas ocasiones, Schythe fue denunciado en Santiago por sus propios colaboradores, debido, a los malos tratos que solía dar a la población. Los documentos revisados dan cuenta de los muchos problemas que tuvo con los capellanes franciscanos que el Colegio del Nombre de Jesús de Castro, proveía a Magallanes para asistir espiritualmente, a los habitantes. El 21 de febrero de 1865 fue separado para siempre de sus funciones.

Después de un intervalo de un año y ocho meses, asumió la Gobernación de Magallanes, Damián Riobó, que intentó sin éxito cambiar la fisonomía de la colonia. A fines de 1866 describió el estado general del territorio, reconociendo haber abierto la escuela “para dar alguna educación a los niños, ocupando en la enseñanza al Capellán, al escribiente de la Gobernación i a un joven de los colonos voluntarios, sin gravar con estos servicios al Erario Nacional”.

Su administración fue breve. Pronto arreciaron las dificultades.

Escrito por: Víctor Hernández Godoy, historiador, escritor, columnista.