En varias oportunidades nos han consultado con preguntas como: ¿Qué hace un Gobernador? ¿Qué importancia tiene el Gobernador en la administración regional? ¿Es lo mismo ser Intendente que Gobernador? ¿Por qué existieron ambos cargos si ni siquiera se notaba una diferencia entre ambos?
Por Víctor Hernández Godoy
Vamos por parte. Recordemos que la figura del Gobernador existió desde la llegada misma de la goleta Ancud a la Punta Santa Ana. El 15 de noviembre de 1843, día en que el comandante Williams retorna con su pequeña nave a Chiloé, deja al mando del Fuerte Bulnes a un Gobernador provisorio, el teniente 1º Manuel Hidalgo, a la espera que el gobierno de Manuel Bulnes decretara el nombramiento definitivo del nuevo mandamás, cargo que asumió el sargento mayor Pedro Silva que llegó al estrecho de Magallanes, el 7 de febrero de 1844.
Con este hombre de armas, se iniciaba el largo historial de gobernadores que tuvo el austro durante todo el siglo XIX y las primeras décadas del XX.
Hay nombres que son imposibles de soslayar. A José de los Santos Mardones le debemos el traslado del Fuerte Bulnes a un lugar más seguro. Se requería de un espacio abierto, más amplio, con terrenos para cultivar. En esto hizo caso a un científico que más tarde, también ofició como Gobernador. Nos referimos a Bernardo Philippi, el hombre que anunció la existencia de carbón vegetal en la cuenca de lo que hoy llamamos “Río de las Minas”. Esta decisión hizo posible la fundación de Punta Arenas a fines de 1848.
Fueron los mandatarios de una época en que Magallanes fue Colonia Penal. Al austro llegaban por razones políticas confinados con sus familias. Esta condición se terminó en parte, luego del motín de Cambiazo, en noviembre de 1851. El presidente Manuel Montt determinó que Magallanes fuera Territorio de Colonización, pero sin dejar de ser Colonia Penal. Este doble estándar se mantuvo hasta que otro motín, el de los Artilleros, en 1877, obligó a las autoridades de Santiago a eliminar para siempre, el rótulo de Colonia Penal que afectaba a la aldea de Punta Arenas.
Hubo gobernadores del siglo XIX que ameritan ser estudiados desde otra óptica. Los tres fueron marinos. Benjamín Muñoz Gamero, pensaba impulsar un incipiente desarrollo económico en el penal patagónico. Se inspiraba en lo que Gran Bretaña había hecho en la Colonia Penal de Australia. Muñoz Gamero fue víctima de su propia época, la revolución de 1851 que arrastró a los opositores del presidente Montt a los presidios de Juan Fernández, Valparaíso y Punta Arenas.
Óscar Viel Toro en cambio, fue el Gobernador que acometió la modernización de Punta Arenas. Veamos. A su llegada la población de la colonia apenas llegaba a 145 personas. En seis años de administración, de 1868 a 1874, se incrementó a 850 habitantes. Viel implementó el Puerto Libre, resolución dictada por el presidente José Joaquín Pérez. Se produjo la entrada al territorio de capitales extranjeros y nacionales; se promovió la inmigración y la industria. Junto con planificar la urbanización de las principales arterias del pueblo, se creó asimismo, el primer plano regulador de la pequeña Colonia.
Otro Gobernador polémico fue Manuel Señoret Astaburuaga. Fuertemente cuestionado a raíz del genocidio selknam, su obra se ha visto empequeñecida en los últimos años. En cambio, nos parece necesario y recomendable, la lectura de una de sus memorias como Gobernador titulada: “La Tierra del Fuego y sus naturales”. Aquí, Señoret hace una defensa abierta de los indígenas y solicita establecer un nuevo trato entre el estado chileno y los selknam. No debemos olvidar, que Señoret fue el paladín en la creación de instituciones que hasta hoy funcionan en la región: a través de iniciativas suyas se consiguió que el Estado autorizara la creación de un Juzgado de Letras (génesis de la Corte de Apelaciones de Punta Arenas) y de la Comisión de Alcaldes (futura Municipalidad de nuestra ciudad). Señoret fue el fundador de las localidades de Puerto Toro y de Porvenir y uno de los creadores del Diario “El Magallanes”. Con Señoret se inicia la exploración de la zona de Última Esperanza en un momento muy álgido de nuestras relaciones con Argentina.
Más allá de aciertos y errores, observamos en estos hombres una característica en común. Conscientes de sus limitaciones, de la designación temporal en sus cargos, y del centralismo de Santiago, intentaron, cada uno a su manera, impulsar un verdadero desarrollo socioeconómico para el territorio.
Lo interesante de esto es que todo lo reseñado se realizó cuando Magallanes no era más que un Territorio de Colonización y sus habitantes, ni siquiera tenían derecho a escoger a sus propias autoridades.