Ad portas de la segunda vuelta electoral e iniciando el mes de diciembre del año 2021, tengo la oportunidad de reflexionar acerca de qué queremos para nuestro país. Sólo tenemos dos opciones en juego, y, siendo objetivos, representan ideas de Chile, diametralmente opuestas.
Para el hoy candidato de La Moneda, Chile, necesita seguir creciendo económicamente, y para eso resulta necesario fortalecer las administradoras de fondos de pensiones, e, incluso, ha sugerido, que su eventual ministro de hacienda, debería ser justamente el creador de estos engendros, que tanto han perjudicado a todos los chilenos, por el que, los trabajadores, en forma obligatoria, deben entregarles una parte de sus remuneraciones, para que ellos administren dichos fondos y, presuntamente, les generen alguna ganancia a los cotizantes, es decir, existe una libertad para elegir a cuál de estas instituciones de lucro podemos darles nuestro dinero, pero no podemos elegir, en forma libre, si queremos o no ser parte del sistema, el que permite que los dineros de los trabajadores, sean prestados a la banca a intereses muy bajos, y que ésta a su vez, retorne esos dineros a los cotizantes, prestándoselo, pero a altas tasas de interés. Todo ello, a partir de aumentar la edad de jubilación hasta los 75 años de edad.
Por otro lado, el candidato presidencial que se erige desde Magallanes, plantea que es necesario implementar un sistema solidario, intergeneracionalmente construido, en el que todos aporten una parte, es decir, que la pensión de jubilación que obtiene el cotizante, sea el producto de una estructura cuyo fin no sea generar un lucro para quien administra los recursos, si no que, dicha administración resulte favorable al trabajador, permitiéndole obtener una pensión que, por lo menos, le permita un ingreso superior a la línea de la pobreza. En esta idea, no se ve la oscura presencia de una extrema izquierda radical que digite las voluntades programáticas del candidato. Parece sólo de sentido común, aunque en estos tiempos que corren, el sentido común, no sea el más común de los sentidos.
Sin perjuicio de lo señalado, no deja de llamar la atención, que una persona liberal como Sebastián Sichel, defenestrado como candidato presidencial del gobierno, con pasado concertacionista y demócrata cristiano, para entregarle su apoyo al verdadero candidato de La Moneda, le haga exigencias sólo de sentido común, para brindarle explícitamente su respaldo. A nadie, podría incomodarle, por ejemplo, que se le pida al candidato, condenar los discursos de odio en contra de personas que forman parte de comunidades históricamente oprimidas, o que, se saque del programa de gobierno una intención de legislar para que el Presidente de la República, no pueda ordenar la detención de personas en sus casas, o en lugares no habilitados para la privación de libertad, por un plazo de 5 días, durante estados de excepción constitucional. Lamentablemente, una norma muy similar, fue acordada por la Junta de Gobierno, en los años 80, cuando se creó la Central Nacional de Informaciones y hasta el día de hoy, una decisión de ese tipo, trae mucho dolor a los chilenos.
Este tipo de medidas, unidas a una eventual persecución de “radicales de izquierda”, no deja de llamar la atención en pleno siglo XXI, a más de 30 años de la derrota del comunismo, de ahí que parece espeluznante, que se hable en demasía de un eventual programa propuesto por el Partido Comunista, cuando el candidato actual, en primer lugar, no milita en él, y la experiencia que tenemos, es que cuando el PC formó parte del segundo gobierno de la Presidenta Bachelet, fue bastante disciplinado y, por lo menos, se leyó el programa, cosa que según las propias declaraciones de otros dirigentes de partidos que formaron la coalición, afirmaron que no hicieron. Además, siempre es bueno recordar que el candidato presidencial que participó en la primaria legal, representando a dicho partido, fue ampliamente superado por la otra opción.
Por lo tanto, sólo haciendo un somero análisis de los programas, no da lo mismo quien gobierne Chile, incluso, es irrelevante si le gusta o no el candidato Boric, si no que la próxima votación, si vota por esta opción, usted estará disponible para salvar nuestra democracia, con todas sus imperfecciones, de una arremetida del neofascismo, como el que se implantó en países como Estados Unidos y Brasil, donde claramente existieron retrocesos en materia de derechos civiles, bajo la excusa del orden, carta que no me cabe duda que utilizará el candidato viajero, al momento de que pudieran existir manifestaciones en su contra, si llega al gobierno.
Cuando se ve que los empresarios chilenos, no las PYMES, que apenas subsisten ellos y sus familias con sus negocios, si no que aquellos que patrióticamente realizan sus transacciones en paraísos fiscales, o que prefieren viajar a Estados Unidos, para buscar la bendición de sectores que con sus teorías conspiranoicas, le hicieron un enorme daño a la democracia, que antes los demás países sentían como ejemplar, rehúyen del programa de gobierno de “Apruebo Dignidad”, sin ninguna sutileza, pese al apellido de su presidente, o que por otro lado, otro de los grandes capitales del país, propietario de un canal de televisión, incluso, plantee derechamente que es malo para el país que la Democracia Cristiana apoye la candidatura de Gabriel Boric, se podría reflexionar, perfectamente, que lo que es malo para Luksic, debería ser bueno para Chile, como no lo fue un negocio como Pascua Lama u otros de su propiedad que implicaban derechamente la depredación de nuestros recursos naturales.
Los magallánicos tenemos alma de pioneros, tenemos representantes que vencieron varias veces el binominal y lograron superar la barrera de los partidos políticos, entonces por qué no podemos darle la oportunidad a un coterráneo para que gobierne nuestro país. Yo apuesto a eso, prefiero subirme a un árbol que tirarme de cabeza a una zanja, porque entiendo que si Chile, viene saliendo de un gobierno nefasto, el remedio para superarlo, no puede ser elegir a uno, que, a partir del sólo análisis de su programa, parece que sería peor.