Choques, desórdenes diarios, locales clandestinos, poca y mala fiscalización de patentes comerciales, escasa presencia policial en las calles, mínimas respuestas a los llamados pidiendo asistencia policial por diversos problemas, delincuentes rompiendo los vidrios de autos y casas, gente deambulando desnuda por Punta Arenas, y seguimos viendo promociones y ventas de entradas para «eventos» absolutamente fuera de la Ley. Así estamos, como si nada hubiera pasado, o esté pasando…
Bien se dice por parte de políticos históricos y analistas de antaño que «el primer acto de corrupción de un funcionario es aceptar un cargo para el que no está preparado».
No solamente es cabalmente acertada la frase, si no que además refleja mucho de lo que venimos viendo hace varios años en nuestro país, y también en nuestra región. Y lamentablemente en todo ámbito de funciones.
Pero lo realmente grave, y que nos está carcomiendo la confianza en todo y en todos, es que finalmente poco y nada se ve en términos de gestión para afrontar con valentía el presente, y dejando de lado los lateros y empalagosos análisis sobre la realidad que vivimos. Las autoridades no están para el análisis de los escenarios, si no que para su gestión en encontrar las soluciones adecuadas y rápidas a los problemas que nos matan poco a poco como sociedad.
En el caso de los choques, de los desórdenes diarios en nuestras calles, y de los potenciales homicidas al volante, es imperioso que se presione a quienes tienen la facultad y el deber de dar respuesta como corresponde a estos escenarios. Lamentablemente no aparecen quienes tienen que aparecer (y todos sabemos quiénes son), y perdemos el tiempo y las energías poco menos que rogándoles a las autoridades correspondientes que hagan mucho más de lo que hacen, que gestionen distintas soluciones, que no desaparezcan los fines de semana, y que golpeen la mesa como representantes de los magallánicos exigiendo soluciones urgentes a sus jefes santiaguinos.
Por el lado de los clandestinos, hoy por hoy es grito y plata tener un «after» y publicitarlo en redes sociales. Hasta auspiciadores muestras en sus publicaciones, con rostros que incluso trabajan en medios de comunicación. Demasiado fácil es ubicarlos por parte de carabineros o fiscalizadores y hacer lo que tienen que hacer. Pero siguen proliferando semana a semana, camino al Andino, en pleno centro de la ciudad, por Errázuriz, por avenida España, en el sector sur, en el sector norte, en parcelas, en quinchos, en el barrio Prat, y en un sinnúmero de ubicaciones dentro de la ciudad. Son fáciles de ubicar y reconocer. Pero la pega no se está haciendo. Porque en gran medida estos lugares son el origen de graves accidentes de tránsito posteriormente, y nadie quiere profundizar en el tema. Es más, hay empresarios de la noche que ganan diez veces más dinero con sus espacios clandestinos e ilegales, que con sus negocios establecidos y por los que pagan patente comercial. Todos lo saben, todas las autoridades lo saben, el resto de los dueños de locales nocturnos también.
¿Y qué sucede con las patentes comerciales? Algo similar en términos de la desaparición de fiscalizadores. Porque son pocos, o porque lo que sea… Lo cierto es que hemos ido dejando en libertad de acción a quienes finalmente se tomaron atribuciones ilegales porque nadie jamás les puso la ley en conocimiento, o los multó por lo que estaban haciendo. Hoy hacen lo que quieren.
En algunos temas, la verdad es que cansa profundamente escuchar el por qué no se puede hacer nada con la actual legislación. La contra pregunta que siempre debemos hacer a esa conveniente y latera respuesta es ¿qué se ha hecho con los parlamentarios actuales para solucionar esto y se hagan las reformas correspondientes? Y al mismo tiempo, ¿cuáles son los compromisos y fechas para solucionar estos errores legislativos? Ahí está la madre del cordero… Llevamos años escuchando la misma majamama de frases hechas.
Calles tomadas, madrugadas sin restricciones, empresarios de lo ilegal, y autoridades ausentes. Es cierto que algunos concejales han estado pendientes de esto, y han hecho esfuerzos encomiables, pero no será suficiente si siguen solos. Los medios de comunicación también somos responsables en asumir el rol que nos corresponde. Si el delegado o el Gobierno no puede o no sabe, debemos estar ahí también para apoyar aunque no quieran. Para ir recuperando nuestra ciudad y volver a verla segura y a sus autoridades preocupadas de ella.
Las ciudades cambian con el tiempo. No son las mismas a través de los años… Pero las normas y las acciones que se deben tomar por responsabilidad y deber, como autoridades y ciudadanos, no pueden ir desapareciendo por ideología, ignorancia o flojera. Podemos cambiar estructuralmente nuestra ciudad, pero no podemos dejarla en manos de personas que nada les importa y piensan que pueden hacer lo que se les ocurra. Menos, podemos dejarla a cargo de quienes no quieren hacerse cargo.
Para eso estamos quienes vivimos acá, y pretendemos que hagan lo mismo nuestros hijos y nietos.