Uno de los problemas políticos y constitucionales de mayor relevancia que deberá determinar la futura convención constituyente será la definición del tipo de Estado y de modelo de desarrollo que debiera regir en Chile en los decenios venideros.
Pudiera suceder que la Convención, sin embargo, a la hora de definir el tipo de Estado, zanje en favor de un modelo de Estado social y de derechos, dando por superado el concepto neoliberal de Estado subsidiario, principio que debiera dar paso en consecuencia a un nuevo modelo de desarrollo nacional.
El libro “El otro Modelo. Del orden neoliberal al régimen de lo público”, de Fernando Atria, Guillermo Larrain, José Miguel Benavente, Javier Couso y Alfredo Joignant (Santiago, 2013, Random House Mondadori, 401 p.), plantea en toda su complejidad el dilema entre el orden neoliberal y un nuevo régimen donde el Estado ejerce amplias funciones en el desarrollo nacional.
Probablemente este es el nudo crucial del debate constituyente venidero.
Los resultados estructurales del modelo neoliberal, aplicado desde 1973 y sobre todo desde 1975 en adelante en Chile, pueden ser decisivos a la hora de diagnosticar la estructura económica y social que nos rige: la privatización forzada de más de 700 empresas públicas después del golpe militar, ha hecho posible una profunda desigualdad en la distribución de la riqueza, un gigantesco daño ambiental producto de las actividades extractivistas y en ciertos sectores, de la depredación de los recursos naturales, además de una exagerada concentración del capital y la riqueza. La economía chilena funciona como un aparato piramidal de industrias concentradas y monopólicas.
La concentración del capital en Chile, da forma a una compleja trama de empresas y corporaciones, que operan con una lógica transnacional y en los rubros estratégicos de la actividad económica, de las comunicaciones, del transporte, el sector energético, de la banca, y los seguros, trama que gira alrededor de la denominada “industria previsional” que es el mecanismo de recaudación de dinero y a través del cual la banca se nutre de capital fresco…fresco en el doble sentido del término.
Sin duda la transición desde un modelo de Estado y de desarrollo basado en los conceptos de la ideología neoliberal, hacia un modelo de Estado social, democrático y de derechos, y hacia una configuración de desarrollo nacional, abierto al mundo, centrado en las necesidades y urgencias de la ciudadanía, una forma de desarrollo humano e inclusivo, ambientalmente sustentable y socialmente legitimado, pueden significar una transformación de grandes dimensiones en el futuro de nuestro país.
Considerable tarea que tiene por delante la convención constitucional.