Presidente, le cuento que las cosas en Magallanes no están bien. Que sus representantes a nivel local en muchos casos no han dado el ancho y que más allá de afectar a la región también lo hacen obviamente con la administración que representan. No es mi afán ser acusador de acciones propias (lamentablemente) de la política de hoy en día, si no más bien de colocar sobre la mesa situaciones y percepciones que tenemos en una gran mayoría los magallánicos. No hay que ser muy ducho en estas cosas para entender la rabia de la gente, más allá de las derechas y sus formatos de oposición. Basta con vivir por estos lados para entender la falta de identidad y pertenencia a la hora de tomar decisiones.
Aprovechando que anda por los pagos, déjeme decirle Presidente, que muchos esperábamos más, mucho más de un Mandatario magallánico para con la tierra que nos vio nacer. Que el centralismo sería menos del que justamente usted también criticaba. Que las determinaciones relacionadas con nuestro presente y futuro las podríamos tomar nosotros mismos, o a lo menos ser parte fundamental a la hora de las definiciones. Que se acabarían las instrucciones desde alguna oficina en Santiago para que se ejecuten acá en el territorio…
Presidente, le cuento que muchos y muchas de sus representantes no han estado a la altura en la región. Que muchos magallánicos pensamos que el vocero de Gobierno está donde está solo por ser hijo de Vladimiro (gran relator). Que el delegado presidencial ha sido tan solo una figura decorativa y más bien protocolar, y que en realidad el nivel de conocimiento que ha alcanzado desde que está en el cargo es paupérrimo. Muy poca gente incluso lo ubica. Que la seremi de Economía no da entrevistas a quienes le podríamos hacer «preguntas difíciles». Y que una buena parte de su gabinete dejó de ir a los programas donde pudieran sentirse «incómodos».
Usted mismo, Presidente, publicó en sus redes la frase “Viva la libertad de expresión que incomoda al poder”, en junio de 2021 cuando era diputado. E incluso cuando era candidato presidencial señaló al país que: “Yo lo he señalado antes, y lo vuelvo a señalar acá, el rol de la prensa es incomodar al poder. A veces, quienes estamos en estas situaciones nos incomodamos”.
¿Cómo entender entonces las casi nulas vocerías de las diferentes carteras a nivel local?
Sus representantes han preferido las relaciones públicas antes que el responder preguntas de la prensa de manera libre, y que los temas que se toquen sean los de preocupación de la misma ciudadanía que aprovecha los medios locales para hacerse escuchar, como usted bien sabe y podrá recordar.
Presidente, le cuento que el Gobierno a nivel local adopta una actitud de negar la realidad y tratar de disfrazar problemas evidentes con discursos prefabricados. Su manejo comunicacional es pobre y la tendencia a minimizar los problemas solo abre un flanco innecesario para el propio Ejecutivo.
Cada vez que se intenta desacreditar las críticas se logra alimentar la percepción de que el Gobierno está desconectado de la realidad. Hay una insistencia en negar lo innegable, que no solo deteriora la credibilidad, sino que pone en una posición incómoda a toda la administración, al evidenciar la falta de conocimiento y de estrategia comunicacional sobre cuestiones fundamentales.
Presidente, sepa que la percepción ciudadana (más allá de lo que algunos quieren hacer ver), apunta a una positiva evaluación de lo que provoca la salmonicultura en Magallanes en términos productivos y laborales. Que también existe la sensación de que poco se potencia el turismo teniendo lo que tenemos y además con un director de Sernatur que sale de vacaciones en plena temporada de verano. Que la gente no cree en tanto discurso acerca del hidrógeno, que los miles y miles de millones de dólares que se señalan semana a semana van alejando a la ciudadanía de algo que no es palpable y las personas piensan que nunca lo será.
Que no existen vocerías políticas, ni de su partido ni de los que son parte de la coalición de Gobierno. Que la mayoría se esconde de los medios en general, y que muchos de los que debieran salir prefieren no hablar para no poner en riesgo la pega conseguida.
Presidente, le cuento que me hubiera encantado decirle todo esto y más frente a frente. Con todo el respeto que indica y merece su cargo, con micrófono al medio y cámaras al frente. Como corresponde. Pero a tres años de haber iniciado su administración jamás nos han dado la opción de entrevistarlo. De tenerlo siquiera unos minutos para hablar de Magallanes. Solicitamos durante tres años a través de todos los medios y formas posibles el poder entrevistarlo acá, en Santiago, en el avión, donde sea, pero siempre se nos dijo que no. Presidente, le cuento que eso también cansa y aburre. Porque nunca había sentido tanto centralismo como en estos últimos años.
Presidente, que el viento nos ayude a empujar mejores comunicaciones y mejores comunicadores. Que seamos más críticos de quienes ostentan el poder, y más aún de quienes se incomodan y prefieren guardar silencio. Que nuestro incomparable aire despeje a aquellos que hacen ese daño, y nos oxigene a los que buscamos darle cabida a la gente con sus preocupaciones y aspiraciones.
Que en la región se cumpla con lo debido, y se respete también a los que preguntamos, analizamos, y criticamos con fundamentos e información.