Las tres capitales comunales más grandes de la región están sufriendo de una especie de síndrome de «niño emperador» que hace que las gestiones se hayan quedado tan solo en olvidadas promesas, más que en la representación lógica y necesaria de una comunidad en general. Son estas figuras que se piensan políticas, las que fueron trastocando el real sentido de ser y parecer autoridad electa democráticamente. Tan solo en Punta Arenas, Natales y Porvenir, vemos cómo dichas administraciones municipales sencillamente se fueron convirtiendo en diminutas monarquías sordas e ineficientes, que se van sustentando en el formato de «caer bien», ser simpáticos o intentarlo, e involucrarse en cuestiones que no tienen relación con ser alcalde, si no más bien en tratar de ir sembrando intereses personales y que sirvan para deseos políticos electorales.
Ahora bien, lo de ser simpáticos, a esta altura ya ni siquiera les sirve, o porque no hay paciencia, o porque realmente no lo son y nunca lo fueron. Pero no es tema para esta columna.
En el caso de Natales, la autodenominada Alcaldía Ciudadana liderada por Antonieta Oyarzo, se ha ido cayendo a pedazos. Oyarzo tenía experiencia en política partidaria anterior, ocupando otros cargos y teniendo consigo un conocimiento de la gente hacia ella. Se topó con el final de una loca carrera edilicia de Fernando Paredes, lo que la ayudó a conseguir el triunfo. Pero prácticamente desde un inicio ella demostró que el municipio era un barco demasiado grande para sus habilidades. Con poco entendimiento de cómo avanzar en aguas tan complejas fue tomando decisiones erradas, sin escuchar ni querer comprender realidades, enojándose con los medios que la criticaron y que hacen análisis sin militancia, contratando más gente en el municipio, gastando millones en perseguir judicialmente al ex alcalde Paredes, sin ganar concursos para proyectos importantes, y colgándose de trabajos que venían desde la administración anterior. El ver a Antonieta Oyarzo hoy, es mirar a alguien desconectada, sin habilidades blandas para comprender lo malo de su gestión, sin gente realmente preparada políticamente que la vaya guiando, y sin grandes apoyos de otras figuras de la política regional. Pero aún tiene una opción, que ni siquiera ella misma la creó… Y es que en la oposición aún no tienen una carta fuerte y competitiva. La inmadurez de la política natalina ha hecho que finalmente la poca preparación para afrontar estos escenarios los lleven a tomar malas decisiones, y tener autoridades de las que posteriormente se arrepienten… Lo de Antonieta Oyarzo debe ser de lo peor en términos administrativos que le ha pasado a Natales.
En el caso de Porvenir, la situación en rasgos generales no dista mucho respecto de Natales. Simplemente no se ve desde afuera a un representante fueguino de tomo y lomo. Con serios problemas de trato, y actos de censura hacia medios de comunicación, Gabriel Parada ha hecho todo lo posible para mostrarse cada día más lejano. Un alcalde con poco carisma, que estuvo anteriormente en la empresa privada, la misma que tiene más que molestos a la gran mayoría de los habitantes porvenireños por sus servicios y poca empatía con la ciudadanía. Con pocas habilidades blandas, y con un futuro que se podría decir bastante clarito. Una reelección en su caso tendría poco apoyo por lo que uno se encuentra en el reporteo. La mala costumbre que han agarrado algunos de que cuando una nota no les gusta toman el teléfono y llaman al medio también contagió a Parada… De tiempos medievales y dictatoriales, sin entender el rol de la prensa, y acostumbrado a los acuerdos bajo cuerda tal vez. A cualquier comunidad le hace mal este tipo de prácticas, más aún cuando posterior a aquello se hacen las víctimas y nunca más hablan con el medio en cuestión. Una muestra del síndrome que parte esta columna.
Y lo de Punta Arenas es simplemente triste ya a esta altura. Una administración que el sello que ha dejado es el no hablar con todos, el rehuir de entrevistas y reuniones que incomoden. El no ser el alcalde de todos, si no más bien de los que piensen como él, le hagan caso, o apoyen a rajatabla sus decisiones. La pequeña monarquía de Claudio Radonich se ha tapado de alguna manera con su presencia en incendios, con su risa como si fuera todo liviano, con sus acuerdos con algunos comunicadores y otros pocos medios, y con una derecha que se ha rendido a lo que diga y quiera el propio Radonich. En términos comunales la centro-derecha ha sido inmóvil, sin sacar a nuevas figuras y se ha subido al caballo de la eterna continuidad sin mayores sobresaltos y sin grandes proyectos. En siete años Radonich ha conseguido quitarnos identidad como ciudad, como si fuera alguien al que no le importan las fechas tradicionales o especiales. Dejando tradiciones en el pasado, y queriendo hacer prácticamente una ciudad con nuevas costumbres… Paralelamente, sigo buscando los grandes proyectos del actual alcalde, que dejará para el recuerdo y los libros de historias, o para periodistas molestosos como este que escribe.
Pero no, no encuentro. Más encima, creo que la falta de verdad en los análisis de él mismo, y de algunos de sus aliados, le han hecho un daño tremendo a la ciudad como tal. Pareciera que nos ven a los puntarenenses como estúpidos e ignorantes, que recibiremos cualquier cosa que nos ofrezcan, y que una tarjeta que demuestra el tipo de ciudad que quieren, nos desviará de la comprensión que debemos tener como ciudadanos. Volvemos cada día de la calle, con la sensación de que Punta Arenas está feo, abandonado. Se muestra como una ciudad poco querida, y con un alcalde más preocupado de sus ideas e intromisiones que de darnos lo que merecemos y lo que nos hace sentirnos orgullos residentes de esta inigualable ciudad.
Y al frente sigue la porfía. Con una oposición que desde algunos grupúsculos siguen pensando en hacer resucitar fantasmas, que tendrán cero resultados. Aunque quieran hacer pensar algo distinto. Tienen una candidatura única que hasta un ciego puede ver, pero siguen mostrándose como si fueran expertos en algo que no lo son. Y es lo que piensa y quiere la gente. No los pequeños grupos dentro de un partido político. Hoy es más claro que el agua… Si la centro izquierda no lleva una candidatura única frente a quien sea que vaya por la derecha en octubre, simplemente perderán. Cuestión que no es tan raro que no entiendan. Lo han demostrado insistentemente en los últimos años, y no sería raro que repitieran la misma inentendible fórmula. Más encima unos pocos siguen pensando en primarias… Con una sociedad que ya no quiere ir a votar, donde con suerte irán algunos cientos, para que algunos dirigentes puedan sentarse a negociar quizás qué cosas.
Esa es la realidad, y los que no tienen posibilidades de nada, es a los que más les importa trabar la rueda.