La gran favorita para arrasar en la gimnasia artística de los Juegos Olímpicos de Tokio no pudo continuar en la final por equipos, dejando claro que las “razones médicas” que argumentaron las autoridades de su delegación tenían que ver más con los desafíos emocionales que con los físicos. «Debo hacer lo que es bueno para mí y concentrarme en mi salud mental», dijo la gimnasta, quitándole el velo a un tema casi tabú en la élite del deporte, y que causó sorpresa para quienes esperaban disfrutar de su talento incomparable.
Simone Biles tenía muchas razones para mostrar fragilidad. Adoptada por sus abuelos luego de que su madre perdiera la custodia de cuatro hijos por problemas de drogas y alcohol, separada de dos de sus hermanos en el proceso de la adopción, víctima confesa de abuso sexual del médico Larry Nassar, las grietas de un pasado tumultuoso nunca parecieron filtrarse a ese terreno de asombro y perfección que era su carrera deportiva…. Hasta la noche del 27 de julio en Tokio.
“No puedo subir ahí”, se percibe que dice a su entrenadora justo antes de comenzar la rotación de riel de equilibrio, en unos inusitados Juegos Olímpicos sin público que han desbloqueado un nuevo nivel de intimidad, en el que se escucha desde la respiración agitada de un atleta hasta el “¿pero qué hago?” del campeón de espada de Londres 2012 Rubén Limardo, mientras trataba de descifrar al ulterior ganador, el francés Romain Cannone. Inmediatamente fue sustituida por Jordan Chiles, quien no pudo evitar que Estados Unidos fallara en su intento de lograr un tercer oro olímpico consecutivo por equipos femeninos.
“Desde que entro al tapiz, estoy yo sola con mi cabeza, tratando con demonios en mi cabeza (…) Debo hacer lo que es bueno para mí y concentrarme en mi salud mental y no comprometer mi salud y mi bienestar”, admitió Biles ante la prensa, luego de la ceremonia de premiación en la que el equipo del Comité Olímpico Ruso recibió su segunda medalla de oro en la gimnasia de estos Juegos Olímpicos, luego de la masculina.