La profecía se cumplió nuevamente. Cómo no, si desde la semana pasada los medios de comunicación pregonan el caótico desorden que ya es un clásico del primer lunes de marzo.
El “súper lunes” no se quedó atrás y cumplió todas las expectativas de las y los agoreros de siempre; caos vial, transporte público de pasajeros sobrepasado, nerviosismo y una que otra sorpresita de último minuto.
Aunque parezca extraño y hasta patológico, no falta quienes disfrutan -cómodamente sentados en el living de sus casas- viendo por televisión que nada de lo que estaba previsto por las autoridades funcionó.
Está en el alma de los chilenos y chilenas esperar lo peor, quizás por estar acostumbrados a sufrir con frecuencia los efectos de grandes catástrofes de la naturaleza. Sobre esa base, es indudable que los terremotos, incendios, aluviones e inundaciones han moldeado la idiosincrasia criolla.
Pero no solo la naturaleza se manifiesta y nos marca, últimamente la política también contribuye con lo suyo. Para bien y para mal. Así lo subrayan cada semana los estudios de opinión pública, que siguen evidenciando la desconfianza que siente el ciudadano común hacia la clase política y su desconexión con ella.
Hace algunos días publicaron los resultados de la encuesta Pulso Ciudadano, que buscaba conocer la percepción de la gente respecto del nuevo proceso constitucional, que pese a los esfuerzos de los políticos por relevar su importancia y trascendencia, aún no consigue entusiasmar a muchos.
Tanto que “un 57,1% de la población chilena tiene nada, o poca, confianza en el proceso constituyente”, lo que refleja que el foco está en otro lado. A mi entender, el creciente desinterés es un fenómeno con múltiples explicaciones.
Podemos decir, y ya se ha hecho, que la tentativa anterior de elaborar una nueva Constitución fracasó por los errores cometidos, los cuales terminaron por hundir el trabajo realizado durante un año. Pero lo que no se podrá negar nunca es el carácter democrático que tuvo en su inicio, ejecución y votación final.
La épica y el correspondiente relato de aquella gesta ciudadana, no se repite en este nuevo intento para dotar a Chile de un instrumento legal que le permita navegar hacia el desarrollo.
La base popular y democrática que tuvo la Convención Constitucional fue reemplazada por una comisión de 24 de expertos elegida a dedo por los partidos políticos con representación parlamentaria, cuya misión es entregar en noventa días un bosquejo de Constitución que sirva de insumo en la discusión y redacción final que harán los 50 consejeros que deberán elegir los ciudadanos y ciudadanas el 7 de mayo próximo.
En el VAR -haciendo una analogía con el fútbol- 14 juristas velarán por que nadie se arranque con los tarros y exceda los límites fijados en el rayado de cancha acordado por el oficialismo y la oposición. Por cierto, también fueron escogidos a dedo.
Hayamos votado apruebo o rechazo en septiembre pasado, esta vez se nos pide comulgar con una rueda de carreta elitista y aristocratizante, que más se parece a la Comisión Ortúzar de la Constitución de 1980 que al proceso anterior.
Marzo apareció con su peor cara y difícilmente usted podrá eludir las obligaciones que pone en su camino, aunque siga pensando que son más urgentes otros temas mientras empuja para subir a la micro o al Metro en el retorno a casa.