Hace exactamente un lustro nos dejaba uno de los más grandes poetas y cronistas de nuestra literatura. En plena Semana Santa de 2017, a los noventa y un años, fallecía en el Hospital Clínico de Punta Arenas, Marino Muñoz Lagos.
Nacido en Mulchén el 19 de julio de 1925, se le recordaba como un profesor normalista titulado en la desaparecida Escuela Normal Rural Experimental de Victoria. Tenía veintidós años cuando se produjo su llegada al austro, en el verano de 1948, en medio de la persecución contra militantes del Partido Comunista decretada durante el gobierno de Gabriel González Videla, en el marco de la “Ley de la Defensa Permanente de la Democracia”.
A excepción del período 1952 a 1955 en que se radicó transitoriamente en Antofagasta, donde desarrolló también una ímproba labor de actividad literaria y de difusión cultural, en Magallanes se incorporó a trabajar como profesor en las escuelas Hogar de Agua, Barrio Sur y Superior de Hombres Nº1 y de comentarista de libros y crítico literario en el diario “La Prensa Austral”, donde se desempeñó por espacio de casi siete décadas. Su quehacer periodístico fue impresionante. Si consideramos que Muñoz Lagos realizó una producción promedio de dos artículos semanales en un período de setenta años, podemos deducir que su obra en aquel medio de comunicación, supera fácilmente los siete mil escritos.
En el periodismo regional sobresalió entre sus contemporáneos por dar a conocer al público magallánico a los escritores que conformaron la llamada Generación del 38, entre ellos, Nicomedes Guzmán, Juan Godoy, Daniel Belmar, Nicasio Tangol, Gonzalo Drago, Óscar Castro, Andrés Sabella, Francisco Coloane y Carlos Droguett.
Muñoz Lagos revitalizó la crónica local en una época en que los críticos como José Kramarenko, (Pepe Barquillo), José María Robledano (El Caballero Andaluz) comentaban libros de autores europeos o norteamericanos y el profesor Julio Ramírez Fernández se empeñaba en dar a conocer a los grandes escritores de lengua castellana, esencialmente a los que conformaron el Siglo de Oro español.
En paralelo a su labor periodística, Marino Muñoz Lagos, se reveló como uno de los escritores más significativos de Magallanes. Su producción literaria incluyó los poemarios, “Un hombre asoma por el rocío”, (1949); “El solar inefable”, (1953); “Dos cantos”, (1955); la antología, “Chile a través de sus poetas”, (1960); los textos poéticos, “Los rostros de la lluvia”, (1970); segunda edición bilingüe en 2001; “Entre adioses y nostalgias”, (1981); “Ocho poemas meridionales”, (1982); las antologías poéticas, “Antología a ras del sueño”, (1992); “De distancias y soledades”, (1997); “La muerte sobre el trébol”, (2005); “Los asombros de otrora”, (2008); las recopilaciones periodísticas, “Crónicas del diario soñar”, (1987); “Crónicas de sur a norte”, (1992); “Crónicas de una lejanía”, (2001); y la monografía, “Gabriela Mistral en Punta Arenas”, (1994).
Marino Muñoz Lagos recibió varias distinciones que nos parece oportuno destacar: en 1958 fue galardonado con el Primer Premio de un concurso nacional de literatura auspiciado por el Sindicato de Escritores de Chile. En 1971 obtuvo el Premio Municipal de Literatura de Santiago, en el género poesía por su obra “Los rostros de la lluvia”. En 1994, la Ilustre Municipalidad de Punta Arenas, le entregó el Premio Municipal de Literatura José Grimaldi; en tanto, el 2004, fue reconocido con la medalla presidencial “Centenario de Pablo Neruda”. En 2007, el gobierno de la región de Magallanes y Antártica Chilena lo denominó Ciudadano Ilustre y en 2015, la Municipalidad de Punta Arenas lo nombró Hijo Ilustre de la ciudad.
A Marino Muñoz Lagos se le recuerda además, por su trabajo desinteresado como dirigente de los escritores magallánicos. Fue integrante del antiguo Centro de Escritores de Magallanes, que promovió la venida al austro de connotados artistas y figuras de la literatura, como Teresa Hamel, Carmen de Alonso, Isidora Aguirre, Andrés Sabella, Juvencio Valle, Nicomedes Guzmán, Reinaldo Lomboy, Rubén Azócar y Pablo de Rokha.
Junto con amigas y amigos escritores, fundó el 28 de diciembre de 1980 la filial Magallanes de la Sociedad de Escritores de Chile, de la que fue su primer presidente, en un directorio en que figuraron Osvaldo Wegmann Hansen, Eugenio Mimica Barassi, José Perich Slater, Silvestre Fugellie Mulcahy, que se extendió hasta fines de 1985 y que consiguió organizar los Encuentros Nacionales de Escritores de Magallanes en 1982 y 1984. De las conclusiones de ambos certámenes, nació el proyecto para crear un sello que imprimiera los textos de escritores regionales, -la recordada Editorial Magallánica-, que dio vida a los libros, “Nuevos poetas magallánicos”, (1983); “El cementerio de los milodones”, de Osvaldo Wegmann (1984); “La senda de la baguala”, de Enrique Wegmann (1986); y la “Historia de la Literatura de Magallanes”, de Ernesto Livacic, (1987).
Durante su administración, se ejecutó la iniciativa de propender a elaborar un suplemento literario mensual, el que aparecía en el dominical “El Magallanes”, y que alcanzó a 78 números, cubriendo desde el 6 de marzo de 1983 al 2 de julio de 1989.
Marino Muñoz Lagos estuvo casado con la destacada educadora Eulalia Agüero Pletikosic, de cuya unión nació Marino Andrés, ingeniero comercial de profesión, quien continúa la posta de su padre comentando libros en el decano.
Uno de los homenajes post mortem más emotivos se vivió a fines de 2019, cuando la Ilustre Municipalidad de Punta Arenas, inauguró un pasaje, con el nombre del querido profesor y poeta, que atraviesa de cerro a playa la Población Fitz Roy.
Por esas escalinatas empinadas solía retornar a casa cada noche, luego de compartir con sus amigos en el centro y otros barrios de la ciudad, Marino Muñoz Lagos.