Todavía no está claro qué papel jugará Chile en el escenario mundial de las energías verdes y en la producción masiva de materiales claves para la industria actual como el litio.
Las expectativas nacionales son muchas y siempre acompañadas por un subtexto del que se sirve una parte de la clase política para soslayar industrias que vienen siendo el músculo de la economía local.
Industrias que en definitiva no son de su paladar.
Minería y salmonicultura, por ejemplo, dos rubros que generan más de USD 60 mil en exportaciones.
Sólo en Magallanes la salmonicultura representa unos USD 650 millones en exportaciones a todo el mundo.
Tomando estos datos como referencia todavía resulta extraño que Chile no apueste por crecer en rubros como el salmonicultor que a pesar del complejo entramado burocrático y político que lo frena, ha logrado posicionarse a nivel internacional por detrás de Noruega.
La militancia ha llegado a imaginar un mundo y un Chile muy próximos que no dependerán del carbón, de los transgénicos, de los combustibles fósiles ni de la energía nuclear, porque las nuevas tecnologías permitirán extraer recursos de objetos y sustancias varias.
Otra alternativa que se ha esgrimido desde las poderosas ONGs que imponen agenda energética a países enteros, es convertir Chile en un gran parque nacional, pero retrocediendo en materia de civilización y desarrollo a siglos atrás. Para ellos resulta un tema menor.
Sin embargo, la magia no aplica a la vida real. Y el menosprecio al esfuerzo tecnológico de extraer petróleo o gas de formas no convencionales o producir semillas resistentes a plagas, o cultivar el mar, deberían entenderse como un emergente de la inteligencia humana y no como parte de un relato siniestro devenido de un guión cinematográfico.
«Con frecuencia se identifica a Chile como uno de los principales beneficiarios de los esfuerzos globales para poner las economías sobre una base más ecológica, pero dudamos que el país obtenga todos los beneficios de esta tendencia», indica el
documento.
“Es probable que Chile tenga dificultades para aumentar sustancialmente la producción de cobre y litio y, lo que es más importante, dudamos que ascienda en la cadena de valor de la tecnología verde», sigue el reporte.
“El potencial de Chile para ser uno de los principales beneficiarios de la transición verde es inmenso (pero) podría decirse que el problema más importante está relacionado con el papel de Chile en el suministro de minerales críticos», continúa.
«Pero el sector minero de Chile ha tenido problemas en los últimos años y dudamos que pueda aumentar sustancialmente la producción de cobre y litio . El deterioro del entorno empresarial minero de Chile en medio de mayores regalías y un proceso de permisos complejo y largo, así como, en el caso del litio, una legislación restrictiva impedirán que las empresas realicen las inversiones necesarias para aumentar la producción», indica.
“El crecimiento anual de la producción de cobre y litio de Chile sea modesto, aproximadamente 1,3% y 4% interanual, respectivamente, en promedio desde ahora hasta 2030″, agrega.
«Lo que es una mejor noticia para la economía de Chile es que nuestras previsiones de precios aún implican que los ingresos por exportaciones en dólares aumentará en una media de alrededor del 4% anual durante el mismo horizonte temporal», subraya.
“Si bien los mayores ingresos por exportaciones se traducirán, en parte, en un mayor crecimiento del PIB, el grado en que la transición verde impulse un crecimiento más rápido de la productividad y, por lo tanto, aumente la convergencia del ingreso dependerá de si Chile logra ascender en la cadena de valor agregado, por ejemplo, produciendo baterías de litio y/o vehículos eléctricos», señala.
“Sudamos que este sea el caso, ya que otros países (como algunos de Asia) ya están bien establecidos en la producción de tecnologías verdes, y Chile carece de habilidades humanas y tecnológicas para competir seriamente con ellos», explica el informe.
«En general, aunque Chile podría estar en condiciones de producir algunos insumos en los próximos años, creemos que el papel del país en la cadena de valor de la tecnología verde seguirá siendo el de un proveedor de materias primas en lugar de un productor de productos de alta gama», analiza.
Y concluye sobre la factibilidad cierta de que “la economía de Chile crezca en un promedio de 2,5-2,8% durante el resto de la década. Esto implica que Chile superará a la mayoría de las demás economías de la región, pero el crecimiento será más débil que en la mayoría de los mercados emergentes de Asia».
Por su lado, el ministro de Hacienda, Mario Marcel, aseguró que se mantiene como válida la expectativa de crecimiento chilena del 2,5% para el 2024.
Durante el 2023 las exportaciones nacionales llegaron a los US$ 94.408 millones. La salmonicultura ocupó el segundo puesto detrás del cobre y por encima del litio con alrededor de USD 6500 millones.