El lunes 24 en la mañana concurrí al Hospital Clínico de Punta Arenas a realizarme algunos exámenes rutinarios. Mientras esperaba, ya por casi media hora en la fila común para la toma de examen PCR, de pronto sentí una leve molestia y en pocos segundos me desmayé. La persona que estaba detrás mío me alcanzó a sujetar, para evitar golpearme contra el suelo. Durante dos minutos tuve una pérdida del conocimiento, denominada “lipotimia” y cuando “desperté” me encontraba rodeado de enfermeras y paramédicos.
Alcancé a escuchar la palabra “Código Azul” y tras algunas preguntas para identificarme y situarme en el tiempo y en el espacio, fui llevado a Urgencia, donde fui objeto de más de seis exámenes distintos.
Mientras me recuperaba en la sala de Observación y veía correr a todo ese personal afanado en atender a los pacientes, pensé “aquí estoy viendo cómo funciona el servicio público en Salud”.
Y es esa reflexión la que debemos hacernos periódicamente los chilenos y los magallánicos. Porque a pesar de las críticas por casos puntuales, podemos decir que nuestro país tiene un servicio público de Salud que merece ser fortalecido, empoderado, dotado de mejor equipamiento y de capacidades para atender la creciente demanda una ciudadanía cada vez más exigente. La región de Magallanes, en poco más de 10 años dispone de cuatro hospitales públicos de alta tecnología y de calidad. Calidad que tiene que seguir mejorando.
Y debemos sentirnos orgullosos de los médicos, enfermeras, paramédicos, tecnólogos médicos, TENS y demás profesionales que -literalmente- se juegan la vida en estos tiempos de pandemia.
Este gobierno hace todo lo posible por privatizar y debilitar a la función pública en Salud, siguiendo su ideología ultra-neoliberal.
Este episodio fue una pérdida de conocimiento, no una pérdida de conciencia, porque como ciudadano tengo conciencia que Chile se merece un potente servicio público de salud, como lo intuyó el Ministro de Salubridad Salvador Allende en 1939, cuando creó el Servicio Nacional de Salud, y con esta misma conciencia reclamo y me movilizo para que en la nueva Constitución quede consagrada la primacía del servicio público de Salud sobre el negocio privado.