El riachuelo de Puerto Natales debe ser uno de los espacios peor aprovechados por la comuna. A pesar de su fluir leve y estrecho representa una oportunidad natural y podría ser protagonista de una estructura turística en plenas facultades. Otro punto en el recorrido urbano para turistas. Bueno, sueños son.
Algún día, alguna conducción municipal o gobierno regional se acordarán de su existencia y vendrán tiempos mejores. Por lo demás, en el sector del barrio bajo que lo enfrenta y que conecta dos barrios muy alejados entre sí de la ciudad, hay un puente.
Si uno pretende llegar a pie o en bicicleta desde la calle Bulnes, por poner un caso, hasta el Polideportivo Municipal o la Escuela G-4, puede apelar a esta pequeña y maltratada estructura que ya mismo necesita un mantenimiento cuando no una actualización total.
El área conserva parte de la belleza típica de Puerto Natales, sus casas tradicionales, sus hermosos cerros, y transcurre como un pasadizo secreto, una puerta que te lleva a otra dimensión. Lo cierto es que las calles que conducen hacia el barrio del Poliderpotivo presentan un trayecto muchísimo más extenso.
La zona inmediata al puente está cubierta por los antiguos bloques de cemento y tierra, nada más. Cruzado el puente hacia el sector alto sólo queda un remedo de camino y más adelante la vía se convierte en tierra casi siempre afectada por aguas de lluvia.
El resultado es un pasaje peligroso para andar y tristemente sostenido en el tiempo. Podría ser tanto mejor.
Llegando al lugar de Maestranza del Municipio la sección de tierra hoy luce cubierta por una gruesa capa de hielo que la vuelve intransitable salvo que se sea joven y se utilicen zapatos adecuados. Casi un trekking local.
Los alrededores lucen muy descuidados, con pasto largo, basura, restos de obras, aunque desde allí nacen hay otros caminos semi rurales que conectan barrios y propiedades.
Aunque Mestranza es parte del sector y está 50 metros de este punto nadie ha distribuido sal o iniciado ninguna acción reparativa.