A fines de noviembre de 1991, el escritor magallánico Eugenio Mimica Barassi publicó en Santiago con el sello Mosquito editores, su primera novela titulada “Un adiós al descontento”.
Para ese entonces, el autor de la obra era ampliamente conocido en el ambiente local por su trabajo de creación literaria y por su labor como dirigente de la Sociedad de Escritores de Magallanes (SEM). En 1977 había publicado en los talleres gráficos Rudomir Marangunic, el volumen de relatos “Comarca Fueguina”, un texto que por el tratamiento del lenguaje, ya avizoraba lo que vendría después. Dos años más tarde, en la misma imprenta Mimica editó el libro de cuentos “Los cuatro dueños”, que le valió el reconocimiento general de la crítica literaria regional y nacional. Recordemos que este libro obtuvo el Premio Municipal de Literatura en el género cuento, otorgado por la Ilustre Municipalidad de Santiago.
Mimica Barassi participó en la conformación de la SEM donde ocupó el cargo de secretario. En esta condición, destacó activamente en la realización de los dos primeros Encuentros Nacionales de Escritores de Magallanes, como colaborador en el diseño del suplemento literario que elaboraba la SEM y que se incluía el primer domingo de cada mes con “El Magallanes”. Entre 1986 y 87 fue presidente de esta entidad. Bajo su liderazgo, se implementó en conjunto con la Universidad de Magallanes (UMAG), el concurso literario Antonio Pigafetta que tuvo alcance nacional. En esa década, Mimica publicó su autobiografía, en la serie “Quién es quién en las letras chilenas” y con la naciente editorial de la UMAG, la importante crónica “Travesía sobre la cordillera Darwin” (1983). Su trabajo minucioso y analítico, fue reconocido por la Academia Chilena de la Lengua, que lo designó como miembro correspondiente por Punta Arenas, en 1990.
“Un adiós al descontento” es una breve novela que en su momento, -salvo excepciones-, no contó con el espaldarazo de la crítica. Varios elementos confluyeron para que la obra no lograra la difusión que merecía, entre estas, la limitada primera edición, el hecho que se trataba de un autor que provenía de provincia y fundamentalmente, creemos, en la personalidad modesta y hasta hermética del propio Eugenio Mimica, quien, seguramente, vio a este libro como la típica “primera novela de juventud”, algo así como un ejercicio literario, un tránsito para preparar un asalto mayor en el mundo de las letras.
Podríamos señalar, que la vida de este creador se mantuvo circunscrita al quehacer regional, por lo menos, hasta el 2007, cuando decidió radicarse con su familia en la capital. Durante este período, publicó un nuevo libro de cuentos “Enclave para dislocados” (1995), la novela “Tierra del Fuego en días de viento ausente” (2004) y la “Agenda de efemérides regionales” (1996). En Santiago, Mimica Barassi editó en los cuadernos de la Academia Chilena de la Lengua, algunas monografías de importancia: los estudios sobre “Osvaldo Wegmann” (2012), y “Diego Barros Ortiz” (2013). En coautoría con Vesna y Guillermo Mimica, el volumen de relatos, “Tres de la tribu” y finalmente, el estudio “Aporte bibliográfico a la literatura de Magallanes” (2019).
En lo esencial, la trama de “Un adiós al descontento” gira en torno a las actividades de un grupo de amigos que suelen encontrarse en un céntrico café de Punta Arenas, local que al momento de publicarse la novela era el principal centro de reunión de la ciudad –presumiblemente el desaparecido Café Vegalafonte-, y consuman el plan de fundar un nuevo país en la Patagonia. Como escribió el crítico literario Mario Verdugo, “Chile ya ni siquiera amerita llamarse Chile, sino administrativa, un país de ladrones fatuos, -los Administrantes- que nunca estarían dispuestos a reconocer el aporte de la región en materia de sindicatos, de cines y de plantas térmicas”.
En respuesta, el grupo de insurgentes crea el Movimiento Separatista de Meridionía, quienes, junto con establecer este nuevo país en la Patagonia, aceptando el pasado pionero de Magallanes, con su empuje y sacrificio, a continuación, elaboran el ideario que identifica las singularidades del austro, a modo de interpretar la concepción de una nación distinta, independiente, cuya inspiración radica en su historia cultural. Ello explica por sí mismo, la consabida capacidad de los meridioneses de ufanarse ante los otros, como fundadores, o vanguardistas, -adelantos técnicos, sindicatos modelos, innovaciones sociales-, que justificaban ampliamente la existencia de este nuevo país.
Meridionía crea sus propios símbolos, bandera (amarillo, azul y rojo) y escudo patrio, con un diseño urbanístico de ciudad en que no son necesarias las calles; lo primordial son las áreas verdes, y el diseño racional de un espacio citadino donde todo queda cerca de todo.
La reedición preparada por la UMAG lleva un interesante estudio preliminar de la académica de la Universidad Católica del Maule, Lorena López Torres que advierte sobre la distopía del proyecto de Meridionía:
“La novela de Eugenio Mimica confronta la realidad con una construcción paródica de la historia fundacional de Magallanes a través de esta suerte de renacimiento de la región bajo nuevas regulaciones y leyes por medio de las cuales vuelve a quedar a merced del control de unos pocos y donde el enjambre de habitantes es puesto en orden bajo los parámetros de la hegemonía establecida”.
A nuestro modo de ver, “Un adiós al descontento” es una novela señera, de anticipación. Su autor previó e imaginó a comienzos de la década del 90, la desazón, la desesperanza de los habitantes de Magallanes ante el poder político central y reveló lo que muchos sienten actualmente: el deseo de que el austro sea alguna vez, un país independiente, de ese otro país llamado Chile.