La cosa podría reducirse a números.
Floyd Mayweather cobró una suma fija de USD 10 millones por la pelea contra Logan Paul. Otros USD 30 millones por los parches en sus pantalones cortos. Y otros USD 100 millones por las ganancias de los abonos televisivos.
USD 140 millones en 24 minutos de pelea.
Nada mal para un veterano de 44 años que desde 2017 no pisaba un ring.
El cotejo en sí mismo no fue algo para recordar. Logan lució tonificado, musculoso y aparentemente fuerte.
Pero no tenía cardio o resistencia. Demasiado peso debía de mover el rubio Youtuber. Algo que le pasó factura de inmediato. En el round 3 ya estaba boqueando. Sin aire. Agotado. Su mirada permanecía al frente, pero su capacidad de respuesta había fenecido en los primeros 6 minutos de pelea.
Floyd hacía su trabajo. Contó que fue al gym día por medio. Pero en definitiva mantiene los reflejos intactos.
Soportó una andanada al final del primer round y lo demás fue zurcir y cantar camino a los USD 140 millones.
Lo golpeó fuerte con un gancho al vientre que Logan sintió. También lo importunó con golpes elevados al rostro del chico de 26 años.
Aunque Logan estaba mucho más cansado que noqueado.
Hubo amarres varios, frases de enojo, sudor, golpes sin destino. Llegó el final.
Logan se llevó unos USD 18 millones.
«Yo vivo para Floyd Mayweather y elijo lo que quiero hacer. Si quiero salir, divertirme y ganar 50, 60, 70 o 100 millones de dólares, déjame hacerlo”, dijo Floyd a la agencia de noticias AFP. “No voy a molestar a nadie. No salgo a robar o a matar. Hago lo que quiero”, agregó.
“Los parches de mis pantalones me hicieron ganar 30 millones de dólares. Entonces, ¿quién es realmente el más inteligente del boxeo? Cuando se trata del ‘robo de bancos legalizado’ soy el mejor”, concluyó.
No, nadie puede culparlo por ganar dinero.