Chile se posiciona como el segundo mayor productor mundial de salmón del Atlántico, con exportaciones en el sector de la salmonicultura que alcanzaron los USD $6.472 millones en 2023, lo que representa un 2,15% del Producto Interno Bruto (PIB) nacional. Esta industria se consolida como la principal exportación no minera del país, contribuyendo significativamente al empleo formal en las regiones de Los Lagos, Aysén y Magallanes, con tasas de participación del 6,62%, 8,99% y 4,99%, respectivamente.
No obstante, la industria enfrenta una serie de incertidumbres debido a la presión ejercida por grupos ambientalistas y organizaciones no gubernamentales (ONG) que abogan por la erradicación de la actividad salmonera en el territorio, promoviendo la creación de reservas y parques nacionales. Estos actores suelen amplificar eventos aislados con el objetivo de generar alarma en la población. Un caso reciente que ilustra esta situación es el hallazgo de dos ballenas jorobadas (Megaptera novaeangliae) fallecidas en concesiones acuícolas. La primera de estas ballenas fue registrada en un centro de cultivo de Australis Mar, localizado en el Seno Glacier, dentro de la Reserva Nacional Kawésqar, un área protegida en la región de Magallanes.
La empresa ha comunicado que el cadáver de la ballena emergió en el área de cultivo, sugiriendo que el cetáceo pudo haber estado muerto durante un periodo prolongado. Los procesos biológicos y de descomposición podrían haber generado gases que facilitaron su ascenso a la superficie. Sin embargo, resulta pertinente cuestionar porqué la presencia de un organismo de aproximadamente 15 metros en un evidente estado de descomposición provoca tal alarma si la empresa activa inmediatamente el plan de contingencia con mamíferos marinos, especialmente en ausencia de evidencia que indique que existió una interacción directa entre el centro de cultivo y el cetáceo.
Por lo cual es imperativo formular preguntas críticas antes de emitir juicios que carezcan de fundamento científico. Por ejemplo, si las ballenas realizan sus procesos naturales de migración desde Ecuador hacia la región de Magallanes, ¿es razonable suponer que todas ellas llegarán en condiciones óptimas? ¿Qué edad podría tener el ejemplar de ballena jorobada encontrado en Magallanes? ¿Existen posibilidades de que el individuo estuviera afectado por enfermedades o intoxicaciones provocadas por toxinas marinas derivadas de microalgas que generan mortalidades? Estos cuestionamientos son esenciales para realizar una evaluación exhaustiva de la situación antes de emitir juicios y culpar a una empresa por su actividad productiva.
Hoy en día existen numerosos estudios indican que las interacciones entre los sistemas de cultivos y mamíferos marinos se han reducido y que en la actualidad se están implementando diversas medidas de mitigación (Storlund et al 2024). Estas incluyen el uso de redes anti-depredador con mallas específicas, la modificación de equipos para hacerlos más resistentes, y la adopción de prácticas de manejo que involucran vigilancia constante y un diseño adecuado de las instalaciones, además de planes de interacción y registros de avistamiento solicitados por Sernapesca (1999). Estas acciones, buscan equilibrar la producción acuícola con la conservación de la vida marina (Pemberton et al.1996; Kemper et al., 2003), así mismo Eynon (2021) señala que, en la actualidad, son consideradas raras estas interacciones, y subraya que es necesario innovar en mejores planes y protocolos de respuesta para minimizar los riesgos y mejorar los resultados de rescate. Además, Woodward (2006), recomienda aumentar la vigilancia y la educación sobre la interacción entre ballenas y acuicultura, con el fin de proteger tanto a las ballenas como a las operaciones acuícolas.
Por consiguiente, las consideraciones actuales sobre el ecosistema marino de Magallanes abarcan aspectos críticos, y las empresas son conscientes de los efectos globales y locales que impactan esta zona. Entre estos efectos se incluyen el cambio climático, el aumento de la clorofila en la columna de agua, la intensificación de los vientos del oeste, el ingreso de aguas subantárticas modificadas (ricas en oxígeno) y el incremento en la frecuencia y recurrencia de florecimientos algales nocivos. Además, las áreas de trabajo de estas empresas están establecidas en un sistema que actúa como un laboratorio natural, permitiendo la comprensión de los cambios globales proyectados para el año 2100.
Esta región es notable por su alta concentración de especies endémicas y se distingue como una de las áreas con la mayor tasa de retorno de especies marinas. Asimismo, es fundamental que la población reconozca y comprenda su capacidad para albergar una industria acuícola en desarrollo. Las variaciones de profundidad presentes en el ecosistema contribuyen a la formación de ambientes altamente dinámicos, dotados de una notable resiliencia, lo que facilita el sostenimiento del progreso acuícola a nivel nacional.