Nos acostumbramos (horrible, por lo demás) a las cosas mal hechas, a medias. Normalizamos a los “tránsfugas; habituamos la “chispeza”; instituimos (otra cosa horrible) al “vivo”, nuevo tipo social, que, con dudosa moralidad y ética, irrumpe en el escenario y obtiene un éxito mediano.
Agreguemos nuestra escasa memoria y en muchísimos casos, la nula o paupérrima educación política que ha provocado que delincuentes estén en cargos de poder y representantes populares que se han vendido, han tranzado sus valores y principios y bailan según las monedas que caigan. El tipo “buena onda”, como el mejor compañero del curso, o el yerno o nuera regalón, afloró en el escenario nacional y cautivó a miles. No se queman, “nunca quedan mal con nadie”, nadan en cualquier agua, atraen, encantan, les enseñaron a hablar, a gesticular y (horrible) a mentir sin decoro.
Su accionar y gestión se centra en lo masivo, en lo popular, en lo panfletario: la plaza, calles, aceras, camiones cachureros, luces en la pobla, multicanchas, o sea, el maquillaje, el “lifting” y, aun cuando nos estemos defecando de hambre, no tengamos servicios básicos, el costo de la vida esté por las nubes, paguemos el combustible más caro del mundo, no tengamos acceso ni a salud, ni educación ni casi nada digno, seguimos eligiendo una y otra vez a los “buena onda”…En su casa colocan una puerta que se abre hacia adentro, no importa.
Le instalan una ventana que igual se abra hacia adentro (que algún exalumno arquitecto-constructor me lo explique), y nada decimos, te entregan una plaza que al mes está inservible, pero no importa. Todos sabemos de los políticos comprados y otros que se están tentando hace rato por el poder, y los seguimos eligiendo. Los casos de corrupción y su hediondez han impregnado la patria, pero no importa, los mandamos a clases de ética, los elegimos presidentes, senadores, diputados, alcaldes. Ante nuestros ojos desfila un escuadrón de sinvergüenzas, pero nada decimos porque “igual tengo que levantarme a trabajar” y como tiene plata “no creo que vaya a robar”.
Nuestra ¿clase política? juega con nosotros y nos mueven cual peón en tablero, somos prescindibles, tenemos vocación para ir al sacrificio, no importamos, importa la reina, el rey y no se te ocurra ponerlos en jaque. Al primer ataque, se defienden: en primera línea los peones, los alfiles, los caballos, la gente común y corriente, usted, yo, los millones de chilenos. Cuando les conviene, voto voluntario; cuando no, obligatorio, sin consultar, sin preguntar a nadie. Ellos, parapetados por sus torres, -casi por mandato divino-, deciden por usted, por mí, por todos. Escudados en los votos que les entregamos, deciden nuestros destinos, nuestros deberes y limitan nuestros derechos.
Está bien: voto obligatorio, pero yo también les exijo que sea obligatorio que trabajen, que cumplan con sus horarios, que se dejen de estar horas y horas en los matinales, que sea obligatoria la rebaja de sus dietas, que se terminen sus beneficios, que sea obligatorio si vas a hacer campaña, que renuncies, que sea obligatorio que no te paguen más celulares, bencina, pasajes, arriendos, que sea obligatorio que no te paguen nunca más, pero nunca más (otra aberración) bonos por ir a trabajar, ¿a quién cresta le pagan sobre el sueldo un bono por ir a trabajar?…
Horrible lo que estamos viviendo, horrible estos sinvergüenzas que ya olvidaron principios y discursos, horrible estos “pillines” que deciden quién sí y quién no puede participar en política, francamente asqueroso seguir con consignas y discursos que no han cumplido y que, sin haberle trabajado un día a nadie, quieran llegar a los más altos cargos de la República…¿Una ventana al revés?, nada, un pelo en la sopa…Coimas y pagos en instalación de luces, nada…El verdadero absurdo es que millones nos acostumbremos a que estos verdaderos delincuentes de la política y de las voluntades nacionales, sigan disfrazados de “buenas maneras” y que la ley no los toque ni con una pluma mientras nos siguen “ensuciando” una y otra vez…
No es la ventana al revés, somos todos los que permitimos que esto siga sucediendo. Cuidémonos mucho y no solo de la pandemia: hay “bichos” y verdaderos virus que están contaminando nuestra alma.