Imagina un mundo en donde todo está conectado. No hablo solo de nuestros celulares, televisores y computadores, sino que de todo lo que tiene valor para nosotros: nuestros autos, nuestros buses, nuestros refrigeradores, nuestros hospitales, nuestras industrias, nuestros relojes y hasta nuestras ampolletas.
Ese mundo no está muy lejos de convertirse en realidad y la encargada de lograrlo es una tecnología que recién comienza a adoptarse alrededor del mundo: el 5G.
Efectivamente, el 5G es la quinta generación del servicio de conectividad móvil que comenzó a gestarse hace ya cuatro décadas con la aparición de los primeros celulares. Una evolución que nos ha hecho pasar por la voz, el texto, los datos y ahora, la conectividad total.
Si el 4G significó un cambio radical en las personas, el 5G buscará cambiar la sociedad en la que vivimos. Porque esta nueva generación de conectividad móvil traerá muchos más beneficios a nuestras vidas que simplemente poder ver más videos o navegar más rápido en nuestros celulares.
Una revolución que, para entenderla, debemos saber primero de qué se trata y en qué mejora a lo que tenemos hoy.
Los tres pilares
Si hasta ahora cada generación de comunicación se había preocupado de conectar personas de diversas maneras, ahora será el turno de que todo a nuestro alrededor se vuelva Smart. Ya dejaremos de pensar solo en nosotros, sino que también en las máquinas y todos los servicios que ahora pueden brindarnos. Y para ello, necesitaremos más de una mejora en nuestras redes: necesitamos redes mucho más rápidas, con una conexión que responda en tiempo real y capaz de soportar aún más objetos conectados a internet de los que ya existen.
Sobre la velocidad de descarga, es algo que ya podíamos esperar, ya que cada generación el tope de esta se supera. Pero la distancia del 5G será mucho mayor, ya que se espera que en esta etapa de desarrollo sea 10 veces más rápido que lo que conocemos hoy, en condiciones óptimas. Con un máximo posible de 10 Gigabits por segundo, bajar una película de 2 horas en tan solo 3,6 segundos. Esto es a la par o incluso más veloz que una conexión de Wi-Fi hogareña. Por supuesto, el máximo teórico siempre es difícil de alcanzar, pero la mayor velocidad estará garantizada.
Con eso no solo ganaremos en tiempo, sino que en calidad. Lo más importante de contar con una mayor capacidad de descarga será la llegada de contenidos en 4K y hasta en 8K, como ya está comenzando a probarse. Esto también significará que el respaldo y recuperación de datos en la nube será cada vez más instantáneo.
La latencia es una palabra que quizás no conozcas pero que vamos a empezar a escuchar mucho más a menudo. Y en realidad es un concepto muy sencillo: es la velocidad de respuesta que existe entre realizar una acción en nuestro dispositivo y recibir una respuesta desde el otro lado. Ejemplos de latencia en nuestro día a día hay muchos: es, por ejemplo, el retraso que se genera cuando hacemos una videollamada o cuando jugamos un videojuego en línea y nuestro personaje se demora en hacer lo que queremos.
La latencia se mide en milisegundos y, a menor valor, mayor es la velocidad de respuesta. El promedio de latencia en una conexión 4G es de 20 milisegundos, pero en 5G se espera que sea tan solo 1 milisegundo, es decir, prácticamente en tiempo real.
Esto significa que, sobre todo lo que tenga que ver con comunicación será de mejor calidad, más inmediato y abriendo espacio a nuevas formas de interactividad: la conectividad instantánea nos permitirá desarrollar nuevas aplicaciones, como la medicina a distancia, el trabajo con maquinarias o incluso el entretenimiento, con aplicaciones como transmisiones de realidad virtual en vivo y en directo.
Finalmente, el 5G tiene la capacidad de entregar mayor cantidad de objetos conectados al mismo tiempo sin generar la saturación a la que hoy estamos acostumbrados. Esto principalmente para permitir que miles de artefactos estén conectados e interactúen entre sí, en lo que se ha llamado el Internet de las Cosas. En un mundo con 5G no solo nuestra casa estará completamente en línea, sino que todo lo que vemos y con lo que interactuamos podrá estar en la red, generando y compartiendo datos que, a la larga, nos ayudarán a tomar más y mejores decisiones.
