“Las cosas pequeñas florecen en la concordia” fue el lema de la república neerlandesa y es la principal moraleja de la fábula de Esopo “El viejo y sus hijos”. En dicha historia un hombre cansado de trabajar y de las diferentes peleas entre sus hijos decide darles una lección que les permita entender que “todo poder es débil, a menos que se mantenga junto o unido”. Algo de aquello se vio en las infructuosas primarias de izquierda. Lo lamentable es que no aprenden de las moralejas, ni de experiencias pasadas de su país o el mundo.
La izquierda ha estado históricamente dividida en diversas corrientes, ya sea por visiones del estado, del individuo o de la propiedad. Aquello ha implicado el surgimiento de una amplia gama de partidos políticos. Sin embargo, gran parte de los casos en donde la izquierda ha logrado ser fructífera en democracia han ocurrido cuando se forma un eje amplio y unido.
Un gran ejemplo sería el caso del programa de Gotha en Alemania, instancia en la que se formó el Partido Socialdemócrata (SPD por sus siglas en lengua germana). El acuerdo logrado entre la Asociación de trabajadores alemanes y el Partido Marxista Socialdemócrata significó la formación de uno de los partidos más importantes y populares en la historia de ese país. La irrupción de este no solo consolidó un Estado de Bienestar que aseguraba derechos socioeconómicos y brindaba seguridad social, sino que, después de la caída del muro de Berlín ayudó a consolidar a Alemania como el precursor de la Unión Europea.
El Partido Socialdemócrata no se habría podido consolidar sin acuerdos y negociaciones propias de la política, es decir, instancias en las que se asumen costos y se obtienen beneficios. Algo de eso falló el día de la inscripción de primarias. Los absolutismos y atisbos de superioridad moral reinaron, dejando en segundo plano el objetivo central: construir un proyecto de izquierda progresista y transformador que incluya a todas las corrientes.
Chile logró volver a la democracia gracias a negociaciones, radicalizaciones y movilizaciones, a pesar de la existencia de un dictador de por medio. Algunos se opusieron a ese acuerdo e incluso llamaron a restarse de la campaña del “NO”, denotando que se estaba negociando con las muertes y violaciones a Derechos Humanos.
Algo similar ocurrió hace poco, cuando luego de extensas discusiones y propuestas, se abrió la posibilidad de barrer con la constitución del mismo régimen autoritario. Muchos consideraron que se “hacía a espaldas de la ciudadanía” y llamaron a restarse del plebiscito. Lo que ocurrió después ya lo sabemos, el apruebo arrasó y todos celebraron con el mismo entusiasmo.
Luego de treinta años es evidente que todos cometieron errores, pero vale la pena recordar que muchos de los que hoy la critican y detestan, también gobernaron con la concertación. Basta ver las fotos que se tomaban con Bachelet cuando ésta lideraba toda encuesta y elección. En ese entonces el costo era bajo y los beneficios evidentes.
El miércoles, por un momento, se abrió una gran posibilidad: construir un gobierno transformador, el cual de la mano de una nueva constitución, pueda incluir a las diversas visiones de la izquierda (desde el liberalismo igualitario al comunismo). Sin embargo, los cálculos electorales, las rencillas del pasado, el camino propio y la política universitaria fueron los aspectos que se tomaron la negociación.
En suma, se abandonó la amplitud y se privilegió lo electoral. Las razones dadas no convencen. Por un lado, sumaron al FRVS, un partido que hasta el día de hoy tiene a San Ramón (una de las comunas más pobres del país) sometida por el narcotráfico.
Por otra parte, las excusas de los “treinta años” tampoco parecen ser válidas, varios que mantuvieron el modelo forma parte del actual acuerdo (Marcelo Díaz, Guillermo Tellier, etc.). Y por último, las razones ligadas a los escándalos de corrupción tampoco tienen sentido si aceptaban al PS (el que recibió un 8% de los dineros utilizados por SQM) y al PPD no (recibió menos de un 3%).
Más allá de las culpas, cuesta entender el criterio que permitió que algunos sean considerados y otros no. Al parecer, al calcular electoralmente el acuerdo, para Jadue y/o Boric, no era conveniente que una fuerza como la del PS se sume y que la figura de Provoste quede en suspenso. Al menos, en cantidad de votos esas corrientes podían cambiar el panorama.
Si los objetivos de la izquierda son transformar y cambiar el actual modelo, las lecciones del pasado dan cuenta de que la decisión de ir con primarias separadas no es la correcta. Es evidente que las diversas visiones han quedado separadas y esa es la mejor noticia para la derecha luego de los paupérrimos resultados que obtuvieron el fin de semana pasado.