Pocos en el mundo de la elite política se dan cuenta completamente de la profunda indiferencia y desconfianza que hay en la ciudadanía ante el actual proceso constituyente. La redes sociales y gran parte de los medios de comunicación abundan en expresiones de rechazo, de desinterés y de distancia con esta tercera tentativa de cambiar la Constitución.
Llevamos casi 7 años como país discutiendo sobre una posible y necesaria nueva Constitución y giramos alrededor del tema sin encontrar una salida, porque ya no confiamos en la Constitución vigente.
La gente desconfía de los partidos políticos, los partidos políticos desconfían de la ciudadanía en la calle, la calle desconfía de los políticos y de los empresarios, los ciudadanos desconfían de las encuestas, los electores desconfían de las promesas de los candidatos, las encuestadoras desconfían de la verdad, los clientes desconfían de las empresas, los teleespectadores desconfían de la farándula, el retail desconfía de los precios justos, el país se ha vuelto un pantano de desconfianzas mutuas.
El primer proceso constituyente emprendido por la Presidenta Bachelet tuvo amplia participación ciudadana, pero comenzó tarde, la oposición le hizo la guerra y fue frenado por el siguiente gobierno de Piñera. El segundo proceso se produjo bajo la presión de las grandes manifestaciones ciudadanas de octubre de 2019 y culminó en una Convención y un extenso e intrincado proyecto de nueva Constitución que pocos entendieron y fue rechazado sin leerlo.
Ahora se abre un tercer proceso constituyente, complicado, y enredado, con comisiones y mecanismos de control y de supervisión que lo hacen engorroso, desconfiado y elitista. Expertos designados por los partidos políticos, supervisores nombrados «a dedo», tiempo extremadamente corto para campañas y para leer y comprender el nuevo proyecto constitucional y voto obligatorio para asegurar que todos vayan a votar.
Si usted le pregunta a un trabajador o una dueña de casa en la calle qué opina del actual proceso constituyente, no se sorprenda con la respuesta negativa y desconfiada.