En diciembre de 2021 la editorial Cuarto Propio en Santiago anunciaba la publicación de un volumen que reunía una selección de composiciones líricas de once jóvenes escritoras de Magallanes. El texto surgió de un proyecto financiado por el Fondo Nacional de Fomento del Libro y la Lectura, Convocatoria 2021 del Fondo de Emergencia Transitorio, del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio.
Posiblemente, la génesis de este proyecto hay que buscarlo en la conformación del grupo o colectiva de poetas Nunca Quisimos Ser Reinas en 2018. Posteriormente, en febrero de 2019, realizaron en el café Imago en Punta Arenas, un primer recital denominado “Luces desolada (s) en el estrecho”. Más tarde, participaron como invitadas en el Festival de Poesía Joven efectuado en La Chascona en Santiago. A comienzos de 2020 en plena efervescencia del estallido social, concretaron un segundo recital poético titulado, “Luces desolada (s) en el estrecho: Tiempo de Fuego”. En tanto, para la conmemoración del Día Mundial del Libro de aquel año, la Fundación Pablo Neruda editó la primera muestra de poetas magallánicas llamada “Fiordos, no islas”. Por último, en mayo de 2021 en formato virtual celebraron un tercer encuentro que nombraron “Luces desolada (s) en el estrecho: El día antes del fin”.
En lo esencial, tres son los motivos que unen a estas creadoras: el oficio de la escritura, el sentido de pertenencia con la Patagonia y el objetivo de generar espacios para poder coexistir y mostrar sus trabajos literarios. Al respecto, en el prólogo del libro, una de las principales voces poéticas de Magallanes del último tiempo, -la escritora oriunda de Puerto Natales Marcela Muñoz Molina-, asegura que hasta la década del ochenta del siglo pasado la poesía en nuestra región fue fundamentalmente contemplativa. El hablante lírico escribía influenciado por un entorno que lo terminaba por someter: la inmensidad de la pampa, el viento, la nieve; la geografía subyugaba al poeta a sus designios, a sus caprichos. En definitiva, el paisaje condicionaba su quehacer literario. Nosotros creemos, que el punto de inflexión al que se refiere Muñoz Molina se produjo a partir de la publicación de algunos textos señeros como “Dawson”, de Aristóteles España en 1985 y “La Tierra sin Fuegos”, de Juan Pablo Riveros, en 1986. A contar de entonces, el o la poeta se impregnan de la naturaleza y la naturaleza se integra a su discurso escritural.
Como dijimos, “Luces desolada (s) Antología de Poetas Magallánicas” comprende a once autoras. La profesora de castellano Fernanda Cárdenas Márquez (1990) quien es autora además, del libro “Creciente”, (2020) abre la publicación con los poemas “Maritorio”, “Sueño un sueño sumergido”, “Kiepja”, “Pluscuamperfecto”, “Muñecas simulando ser humanas” y “Alejandra”. Luego aparece la profesora de lenguaje, Mariana Camelio Vezzani (1994) con los textos, “comuna río verde”, “playa km. 63 sur”, “el territorio se divide…”, “bosque el aracelly”, “sótano de la casa principal (3:07 hrs)”, “habitaciones (02:40 hrs)”, “las turberas atraen los cuerpos…”, “Bartolomé González (33°26´55”sur, 70°38´52”52 oeste)”, “seno skyring (playa palos quemados)”. Camelio Vezzani es autora también del poemario “Isla Riesco” (2019).
Después tenemos a la psicóloga Aileen de la Cruz (1990) con las composiciones, “Autobiografía”, “Segundo y tercer mundo (idílico y secreto)”, “Acuadelario”, “Eco, condena y olvido”, “Lo real”, “la mystique au jour le jour”, “Fotografía de una escucha”, y “El jardín de los terroristas”. Camila Eschmann Navarro, (1993) una educadora de la infancia juvenil comparte sus poemas, “Palabras afiladas”, “Fuego de vivir”, “Has sido nido”, “Desde la ventana”, “Nunca llegaste”, “Inocencia interrumpida”, “Dominga”, “Hemangioma”; a Rocío Escobar (1996) una estudiante de lenguaje con los textos, “Ya, ya, ya”, “Orquídeas negras para el bautismo de un pueblo”, “Palpita que el sopor no dormita”, “Pepito paga ruina”, “No somos lo que somos” y “Anatomía del cuero”.
La psicóloga Carolina Gallardo Huiquil (1993) nos brinda los poemas “I, II, III, IV, V, VI, y VII”, mientras que Roxana Palma Santibáñez (1993) una poeta con varios libros a su haber, “Suspiro, vómito y muerte” (2016), “Cuerpo de agua” (2021) nos entrega las creaciones, “La tarde que te vi en el Parque Quinta Normal”, “Agua Fresca”, “He estado pensando en ti y no hay descanso”, “Desahogo”, “Vasos vacíos”, “A mi mejor amiga” y “Llámame mamá”. A su vez Úrsula Paredes Agüero nos entrega “MARES”, “KIEPJA”, “FAROS”, “TRUCO”, “HOY”, “DANZA” y “CONFESIÓN”.
Por su parte, la fonoaudióloga Andrea Beatriz Santana Bonacich (1992) brinda los textos, “DE QUÉ ESTAMOS HECHOS”, “LOS MELANCÓLICOS”, “PLAYA NORTE-FRENTE AL MAR”, “PANDEPAÍS”, DEJAR IR”, “SI DECIDES BUSCARME”, “LA ÚNICA MANERA”, “VOLVER A LA PATAGONIA”, “LE ESCRIBÍ”, “EL CREDO”, “TINTAS ROJAS”, “LA CARTA QUE NO TE DI”. Por último, tenemos a la estudiante de literatura de la Universidad de Chile, Catalina Soto Caballero (1998), con los poemas “sin astros”, “dañor”, “negación”, “encontrarse”, “compa”, “al otro lado”, “s/ver”, “koshpy” y a la licenciada en gestión de información, bibliotecología y archivística de la Universidad Alberto Hurtado, Bárbara Velásquez (1994) con los textos, “Apropiación cultural”, “Carta apátrida siniestrada”, “monoxidodecarbono”, “Combinación a L5”, “Tú me admiras porque callo y miro al cielo” y “Boto”.
Al decir de la connotada poeta Elvira Hernández: “Son páginas de poemas que las dan a conocer por la perspectiva que adoptan en sus ejercicios de escritura. Algunas se acercan a tocar realidades, frontal y directamente, otras las dejan entrever en la veladura de las palabras: son sus tentativas”.