La política semeja esas profesiones que parecen destinadas a ser sustituidas por una IA. El cansancio de la población se refleja en las encuestas que miden la temperatura social y en la notoria cantidad de votos nulos y en blanco que entregan las estadísticas.
Según el Cadem, la desaprobación al presidente Gabriel Boric alcanza el 65%. El caso Monsalve no lo ayudó en este sentido, claro. Un número importante para quien en 2021 ganó con casi el 56% de los votos.
Según el Servel, un total de 13.124.875 personas votaron en la última jornada electoral que definió gobernadores, alcaldes, consejeros y concejales. Representa un 84,95% de participación. A nivel nacional, se registraron 1.350.343 votos nulos y cerca de 1 millón de blancos en la elección de gobernadores. En la de alcaldes: 899.902 sufragios nulos y 505.098 de blancos. Consejeros regionales: 1.906.006 votos nulos y 1.466.677 votos en blanco. Concejales: 1.689.440 nulos y 1.117.220 en blanco.
En Natales hubo cerca de 1700 votos sumando nulos y en blanco para alcalde. Aun así ocurrió un fenómeno acaso inesperado, el triunfo arrasador de Ana Mayorga acercándose a los 10.000 votos y muy por encima de los demás candidatos.
¿Qué pasó? ¿Alguien podía adivinar que esto iba a ocurrir? Que Mayorga, con una larga trayectoria y 3000 votos obtenidos en 2021, cuando perdió contra Oyarzo (sacó 5000), ganara estaba dentro de las posibilidades, pero el margen dejó a no pocos sorprendidos. Este cronista jamás “lo vio”.
Mayorga triunfó con la impronta de su nombre y en este sentido es irreprochable. Se presentó como candidata independiente, como tal recibió escasos apoyos sectoriales. Se mantuvo en sus “13” para desarrollar una campaña que no se diferenció demasiado de lo hecho cuando perdió con Oyarzo quedando entonces 2000 votos abajo.
Es más, durante 3 años, la ahora nueva alcaldesa se perdió en las sombras de la política, un hecho que resaltó la letra de uno de sus primeros jingles de campaña. Su conducta terminó siendo felicitada por la población.
Es cierto que en 2021 Oyarzo tenía viento de cola: Boric y su llamado nacional al cambio que involucró a millones de jóvenes. Y Mayorga viento en contra: las denuncias contra el ex alcaldade Fernando Paredes con quien había sido cercana.
Los análisis locales indicaron que el vecino le pasó la factura a Mayorga por los problemas de final de mandato de Paredes. Podría ser. La figura de Boric y las banderas que levantó Oyarzo en ese escenario también tuvieron su influencia. Oyarzo leyó bien los apetitos del medioambiente local.
Oyarzo no prometió nada en particular salvo impulsar una “Alcaldía Ciudadana” cuya intención se deshilchó en el camino. Nunca dijo que su administración sería desarrollista. No lo fue. Enfrentó el déficit heredado y provocó otro, según denunciaron algunos de los concejales.
En la última elección Mayorga apeló a lo que mejor sabe, su vínculo con los vecinos. Resolver, escuchar, gestionar. Su experiencia anterior sin duda le enseñó que sumarse a un partido no tenía sentido en términos de ventaja competitiva.
Quizás el problema de su estrategia sea que “la gente” (más de 63% del pueblo votante) la votó a “ella” y no a una línea política o a un plan estructural. No votó ideas sino a una persona en específico. Votó a Ana. Votó a Anita. Como si la política no tuviera parte en esta fiesta.
Todas las apuestas y expectativas han quedado ubicadas sobre los hombros de esta tradicional política que fue parte de la derecha, pero que ahora se muestra en las fotografías junto a actores políticos de centro y también de la izquierda. El éxito de su administración entonces quedará supeditado a su propia capacidad de maniobra puesto que Mayorga si prometió y mucho.
Aunque su discursó dejó entender que quiere el bien de todos y no de unos pocos. Mayorga aspira al crecimiento económico.
Algunos dirán que se trata del fin de los partidos. Puede que esto vaya más allá. El colosal triunfo de Mayorga tal vez se relacione de un modo profundo con el voto castigo, con el voto nulo, con el voto en blanco, con el votante decepcionado. Chato de la política.
Su victoria señala un camino. Este es el momento de los personalismos (renovados, recargados, porque hemos conocido otros en otras épocas) por sobre las doctrinas. Bienvenidos a la era del yo por encima de las organizaciones. Quién sabe si no estamos hablando del fin de la política tal como la conocimos.