Hace algunos días se celebró el primer Chapuzón de los Fiordos en el Seno de Última Esperanza. Cientos de valientes natalinos se lanzaron con alegría y optimismo a las gélidas aguas en Puerto Natales.
Según Adriana Aguilar, gerente de la Cámara de Turismo Última Esperanza, esta iniciativa “nació por el deseo de querer reanudar la actividad turística. Los diferentes gremios comenzaron a gestar ideas y de pronto esto fue tomando vuelo”.
A su vez la directora regional del Servicio Nacional de Turismo (Sernatur) dijo que “esto demuestra la esencia del turismo, que es un trabajo coordinado, que desde distintas partes se colaboró para poder sacar adelante las actividades”.
Pero queda la duda de quien financió las actividades, porque si bien los gremios dicen que coordinaron la jornada, no declararon quien puso el dinero necesario.
Porque si bien no se desconoce la gran labor que desarrolla el turismo en la zona, lo cierto es que la mayoría de las empresas del sector han sufrido graves pérdidas durante la pandemia.
Luego se realizó una actividad en la que se hicieron 50 corderos al palo. Y en aquella actividad se entregaron presentes a los asistentes, por gentileza de Australis. Si, la misma empresa que instalaría la planta de salmones más grande del país, lugar donde se alimentan numerosas poblaciones de aves, por lo que se estima que el impacto en el medioambiente sería altamente nocivo.
Incluso, mientras la gente se bañaba en el fiordo, a pocos kilómetros una retroexcavadora trabajaba al lado de cisnes de cuello negro en el borde costero de la bahía Dumestre para construir la planta.