En la jerga periodística se denomina “sabanazo” a los textos extensos, sin aire, con párrafos eternos, que cansan al lector o lectora.
Ejemplos de este tipo de despropósito informativo hay muchos en el mundo profesional en que me muevo desde hace décadas.
El estilo notarial de algunos y algunas está lejos de la siempre necesaria síntesis expositiva, tan bienvenida cuando escasea el tiempo y no tenemos ganas de pegarnos la lata leyendo páginas y páginas de lugares comunes, que en nada contribuyen a lo que se desea expresar.
Pero en otros ámbitos de la vida ciudadana también han aparecido últimamente los sabanazos, como los que este año hemos visto en las diversas elecciones a las que hemos sido convocados para expresar nuestras preferencias.
Ejemplo de ello fueron las papeletas para elegir a los 155 constituyentes encargados de redactar la nueva constitución chilena, cuyas inusuales dimensiones provocaron risotadas de los votantes y desazón entre los compungidos vocales que debían marcar los pliegues para ayudar a los electores.
Es que en este Chile post revuelta, las posturas binarias de las tres décadas de transición a la democracia se diluyeron para dar paso a una multiplicidad de movimientos y partidos que buscan colocar a sus representantes en los cargos de elección popular.
De ahí que con la presentación hace algunos días del exdirigente de los trabajadores del cobre Cristián Cuevas, como carta presidencial de la Lista del Pueblo, por ahora son 28 los postulantes a suceder a Sebastián Piñera, un número exageradamente grande hasta donde yo recuerdo.
Claro, muchos de ellos y ellas no llegarán a ver impresos sus nombres en el “sabanazo presidencial” del 21 de noviembre próximo, puesto que primero deben reunir las más de 33 mil firmas -si son independientes- que exige la ley electoral, trámite que finaliza el 23 de agosto con la recepción en el Servel de los patrocinios.
Este número puede crecer si consideramos que en la consulta ciudadana que realizará Unidad Constituyente el sábado 21de este mes, para definir su carta a La Moneda, se presentan Carlos Maldonado (PR), Yasna Provoste (DC) y Paula Narváez (PS, PPD y Nuevo Trato-PL).
De ese ramillete de flores, solo una florecerá.
Algo similar ocurre en el Partido Progresista, que espera que en los próximos días se resuelva favorablemente el caso judicial que enfrenta Marco Enríquez-Ominami, quien ha competido ya en tres ocasiones por el sillón de jefe de Estado.
De no ser así, en la banca de suplentes del PRO espera su turno para saltar a la cancha el senador y periodista Alejandro Guillier, quien conoce las vicisitudes de estas campañas, pero no se amilana ante la posibilidad de encabezar una nueva aventura presidencial.
Los únicos que ya tienen asegurado su cupo en la línea de partida son el magallánico Gabriel Boric (Apruebo Dignidad) y Sebastián Sichel (Chile Vamos), quienes vencieron en las primarias legales.
Con algo menos de nitidez se visualizan en el horizonte José Antonio Kast (Partido Republicano), Cristián Contreras -más conocido por su nombre artístico Dr. File- (Centro Unido) y el inefable profesor Eduardo Artés (Unión Patriótica).
Más abajo, y rogando porque aparezcan las firmas, una veintena de independientes, entre los que destacan figuras variopintas como Tomás Jocelyn-Holt, protagonista de un mediático y recordado costalazo en bicicleta; José Antonio Gómez Oñate, que juega con la similitud de su nombre con el del abogado radical y exministro de Defensa José Antonio Gómez Urrutia; el empresario Bernardo Javalquinto, el exdirigente de Izquierda Ciudadana Diego Ancalao y un largo y desconocido etcétera.
Lo bueno de este proceso es que hay para todos los gustos.
Lo negativo -y vayan fortaleciendo su paciencia- es que se acerca el “sabanazo presidencial” de noviembre.