Esta es la base de lo que se conocerá como una Smart City, un sitio donde desde la congestión vehicular hasta el uso del agua podrá medirse de manera digital. Todo esto, en una red que generará un 90% menos de gasto energético, necesario para que dispositivos que no cuentan con una gran autonomía o acceso a una batería muy potente puedan conectarse. Es decir, objetos cada vez más pequeños y portátiles también podrán conectarse a través del 5G.
Lo que viene
Para llevar a cabo esta nueva y revolucionaria forma de hacer funcionar al mundo no bastará simplemente con actualizar la infraestructura que tenemos actualmente, sino que será necesario repensar la manera con la cual funcionan hoy las antenas a través de las cuales nos conectamos.
Esto porque para operar, el 5G necesitará cobertura a través de diferentes bandas del espectro móvil. Para explicarlo, hay que imaginar que el aire es como una autopista por donde circulan ondas y datos en lugar de automóviles. Como toda autopista, si esta no se regula, se producen atascos, lo que en el mundo digital se traduce en el colapso de servicios. Es por eso que la navegación a través de esta carretera está regulada, pero de una manera muy especial.
Imagina una gran autopista dividida en diferentes carriles dependiendo de que tan grande y veloz sea el auto. El largo del vehículo sería la longitud de onda y cada vez que aparece un modelo nuevo, hay que decidir por cuál de estos carriles va a correr. Y dependiendo de las características de los autos es cómo se comporta el carril.
Las ondas se miden en Hertz y mientras mayor sea la frecuencia, más corta es su longitud. Hasta ahora, las comunicaciones tradicionales trabajaban en el rango de los Mega Hertz, pero con el 5G, se optó por transitar por comunicación a nivel milimétrico: los Giga Hertz.
Pero ¿Por qué este cambio? Las ondas largas son más estables y viajan a través de más superficies, pero su capacidad de información es reducida, mientras que las ondas cortas viajan por tramos más angostos, pero a mayor velocidad y con más densidad de datos. Volviendo a la analogía de los vehículos, una longitud larga sería un camión -con mucho aguante y alcance, pero más lento- y que, para navegar bien, requiere una vía mucho más amplia, mientras que las ondas cortas serían deportivos, más veloces pero también con menos posibilidades de andar en todo terreno.
Pensando en esto, para funcionar el 5G requerirá el uso de tres rangos de frecuencia diferentes: Uno largo por debajo de 1 GHz, para asegurar cobertura en zonas amplias y de servicios de Internet de las Cosas -dado que su consumo de Internet es bastante bajo-, otro medio en el rango de 1 a 6 GHz, que será el que tenga la base de los servicios iniciales de 5G, y finalmente una frecuencia corta, sobre los 6 GHz, que son necesarias para llegar a las velocidades de banda ancha previstas para el 5G.
Por ejemplo, el WiFi de nuestra casa funciona en una frecuencia mayor que la de una conexión de aire, por lo que puede transmitir más datos, pero siempre dentro de los confines de nuestro hogar. Por eso, a menudo, se pierde señal mientras nos alejamos del router o cuando hay paredes muy gruesas.
Esto implica la habilitación de distintas bandas de frecuencias para las redes 5G. En Chile Subtel consideró, inicialmente, cuatro bandas de frecuencias: la banda de 700 MHz, la banda de AWS (entre 1,7 y 2,1 GHz), la banda de 3,5 GHz y también la de 26 GHz para la onda corta (o milimétrica). Esto también requerirá la llegada de nuevas antenas e infraestructura: gran parte podrá colocarse sobre las actuales infraestructura desplegada, pero para las ondas milimétricas, , necesitaremos contar con una mayor capilaridad de infraestructura móvil, pero de menor tamaño y repartidos en diferentes sitios que se ubique más cerca de los dispositivos o usuarios, como postes de luz, semáforos y otros, que se dedicarán a iluminar toda la ciudad de 5G, sobre todo para los proyectos de ciudad inteligente.