Por Edmundo “Pocho” Leiva
Como un barco que se atreve a navegar en la mitad de un riachuelo, como un rompehielos dispuesto a abrirse paso en la mitad del espacio marítimo boreal, así es como irrumpe el proceso de descentralización política del país, que por cierto ya se encuentra en marcha, y que, al fin, ha llegado para quedarse.
Desde el próximo domingo 16 de mayo todas y todos los ciudadanos de las regiones, comenzaremos vivir en nuestros territorios, una de las reformas políticas y administrativas más relevantes que el Estado de Chile haya podido llevar adelante durante los últimos 30 años, y que se expresará de manera concreta, con la elección democrática los Gobernadores Regionales, quienes deberán reemplazar a las actuales autoridades designadas al mando de la región, dando también inicio a la aplicación en régimen, de nuevos mecanismos para el traspaso de competencias que se deberán llevar adelante en los Gobiernos Regionales a partir del año 2022.
Será el fin de los Intendentes, ya nunca más existirá en Chile la figura de un funcionario designado desde la capital, que determine y tome decisiones sin la necesaria validación ciudadana, sobre los principales aspectos relacionados con la administración de nuestro territorio. Ya no servirán, ni los telefonazos, ni los buenos contactos con Santiago, tampoco valdrán mucho la pena las influencias parlamentarias, familiares o partidistas, para intentar posicionar al mando de la región a la persona que más “los represente”. Se tendrán que acabar también las “conspiraciones y las chimuchinas” que los hacían temblar, esas que muchas veces terminaban por reemplazar arbitrariamente, y de la noche a la mañana a nuestras primeras autoridades regionales, rompiendo todos los ciclos de las planificaciones estratégicas para la obtención de las de metas de corto, mediano y largo plazo, que tenían que ver con nuestro desarrollo.
Hasta ahora, la “descentralización” entendida como un proceso técnico de transferencia de poder político, de dineros fiscales o de atribuciones administrativas hacia los gobiernos subnacionales, terminó siempre variando en intensidad y profundidad, muchísimas veces, como producto de estas malas prácticas, avanzando siempre al ritmo, el cálculo y la voluntad política de los gobiernos de turno y de otros actores centralistas, los que precisamente nunca fueron muy capaces de demostrar su real convencimiento por querer otorgar de verdad un “mayor poder de decisión a las regiones”.
Se acaban los Intendentes, y la figura del funcionario designado por Santiago, quedará remitida a las labores propias del Gobierno Interior y la supervisión de los servicios desconcentrados, aunque, aun así, lo harán con amplias atribuciones. Sin embargo, la figura del futuro Delegado Presidencial Regional, no podrá igualar en ningún caso, el valor que tendrá en el respaldo democrático de un Gobernador Regional que será elegido por su propio pueblo, con algunas competencias que, aunque en un principio serán escasas, podrán aumentar paulatinamente con el tiempo.
Mientras tanto y para comenzar, Presidir el Consejo Regional, manejar los recursos regionales, y tener la oportunidad de generar nuevas políticas públicas regionales en un periodo de 4 años que no tendrá interrupciones, podrá abrir paso hacia una planificación territorial de manera más adecuada, con la posibilidad de solicitar a su vez, nuevas competencias y garantizar la participación ciudadana.
Para llevar adelante de manera adecuada este proceso, y para que todas las personas que viven en un territorio determinado, cuenten con las mismas condiciones de acceso a los servicios públicos, al empleo y a las diversas ventajas de la vida en sociedad, el capitán del barco, que podremos elegir este fin de semana, tendrá que comprender también, que la organización del territorio y su mayor autonomía, solo tendrá buenos efectos, si es que entre sus planes existe la idea de trabajar en equipo con el nivel central y local, para poder intentar en primer lugar, disminuir las brechas sociales que aún tenemos pendientes como país, y que se han acrecentado con la pandemia. La verdad es que será imposible potenciar el verdadero desarrollo regional, si es que este nuevo liderazgo regional, no mantiene una especial preocupación por la formulación de estrategias, políticas y planes, que puedan ser destinados al mejoramiento de la calidad de vida las personas, promoviendo la igualdad de derechos, el desarrollo de oportunidades y la cohesión social.
Abrazos Australes.