Chris Hondros fue uno de esos hombres que miró dentro del abismo y el abismo lo miró a él.
No se puede estar seguro de si el más famoso fotógrafo contemporáneo había leído a Nietzsche
(“Si miras fijamente al abismo, el abismo te devuelve la mirada”), pero en cada cobertura de guerra le rendía un sentido homenaje.
Hondros visitó el infierno y tomó fotografías. Mejor dicho, se dirigió al infierno para tomar fotografías. En Kosovo, en Afganistán, en Sierra Leona, Irak, Liberia, y tantos lugares más. Unos destinos peores que los otros.
Murió en uno de ellos, en Libia en 2011, producto de un ataque en el que también falleció su colega Tim Hetherington el director de la muy elogiada “Restrepo”.
Ambos sentían, cuentan, que algo estaba mal respecto a ese último viaje. Que dentro de lo pésimo se percibía una vibración preocupante. El caos dentro del caos.
Las fotografías de Hondros desgarraron la tela de la civilización Occidental. Porque mientras algunos se daban una ducha caliente, llevaban sus hijos al colegio o emprendían un proyecto, otros derribaban al enemigo con bazucas, destruían seres humanos con metralletas, aniquilaban con granadas.
Y esos otros eran niños, hombres, mujeres. Volcados a la locura sustancial de matarse sin lástima.
Aquel hombre de Occidente no lo sabría, no lo habría adivinado de no ser por personas como Hondros.
Porque una cosa es que te cuenten aquel abismo y otro observarlo a través de los ojos de un genio de la fotografía.
La frase fácil sería: “Hondros murió, quedaron sus fotografías”.
La verdad es que el infierno continúa y Hondros ya no está allí para contárnoslo. Se ha ido. A la nada. Al inconsciencia.
Algunos intentan emularlo. Algunos lo consiguen. Noticias desde el terror. Cuando ya casi no hay empresas que quieran financiar semejantes travesías personales.
Al morir Hondros era un rock star. Donde él iba, los demás también. Extraña celebridad.
“Hondros”, el film de Greg Campbell, que se encuentra en Netflix, habla de él, por él y para todos nosotros que debemos sacar la basura mañana temprano.