Por Claudio Andrade
El gremio de ATE negoció en abril un bono “Premio” por productividad con el actual interventor de Yacimientos Carboníferos Río Turbio (YCRT), Aníbal Fernández. Hace más de 10 años que el yacimiento de carbón no produce regularmente nada.
Esta extraña paradoja se enmarca en un relato político que, visto desde la psiquiatría, también podría funcionar como un relato delirante. La Bonificación Anual Extraordinaria (BAE) se implementó entre los 70 y los 80 cuando la mina producía 1,2 millones de toneladas de carbón por año.
En la actualidad la producción es 0. Entre 2018 y 2019, durante la intervención de Omar Zeidán, en el gobierno de Mauricio Macri, se mantuvo una producción menor de 30 mil toneladas al mes.
Pero con tan numerosos contratiempos gremiales y técnicos que no puede computarse como una producción sistemática.
En octubre de 2019 cuando asumió Alberto Fernández los gremialistas llamaron a un paro y este esfuerzo se concluyó. Desde entonces, el silencio de las máquinas.
Con este beneficio habrá operarios que recibirán un “premio a la producción” que superará el 1,5 millón de pesos chilenos.
El gasto total en el bono destinado a unos 2000 empleados será de 720 millones de pesos argentinos. Unos 5000 millones de pesos chilenos.
Los salarios bajos de la mina rondan el 1 millón de pesos, los medios los 2,5 millones, los altos los 4 a 7 millones chilenos. Pero la mina no produce.
Bajo la sombra del mismo relato delirante, que premia una producción inexistente, en abril la nueva conducción de YCRT festejó como un “hito histórico” la puesta en marcha de la Usina Río Turbio de 21MW.
Lo cierto es que está fue rescatada por la intervención de Zeidán. En otras palabras, dejó de funcionar cuando llegó el nuevo gobierno y ellos mismos la encendieron nuevamente para festejar el logro.
Al lado de la mina de carbón se encuentra la Central Térmica Río Turbio de 240 MW que ya costó USD 1700 millones de pesos. El equivalente a equivale a unos 145 años de presupuesto del municipio de Puerto Natales y a 53 años del de Punta Arenas.
Todavía faltan USD 250 millones para completar una de las Unidades de la Central Térmica que se destruyó durante un acto en el que participó la entonces presidenta Cristina Kirchner.
El acto ocurrió el 4 de septiembre de 2015 y formó parte de una performance política para demostrar que había verdaderos avances en el proyecto.
Encendieron el Módulo 1 por unos minutos lo suficiente para transmitirlo a todo el país. Inmediatamente fue apagado. Las consecuencias: el equipo sufrió sobrecalentamiento y averías.
La nueva intervención Kirchnerista denunció que la intervención de Zeidán había “canibalizado” el Módulo 1 y que, por ese motivo, se retrasó una obra desde ya atravesada por la corrupción.
Dejaron en el selectivo olvido el acto con la presidenta, la destrucción de los equipos y la directa responsabilidad del gobierno de entonces.
Hace un par de semana se abrieron los sobres de las nuevas licitaciones para obras complementarias de la Central Térmica. Calles de acceso y estacionamiento más la cobertura del centro de acopio fueron denominadas por la conducción actual como “claves”. Claves. Claves en una obra a la que le faltan USD 250 millones en inversiones.
El relato continúa y no es razonable.