Hace sólo unos meses se conoció la publicación del segundo libro del escritor nacido en Puerto Natales (1967) pero que conocimos como curador del Museo Maggiorino Borgatello de Punta Arenas, donde se desempeñó por más de una década, Iván Rojel Figueroa, quien, en la actualidad, trabaja en el Servicio Agrícola y Ganadero (SAG), lo que significa que semana de por medio, lo tenemos laborando en frontera, específicamente, en Monte Aymond.
Hacemos este preámbulo, porque lo consideramos necesario para explicar la singular veta literaria que caracteriza la obra de este poeta y narrador. En 2019 dio a conocer su texto poético “Décimas Australes” en donde exhibe una gran versatilidad en la creación de versos en diez sílabas. Ahora nos sorprende con un libro de ocho cuentos titulado, “Rastro en el Coirón”, que reúne en un solo volumen, varios antiguos relatos, la mayoría de ellos, premiados en diversos concursos literarios. Y es que Iván Rojel Figueroa suele ubicar la trama de sus creaciones y el accionar de sus personajes en la ruralidad de Magallanes, en particular, en la zona de Última Esperanza, escenario habitual de su obra literaria y que reconocemos a través de la designación de lugares y topónimos como “Dorotea”, “Bories”, “Cerro Castillo”, “Dos Lagunas”, “Antonio Varas”.
El libro “Rastro en el Coirón” está conformado por los cuentos “El hurón”, “El fin de la espera”, “Con el corazón de un buitre”, “Vallejos”, “Las espuelas”, “El carnero”, “Monzón y Tragolín” y “El viejo”. El autor agrega a modo de glosario, un vocabulario de términos, que contribuye por una parte, a la mejor comprensión de las historias en que se desenvuelven los personajes y, por otro lado, a incrementar el acervo lingüístico de la vida campesina patagónica, claramente diferente de lo que ocurre en la zona centro sur del país, -la zona huasa chilena-, con sus modismos y costumbres.
Al respecto, señalamos que “El hurón” logró el primer lugar regional en el concurso “Historias y cuentos del mundo rural”, en su edición 2002, una distinción que también recibió el cuento “Vallejos”, en la versión de 2004. Ambos relatos fueron incorporados en distintas antologías del concurso. “Vallejos”, además, fue seleccionado para una obra de recopilación del 2012 titulado, “Chile soy yo”. En tanto, el relato “El viejo” obtuvo una mención honrosa en el último concurso nacional “Antonio Pigafetta” en 2006. Recordemos que dicho certamen fue una iniciativa cultural conjunta nacida en Punta Arenas, entre la Sociedad de Escritores de Chile, filial Magallanes y la Universidad de Magallanes. A lo largo de su historia, en el “Pigafetta” -que tuvo una existencia de dos décadas exactas-, (1986-2006) participaron y ganaron en sus distintas ediciones, reconocidos escritores chilenos y magallánicos, entre ellos, Pía Barros, Reinaldo Marchant, José María Memet, Desenka Vukasovic, Nelson Torres.
Se podría aventurar que los cuentos que componen el libro “Rastro en el Coirón” fueron escritos, en su mayoría, cuando Rojel Figueroa comenzaba el traslado desde su provincia natal hacia Punta Arenas. Desde esa perspectiva, los textos aparecen narrados desde la memoria del autor, desde un pasado que acompaña al escritor en su nuevo derrotero.
Una característica del trabajo literario de este autor natalino es que recrea episodios vividos; tiene la capacidad de elevar al nivel de la ficción sus propias experiencias extraídas en la cruda estepa magallánica, las que marcaron su niñez y juventud. No se trata de relatos puramente imaginados o contados a partir de lo sucedido a otros. Dicho de otro modo, sabe lo que está escribiendo porque camina sobre un terreno conocido, que le es familiar, que formó su identidad como ser humano antes de convertirse en un profesional destacado en el área de la agronomía.
En las historias de Rojel Figueroa se revela además, en un escenario marcado por la rudeza, la soledad del hombre magallánico inmerso en un ambiente hostil y hermoso a la vez, como lo es la geografía inmensa de la Patagonia. Tal vez por eso, en los relatos de “Rastros en el Coirón” no se advierte presencia femenina. Sólo vemos a hombres en permanente disputa entre ellos, con sus códigos de honor, sus juegos, apuestas. El peón y el campesino magallánico al cuidado de las estancias, con sus caballos, perros y miles de animales. En ese contexto emerge la figura de un tipo de héroe anónimo que atraviesa buena parte de la literatura argentina y uruguaya principalmente, encarnada en el gaucho, que después de recorrer la costa oriental atlántica, se interna en la Patagonia hasta para adquirir contornos propios.
Silenciosamente, Iván Rojel Figueroa suma una serie de galvanos literarios. Entre sus logros, mencionamos el Primer lugar regional en el concurso “Historias de Nuestra Tierra”, 2002, 2004, 2011, 2012 y 2015. Primer lugar regional en el concurso de micro cuentos organizado por el Festival “Cielos del Infinito”, en 2011. Primer lugar nacional en el concurso Larrahona Kasten organizado por la Sociedad de Escritores de Chile filial Valparaíso en 2018 y la mención honrosa lograda en el concurso centenario de Margot Loyola, gestionado por el Museo Violeta Parra, la Universidad Católica Silva Henríquez y la Biblioteca Nacional.
“Rastro en el Coirón” que lleva una imagen de portada de Soledad Rojel A. fue impreso en juan.varasv@gmail.com