Claramente uno de los partidos político con más intentos fallidos a la hora de asumir responsabilidades mayores, es justamente la tienda donde milita el propio Presidente Gabriel Boric. Convergencia Social, un pequeño partido oficialista que ha ido tomando algo de fuerza en la interna del conglomerado, ha demostrado una falta de experiencia profunda a la hora de asumir ciertos liderazgos que pareciera son más fáciles decirlos que llevarlos a la práctica.
Sin ir más lejos, su anterior presidenta y el vicepresidente, Luz Bermúdez y Arturo Díaz, fueron los que tomaron las riendas de los dos cargos más importantes de un gabinete de Gobierno. Ambos, que también armaron las listas con los nombres para asumir diversos cargos, se pusieron también en la lista, y fueron escuchados desde el nivel central. Pero ellos dos, fueron al poco tiempo demostrando que el piano les quedaba demasiado grande, y sus gestiones dejaron tanto que desear que finalmente no siguieron en dichos puestos.
Más allá del tecnicismo, de que si se fueron o los sacaron, la verdad es que sencillamente no tuvieron el manejo y el talento para poder empoderarse en los cargos, hacerlos suyos, y sobresalir como corresponde respecto del resto del gabinete. Pero no. Todos sabemos como terminaron, y también sabemos que tampoco existe o existió una autocrítica profunda. Los mismo nombres son los primeros en anotarse para futuras batallas electorales. Es decir, la silla musical.
Convergencia Social se anota con tres fracasos en lo que va de Gobierno. El ex seremi de Cultura, Artes y Patrimonio, Diego García, fue el tercer militante que debió dejar el cargo. Nuevamente, más allá de los tecnicismos, los números son los que van registrando la historia y se va contando de dicha manera. El resto es chaya.
De todos los cambios que se han debido hacer en el gabinete local en menos de dos años, tres corresponden a militantes de CS.
Lamentablemente para esa repartición los números son clarísimos, y los intentos fallidos casi se pronosticaban desde su origen. Falta de habilidades blandas, lejanía con el discurso de empatía y «los pies en la calle», bajísimo manejo comunicacional, errores en el trato con funcionarios, desalineamiento con conceptos que están en el propio programa de Gobierno… Y seguir designando a amigos del Presidente como si nadie se diera cuenta.
Porque más allá, nuevamente, de capacidades individuales. Lo que se comenta y queda es que en Cultura «salió un amigo, y entró una amiga». Y eso, aunque se sabía que iba a pasar, la verdad es que nada se hace para su contención. O que a sabiendas de que existe una denuncia interna en Convergencia Social respecto de la nueva seremi de Culturas, Carolina Herrera, no se haya contemplado el afrontarlo antes o preparar la cancha.
Siguen habiendo demostraciones que la gran mayoría de las veces se piensa con el corazón militante, sus cercanías e ideología, que con objetividad comunicacional y la razonable respuesta de los medios de comunicación, o del poco periodismo político que existe en Magallanes.
Una vez más, ha quedado más que claro que la falta de experiencia pasa la cuenta. Y no solo al partido del Presidente, si no que a toda una comunidad. Porque quienes hoy están en el poder no solo gobiernan para los que votaron por ellos, si no que para todos y cada uno de los ciudadanos. Y con tanto intento fallido, pareciera que se les olvida, o tampoco hay conciencia de aquello.
