Entre la frustrada Alcadía Ciudadana de Puerto Natales que conduce Antonieta Oyarzo y el gobierno de Gabriel Boric existe más de un punto de contacto.
Ambas administraciones llegaron al poder mediante un discurso emocional y que no ofrecía demasiadas pistas sobre lo que podría realizar en materia de economía. Entiéndase negocios, empleo, desarrollo estructural.
Cuenta la leyenda que la primera vez que Oyarzo se reunió con el gobernador regional Jorge Flies, este luego le comentó a algunos de sus conocidos que no había terminado de entender cuál era el proyecto de la flamante alcaldesa para su comuna. Ella le había hablado de impulsar el diálogo ciudadano, de reconocer minorías, de iniciativas verdes, pero al final de cuentas el sustento de su discurso político era pobre.
Demás está decir que si no le mencionó su cartera de proyectos a Flies es porque, tal como hemos terminado comprendiendo, no tenía ninguno.
El discurso de Boric, minutos después del triunfo, también trascendió los números y los índices y se ancló en reivindicaciones y dolores de una sociedad que, a pesar de sus avances, aun no ha cumplido su ciclo de desarrollo. Boric apuntó con fuerza a la educación y la salud, dos espacios de profunda discusión durante los años de democracia.
Tampoco cumplió el presidente en estas materias y su administración se fue empantanando en luchas que no eran prioritarias. La reforma constitucional que impulsó junto a su equipo y sector partidario, puso acento en cuestiones que no estaban en el corazón y ni siquiera en el imaginario nacional.
“Vamos a meterle inestabilidad al país porque vamos a hacer transformaciones importantes”, prometió en 2021 el secretario general de Revolución Democrática, Sebastián Depolo, una frase que trajo mucha cola. Y otra mas: “Solamente usé el poder para ir desarmándolo”, comentó a principios de año Irina Karamanos, ex pareja del mandatario en relación a su figura como Primera Dama, pero amparada en una línea que simboliza el descontento con la tradición y la instituciones.
Ambas consignas, entre muchas que se han escuchado desde La Moneda, parecen sostener mucho más que reticencias contra la idea de poder y de gobierno. Casi como una búsqueda de cierto caos de base.
Está claro que una nación que no crece, empobrece. Han pasado los años y, discursos a parte, Chile sigue perdiendo potencia en sus motores. En del último ranking que define los mejores lugares del mundo para hacer negocios, según el centro de análisis Economist Intelligence Unit (EIU), el país figura en el puesto número 30, es decir, 8 puestos más abajo que la última elaboración.
Hemos sido testigos en este tiempo de cómo otras voluntades foráneas entran en el juego de la economía y son apañados por el gobierno actual.
Para cualquier empresa que quiera invertir en el país le será por estos días bastante complejo superar la muralla de recursos judiciales seudo ambientales levantada por ONGs de todo orden aunque muchas de ellas extranjeras y que se prolongan en pequeñas organizaciones locales.
Una mirada hecha mediante un imaginario zoom, un análisis desde el afuera, no tardará en concluir que la actual clase política gobernante tiene una mal disimulada alergia contra la clase empresarial. Esta misma mirada se vuelve tierna y acogedora cuando los que llegan a “invertir” son ONGs extranjeras que a su vez tienen como proyecto convertir al país en un parque nacional con escasa población. Los hechos corroboran estas hipótesis. Allí la tenemos a Kris Tompkins profundizando el legado de su millonario marido Douglas para transformar a la mayor parte de Chile en tierra de “nadie” o de su Fundación Rewilding. Porque donar bajo condiciones de uso no es donar, es autoregalarse.
“El actual gobierno de Gabriel Boric ha promovido políticas que no son favorables a los negocios», aseguró Nicolás Saldías, economista senior de EIU para América Latina a BBC Mundo, consignó Emol. Algunos de los elementos nocivos se relacionan con sistemas restrictivos o intervencionistas y aumento de la delincuencia.
En este mapa social y económico, Puerto Natales es apenas un punto de muestra de una realidad más amplia. Desde que la Alcadía Ciudadana se hizo cargo los índices de empleo y desarrollo han caído en picada. En el contexto de una baja general de la producción en Magallanes (salmonicultura, campo, pesca artesanal e industrial), la administración de Oyarzo hizo algo más que aportar su granito de arena.
Por orden suya, en los últimos tres años se cerraron bodegas, no hubo celeridad en las autorizaciones para la habilitación de las dos mega plantas dedicadas al procesamiento de salmones, la obra privada se encuentra parada por la increíble lentitud en las autorizaciones de la Dirección de Obras municipal, no hubo un sólo proyecto de relevancia emprendido por la actual administración y la lista sigue. En las calles comerciales de Natales se observan locales cerrados a pesar de que el turismo tuvo una buena temporada luego de los años de pandemia.
También aquí Natales bajó en su propio ranking.