Hace mucho rato que las formas de querer hacer política nos han ido llevando como sociedad a un despeñadero. De uno y de otro lado han aumentado el desperdicio de palabras mal enfocadas o deseando la confrontación para ver si algo se puede aprovechar de la basura que van dejando a su paso. Y así ha pasado el tiempo, y seguirá pasando. Con supuestos líderes de pequeños grupos que pretenden avanzar con teorías malas y proyectos ambiciosos pero solo para unos cuantos.
Personas poco confiables, leales solamente con su primer anillo y nadie más. Autoridades y candidaturas populistas, sin contenido ni estudio. Con más interés en la ideología y el bolsillo que en la solución de problemas. Molestos de que se les pregunte o enfrente con decisión e información. Cobardes para las entrevistas y el entregar respuestas que pide la gente. De muy poca vergüenza a la hora de tener que repetir instrucciones centrales, o de hablar de vacaciones, o decisiones que ni siquiera un seremi puede explicar.
Con cores y concejales con poco buen talante. En busca de un espacio en la malamente convertida fauna política. Con reuniones de no más de 30 personas, o con triunfadoras que se creen políticas pero que de verdad no lo son. Con malas declaraciones, y con demostraciones de no tener idea de lo que hablan.
Un pena por nosotros.
Con tipos aparecidos hace unos años tras haberse llenado de miedos frente a protestas sociales. Con los mismos tipos ocupando la violencia verbal que quizás igual ocupan en sus casas, donde nadie les dice nada. Con la pelea de egos en la derecha que solo busca denostar al que hasta hace solo unos meses era el socio perfecto. Si no me cree vaya a las declaraciones de enero de este año cuando «la candidatura» de oposición al Gobierno Regional estaba «definida».
Con candidatas que creen que el tener un apellido supuestamente histórico en Magallanes le significará más votos que los que ya ha sacado. Cuando son capaces de hablar de «transversalidad» sin ser transversales.
Cuando por falta de alternativas te quedaste en el oficialismo con la candidata menos mala, que ahora ya no quieren apoyar. Y que todos saben que juega a perder para ser candidata a diputada. Es decir, voy a todo hasta que me elijan.
Con un gobernador que busca la reelección sin tener que enfrentar a nadie del sector que representa, pero que no se siente representado por él. Esperando cumpla lo que ha muchos, según ellos mismos, les ha prometido.
Con partidos políticos locales que pesan menos que las comunicaciones contratadas en Santiago por empresas que se vienen a Magallanes para contarnos puras tonteras sin identidad.
Con presidentes de partidos más desaparecidos que la representante del gremio del hidrógeno verde.
Todos se hacen los locos. Todos juegan a que tienen razón y escupen «verdades mentirosas» que solo ellos y sus seguidores quieren escuchar. Una noche aplauden a Patricia Maldonado y reafirman su increíble liderazgo ideológico, y al otro día la ven en redes sociales junto a su equipo diciendo que Punta Arenas «es charcha».
Aceptamos que venga cualquier individuo a decirnos qué hacer y cómo hacerlo, cuando no han vivido jamás en Magallanes. Y los que vienen de otros lados a contarnos sus cuentos son de todos los colores, para que no se equivoquen leyendo esta columna.
Porque hasta hace unos años el «frenteamplismo» me sobaba la espalda por comentarios, columnas o el apoyo a Gabriel Boric frente Kast, y hoy no desaprovechan espacios para descuerar a este periodista que según ellos «se dio vuelta chaqueta». Ni hablar del otro lado, ese que me ha tratado de «comunista» por años y que hoy en día me cataloga de «valiente».
Y así será por los años de los años… Porque cuando la política está en peligro se demuestra a partir de personajes que no debieran estar donde están. Porque un hijo de… si no tienen talento ni transparencia no debiera ser elegido para ningún cargo, y si fuera honrado, ni siquiera debería aceptarlo.
Pero la culpa no es del chancho.
Seguramente ya empezarán a pedirle a la gente su apoyo para octubre. Con la cara llena de risa e intentando demostrar que la simpatía está a flor de piel. El problemas es que la risa no te da contenido ni la inteligencia necesaria para solucionar los problemas de las personas. De eso se olvidaron hace rato.
Es tal el peligro en el que está la política, que también he pensado dejar de escribir y hablar de política. Escenario más que conveniente para muchos de sus burdos protagonistas. Y tal vez sea lo mejor.
Habrá que salir un buen rato de las falsedades que «moros y cristianos» intentan palabrear día a día. Con una generación que se siente superior no es mucho lo que se puede hacer. Cuando no existen las confianzas se hace imposible seguir escuchando. O a lo menos se vuelve más que incómodo.
Y por otro lado, cuando no tienen los valores ni las ganas de avanzar, si no que solamente quieres trabar, tampoco son reales las promesas que te ofrecen terminar con todo lo malo.
Finalmente, me doy cuenta que lo malo muchas veces son ellas y ellos mismos. No nosotros, no la gente, menos la política. Una política que está en peligro por los políticos que la siguen manoseando.