El 14 de julio Jennifer Rojas, Intendenta de Magallanes continuó ejerciendo las mismas funciones pero su cargo pasó a llamarse Delegado Presidencial Provincial.
A su vez el doctor Jorge Flies, pasó a ser elegido democráticamente como gobernador. Durante el segundo periodo Bachelet fue Intendente, de manera que conoce bien el oficio.
Pero quedaron cortos en lo que sospechaban eran las trabas que iba a interponer a su gestión-y lo impondrán en el futuro a no mediar que se modifique la ley-los gobiernos centrales de turno. “Se mantiene el enquiste del centralismo en el delegado provincial” afirmó Flies al cabo de una semana en sus oficinas.
La gran pregunta era, y así se está dando, ¿Cómo opera un sistema en el cual el gobernador pertenece a un bloque opositor al Presidente en ejercicio?
Peor aún, el gobierno tiene tan solo a uno de sus líneas; en consecuencia neutralizar al resto constituye la solución más obvia.
Ya han brotado masivamente acusaciones a La Moneda a la que acusan de interferir a través de las ex intendencias para reducir su poder.
Porque por encima de cualquier inciso estaba buscar la fórmula como seguir estrujando el limón regional (impuestos) en beneficio de la Región Metropolitana y lo consiguieron con esta figura del delegado.
La prepotencia se extiende a los medios de comunicación, que por ejemplo, obligan a un penquista a escuchar y ver media hora de noticias con asaltos y accidentes ocurridos en Américo Vespucio Norte, por ejemplo, es desmedro de noticias locales (TVN cerró varias de sus estaciones de provincia).
A cinco días de haber asumido en sus cargos se les recortó ostensiblemente su presupuesto anual.
Si la descentralización funciona en Estados Unidos, es por su independencia de, por ejemplo Texas, de Washington. O sea existe una verdadera descentralización relativa. Los estados cuentan con sus propias leyes, las policías federales no pueden incursionar en otro-para eso deben desplazar los casos al FBI, con poder omnipotente en todo el territorio-.
Como en Argentina, con sus pro y contra, los gobiernos federales cuentan con sus parlamentos que en el fondo son “CORE” ampliados pero con muchas facultades.
También las leyes, volviendo al caso norteamericano, difieren en cuanto a la venta y consumo de alcohol y drogas livianas-marihuana-, por ejemplo, el derecho al aborto y tras materias de interés ciudadano.
Chile ha sido un adalid del centralismo por lo tanto resulta obvio que cada paso de regiones es lento como el tránsito a través de esclusas del Canal de Panamá.
El pecado no viene de Piñera y compañía; estaba preconcebido como continuismo de un régimen de la ex concertación, o del mismo lote político.
Lo más hipócrita lo viví mientras residía en Francia cuando enviaban desde Santiago numerosas delegaciones para asistir a seminarios sobre descentralización. Turismo puro, en esencia y engaño.
Reflexionemos: si triunfa Sebastián Sichel en las próximas elecciones presidenciales. Su consuelo sería que las de gobernador recaen en el último tercio de su mandato.
Habiendo residido casi una década en Magallanes, conocí en profundidad como se distraen las asignaciones de fondos (desgraciadamente lo mismo en las alcaldías ya que trabajé en ambas entidades). Como región que produce gas lo que recibe a cambio constituye una miseria, ante la cual el gobierno central retribuye con un precio rebajado del combustible, solo el gas, ya que la bencina es una de las más caras del país. En Puerto Williams a comienzos de agosto vimos tarifas de 1150 pesos el litro.
Se gasta un dineral en este nuevo aparato títere o de pantalla que son los gobernadores provinciales que cualquier gobierno serio hubiese aprovechado la oportunidad para descentralizar de verdad de una vez por todas a Chile, desperdiciándose la última gran ocasión.
A menos que la asamblea Constituyente, se aleje de riñas internas, y elabore una Constitución en la cual se establezcan los verdaderos poderes del gobernador regional y se elimina la prolongación del gobierno central a través del delegado provincial presidencial. Mucho apellido para poco alcance, además del excesivo dinero burocrático que involucra la atención de dos cargos con sus respectivas cofradías.