Ha pasado poco más de un año desde que el Presidente Gabriel Boric asumió como maxima autoridad del país. En este camino nos hemos enfrentado a múltiples problemas que han sido arrastrado e incluso invisibilizados durante años sin que se le haya podido otorgar una solución a las y los ciudadanos. Junto con ello, estamos transitando una polarización y fragmentacion sociopolitica desconocida para algunas generaciones que hoy participan de la vida política. Es parte del escenario en que nos tocó gobernar y, como quedó demostrado en la cuenta pública del pasado jueves, hemos enfrentado estas y otras viscisitudes de manera valiente, audaz y con un compromiso irrestricto con una sociedad más solidaria, desarrollada y justa.
Sin embargo, creo que algo sumamente valorable en política es la capacidad de autocritica ya que solo así podemos encauzar de mejor manera nuestro accionar. En este sentido, es ineludible el amplio margen que aún nos queda como gobierno a nivel regional por mejorar en cuanto a la conexión con la ciudadanía, el conversar sobre las problemáticas que día a día aquejan a las y los magallanicos y, por sobre todo, ocupar las distintas herramientas que tenemos para entregar soluciones ad hoc a las necesidades de los habitantes de nuestra región.
Desde Convergencia Social somos conscientes de que nuestro proyecto político debe ser capaz de superar elementos contingentes de manera tal que seamos capaces de avanzar de forma decidida hacia un Chile que necesita transformaciones no tan solo en cuanto al sistema económico o político, sino también en las formas que la política tiene para relacionarse con la ciudadanía y es aquí, en este punto que muchas veces se soslaya, donde se encuentra la genesis y también el futuro de nuestro proyecto político. Es aquí, en el territorio, donde se encuentra el presente y el futuro de nuestro país. Es ahí, en las conversaciones donde somos capaces de escuchar sin sesgos ni intereses electorales, donde podemos construir entre todas y todos un Chile distinto, un Chile donde la política esté al servicio de las y los ciudadanos y no una clase política que sirva para sus propios intereses.
Ha sido un camino con sinuoso, donde hemos sabido de las complejidades de gobernar, pero eso en ningún caso puede ser motivo para aumentar la ya gran distancia que existe con las y los habitantes de nuestra tierra.
La tarea será ardua y el porvenir depende de la calidad de las relaciones que logremos entablar con las organizaciones sociales y personas naturales que, si bien es cierto no participan activamente de la vida política, la política sí incide en su vida diaria.