El pasado martes 26 de noviembre en el local de Vieja Patagonia en calle Lautaro Navarro 894 se presentó ante buen marco de público, la reedición de una obra periodística que marcó una época en la historia de Punta Arenas y que narra los espeluznantes hechos ocurridos el 5 de octubre de 1923 que terminaron con la vida del matrimonio conformado por Arturo Díaz y Melania Bahamóndez y dos de sus hijas, Luzmira y Lidia, de 10 y 8 años de edad; en tanto, los hijos menores de la pareja, Arturo y Melania Georgina, de 4 y 1 año respectivamente, salvaron ilesos.
Como es sabido, después de varios días de intensa búsqueda, que movilizó a todos los agentes de policía de Punta Arenas y en el que participaron, desde las más altas autoridades del territorio hasta el último de los habitantes de la ciudad, el 16 de octubre, se procedió a encargar reos a Claudio Dorrego Silva de 28 años, practicante de la Armada y Abelardo de la Puente Flores de 39 años, comerciante, ambos confesos del cuádruple asesinato.
El crimen del Cerro de la Cruz tuvo connotación nacional. La famosa revista de actualidades que se editaba en Valparaíso, “Sucesos”, publicó el 29 de noviembre de 1923 una reseña con abundante información gráfica, de los dramáticos acontecimientos del 5 de octubre.
Edición original del libro «El crimen del Cerro de la Cruz», publicado hace 100 años en la Escuela tipográfica, La Gratitud Nacional, en Santiago, por los periodistas Manuel Zorrilla Cristi y Julio Collado Jofré.
Al mismo tiempo, a fines de diciembre dos periodistas radicados en Punta Arenas, terminaban de redactar una crónica de los hechos y emprendían el proceso de edición para imprimir su trabajo, el cual se concretó al año siguiente, en la Escuela Tipográfica, La Gratitud Nacional en Santiago. El texto de 116 páginas llevaba una ilustración de portada del artista y pintor Enrique Artigas e incorporaba, las fotos tomadas en el lugar de los hechos, por el perito fotográfico del Juzgado de Letras y jefe del estudio Holck y Cía., Ernesto Handler Eastman.
La obra se agotó a los pocos meses y aunque, continuamente se hablaba de lo acontecido en el sector, convirtiéndose en una especie de mito urbano transmitido de generación en generación, nunca hubo una reimpresión de aquel libro.
Siete décadas más tarde, el periodista Carlos Vega Delgado editaba en mayo de 1994 una nueva versión de 32 páginas en formato crónica de “El crimen del Cerro de la Cruz”, que incluía algunos dibujos del artista argentino recientemente fallecido Carlos Kuray. En la introducción, se mencionaba que el trabajo anterior fue escrito por los periodistas Manuel Zorrilla Cristi y Julio Collado Jofré. Pese a lo acotada de la investigación, se entregan nuevos antecedentes, entre ellos el testimonio del antiguo matrimonio compuesto por Alfredo Díaz y María Caimapo, quienes aportan nuevos datos biográficos sobre Dorrego y De la Puente y la recuperación de una publicación efectuada en los años 40 por el periódico quincenal “Noticias Gráficas de Magallanes”, que dejaba entrever la posibilidad de que los condenados no fueran los autores materiales de los asesinatos.
Crónica sobre los hechos publicada en la imprenta Atelí de Punta Arenas en 1994, por el periodista Carlos Vega Delgado.
Tal como se supo más tarde, el móvil de los hechos fue el robo. Al parecer, el matrimonio Díaz Bahamóndez se hallaba en buena situación económica. Arturo había adquirido algunas propiedades y tenía además, un negocio de menestras en su propio domicilio. Melania a su vez, provenía de una familia de preceptores chilotes, entre quienes destacaba, principalmente, su tío, Pedro José Barrientos Díaz, uno de los primeros profesores de castellano titulados en el Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile, fundador y subdirector del Instituto de Sordomudos de Santiago, autor de varios textos utilizados regularmente, como manuales en la instrucción pública.
Tanto Dorrego como De la Puente eran reconocidos en sus respectivas actividades laborales, antecedentes que parecen ampliarse en la crónica de Vega Delgado con las declaraciones efectuadas por Díaz y Caimapo sobre el principal inculpado como autor material de los crímenes.
“De la Puente era comerciante, mercachifle, andaba permanentemente con un carrito y caballos vendiendo vestuario y otras cosas a los campesinos. Era moreno, grueso y grande, parecía un hombre bueno, por lo menos así se mostraba a los trabajadores del campo, ya que circulaba de estancia en estancia” (Alfredo Díaz).
“De la Puente era de Ancud, de mi tierra y lo conocí allá. Era alto y gordito. No sé si sería bueno o malo. Yo todavía vivía en el archipiélago cuando se supo del crimen. Vivían cerca de mi casa y vendían leche. De la Puente vivía con su mamá y una hermana. Recuerdo que después del crimen llegó a la librería de Ancud un librito donde se narraban los hechos. Sus familiares fueron a la librería y los compraron todos, para que nadie supiera lo que había pasado. En mi casa me pidieron comprar uno, pero ya no tenían. La familia de (Abelardo) De la Puente era de buena situación económica. Poseía terrenos en una linda casa frente a la Intendencia, un poquito más arriba de la plaza” (María Caimapo).
Reedición de la obra inicial llevada a efecto por Vieja Patagonia Ediciones, presentada el pasado martes 26 de noviembre.
Durante los días que siguieron, los diarios de aquel entonces, “La Unión”, “La Nación” y “El Magallanes” hicieron notar en varios artículos, los elevados índices de criminalidad que afectaban al territorio, solicitando incluso, a las autoridades del gobierno central la aplicación de la pena de muerte para cortar este flagelo de raíz.
Dorrego y De la Puente fueron condenados a la pena máxima, aunque sólo uno de ellos enfrentaría al pelotón de fusilamiento. Una tarde, en un acto desesperado, Dorrego se abalanzó sobre De la Puente para matarlo, con un cuchillo fabricado con un pedazo de zuncho. Se interpuso en la acción el sub jefe de la cárcel, quien recibió una herida cortante en el rostro. En ese momento, un gendarme disparó su carabina matando a Dorrego en el acto.
A la postre, Abelardo de la Puente se convirtió en el único fusilado en la antigua cárcel que tuvo Punta Arenas. El reo fue ejecutado en diciembre de 1928.
“Vieja Patagonia Ediciones” es un proyecto que busca rescatar antiguas y olvidadas publicaciones realizadas en la Patagonia. Con “El crimen del Cerro de la Cruz” comienza este sueño.