El coeficiente intelectual medio de la población mundial, que desde la posguerra hasta finales de los años ’90 siempre había aumentado, en los últimos veinte años está disminuyendo. Es el «efecto inverso» del efecto Flynn. (Nota: James R. Flynn, investigador de la Universidad de Otago en Nueva Zelanda, planteó en los 80 el notorio incremento del CI en los seres humanos a través del tiempo)
Parece que el nivel de inteligencia medida por las pruebas disminuye en los países más desarrollados. Muchas pueden ser las causas de este fenómeno. Una de ellas podría ser el empobrecimiento del lenguaje. En efecto, varios estudios demuestran la disminución del conocimiento léxico y el empobrecimiento de la lengua: no solo se trata de la reducción del vocabulario utilizado, sino también de las sutilezas lingüísticas que permiten elaborar y formular un pensamiento complejo.
La desaparición gradual de los tiempos (subjuntivo, imperfecto, formas compuestas del futuro, participio pasado) da lugar a un pensamiento casi siempre al presente, limitado en el momento: incapaz de proyecciones en el tiempo.
La simplificación de los tutoriales, la desaparición de mayúsculas y la puntuación son ejemplos de “golpes mortales” a la precisión y variedad de la expresión. Solo un ejemplo: eliminar la palabra ′ “señorita” (ya en desuso) no solo significa renunciar a la estética de una palabra, sino también fomentar involuntariamente la idea de que entre una niña y una mujer no hay fases intermedias.
Menos palabras y menos verbos conjugados implican menos capacidad para expresar las emociones y menos posibilidades de elaborar un pensamiento. Los estudios han demostrado que parte de la violencia en la esfera pública y privada proviene directamente de la incapacidad de describir sus emociones a través de las palabras. Sin palabras para construir un razonamiento, el pensamiento complejo se hace imposible.
Cuanto más pobre es el lenguaje, más desaparece el pensamiento. La historia es rica en ejemplos y muchos libros (Georges Orwell- “1984”; Ray Bradbury – “Fahrenheit 451”) han contado cómo todos los regímenes totalitarios han obstaculizado siempre el pensamiento, mediante una reducción del número y el sentido de las palabras. Si no existen pensamientos, no existen pensamientos críticos. Y no hay pensamiento sin palabras. ¿Cómo se puede construir un pensamiento hipotético-deductivo sin condicional? ¿Cómo se puede considerar el futuro sin una conjugación en el futuro? ¿Cómo es posible capturar una tormenta, una sucesión de elementos en el tiempo, ya sean pasados o futuros, y su duración relativa, sin una lengua que distingue entre lo que podría haber sido, lo que fue, lo que es, lo que podría Ser, y lo que será después de que lo que podría haber sucedido, realmente sucedió?
Queridos padres y maestros: demos material para hablar, leer y escribir a nuestros hijos, a nuestros estudiantes. Enseñar y practicar el idioma en sus formas más diferentes, aunque parezca complicado. ¡Especialmente si es complicado! Porque en ese esfuerzo está la libertad. Quienes afirman la necesidad de simplificar la ortografía, descontar el idioma de sus “fallas”, abolir los géneros, los tiempos, los matices, todo lo que crea complejidad, son los verdaderos artífices del empobrecimiento de la mente humana. No hay libertad sin necesidad. No hay belleza sin el pensamiento de la belleza.
* Christophe Clavé, profesor de estrategia de la HEC (Escuela de Estudios Superiores de Comercio) de París, y autor del libro “Los caminos de la estrategia”