Hace cerca de 20 años cuando trabajaba en los centros de Cultivo de Salmón en isla Capitán Aracena por esas extrañas situaciones que nos entrega la vida, conocí a Claudio Vergara, el hijo de Isabel Soto, nieto del “Gallego” Soto. Pude trabajar con Claudio y conversar sobre su abuelo y la Patagonia Rebelde. Fue un tremendo honor haberlo conocido.
¿Pero quién era el “Gallego” Soto?
Antonio Soto Canalejo (Ferrol, 8 de octubre de 1897 – Punta Arenas, 11 de mayo de 1963), conocido como «El Gallego Soto» o como «El líder de la Patagonia Rebelde», fue uno de los principales dirigentes anarcosindicalistas en las huelgas rurales de la Patagonia de Argentina en 1921.
Se convirtió en una figura legendaria en el periodo de las huelgas rurales revolucionarias de la década del 20 del siglo pasado. El “líder de la Patagonia rebelde”, como era también conocido, nació en 1897 en Ferrol, La Coruña, España.
Comenzó su vida laboral muy joven y emigró de su ciudad natal cuando tenía 13 años. El destino fue la ciudad de Buenos Aires y a temprana edad se sintió atraído por las ideas anarquistas.
Llegó a Río Gallegos en 1920 de la mano de la compañía teatral Serrano-Mendoza, la cual abandonó para trabajar en el puerto de la ciudad patagónica.
El 24 de mayo de 1920 resultó elegido secretario general de la Sociedad Obrera de Río Gallegos. La crítica situación económica del momento, junto a las deplorables condiciones laborales que soportaban los trabajadores, llevó a Soto a ponerse al frente de los grupos revolucionarios de obreros.
Estas revoluciones encuentran su punto más brutal en los fusilamiento del año 1921. Se calcula que más de 2000 mil trabajadores fueron acribillados por militares del gobierno de Correa Falcón, y liderados por el tristemente célebre teniente coronel Varela.
Osvaldo Bayer dejó una detallada reconstrucción de los hechos en su elogiada serie «La Patagonia Rebelde» y después el director Héctor Olivera la llevó al cine en una película del mismo nombre. También se realizó el documental «Patagonia, utopía libertaria», dirigido por Xan leira
En este escenario los trabajadores se mantuvieron en la estancia “La Anita”, a orillas del Lago Argentino.
Fue entonces cuando discutieron los pasos a seguir después del horror al que había sobrevivido ellos.
Las opciones era continuar la lucha o rendirse exigiendo por la seguridad de los obreros.
“Yo no soy carne para tirar a los perros, si es para pelear me quedo, pero los compañeros no quieren pelear”, exclamó Soto, en un párrafo que quedaría en la historia.
Al final, se rindieron.
A su llegada al lugar los los militares continuaron su matanza. Soto escapó y fue perseguido a lo largo de 5 días por militares argentinos y por carabineros de Chile.
Alcanzó a embarcar en Puerto Natales con destino a Punta Arenas. En la capital de Magallanes fue refugiado por la Federación Obrera Magallánica.
Después continúo su viaje escondido en un barco que iba a Valparíso y luego a Iquique. Allí también trabajó esta vez en la salitreras.
El tiempo pasó lentamente. Muchos años más tarde abrió el cine Libertad en Puerto Natales, un Bar Lácteo y siguió con su actividad sindical.
En 1933 viajó de incógnito a Río Gallegos para recordar su papel durante huelga de 1921.
La vida siguió en Punta Arenas cuando estuvo a cargo de un hotel que fue eje de la discusión política en la ciudad. Además fundó el Centro Republicano Español, el Centro Gallego y la filial de la Cruz Roja.
El 11 de mayo de 1963 murió en Punta Arenas a los 65 años de edad.
Este año se cumplen 100 años de lo que denominó “La Patagonia Rebelde” donde fueron fusilados miles obreros y en su gran mayoría fueron chilotes y anarquistas.
Honor y gloria al “Gallego” Soto y a los obreros que dieron su vida por la causa.