Sean Parker, el hombre que inventó casi todo lo que «te gusta»

27 de mayo de 2021

Por Claudio Andrade

Elegante pero fiestero. Suave pero un tiburón para los negocios. Brillante. Hijo del futuro.

De todas estas maneras podría definirse a Sean Parker.

Parker es el ex niño rebelde que comenzó a cambiar el planeta con una loca idea llamada Napster y lo terminó de dar vuelta con otra idea, tan o más loca que la anterior y que ayudó a perfeccionar junto a Mark Zuckerberg, llamada Facebook.

Y, si,  Parker también tiene mucho que ver con Spotify. En 2010 invirtió US$15 en la compañía sueca que hoy tiene unos 217 millones de usuarios activos. Nada mal.

Fue, en definitiva, quien escribió con sangre sobre la lápida de la tumba de la industria musical: «El rey estaba desnudo. Aquí yace el rey”.

Es el hombre del billón de dólares y contando.

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La primera vez que el gran público vio su rostro no era realmente el rostro de Sean Parker sino el de Justin Timberlake, en el filme de David Fincher «La Red Social», la versión no oficial de cómo surgió Facebook.

Justin Timberlake y Jesse Eisenberg en Red Social de David Fincher



La escena que presenta a Parker lo muestra como un joven despreocupado, que recién despierta –quién sabe dónde– después de haber pasado la noche con –quién sabe quién– una chica de la Universidad de Standford de la cual apenas si recuerda el nombre. El diálogo más o menos fue así:

–¿Estudias? –le pregunta ella.

–No, ya dejé eso, soy un emprendedor.

–Suena a como que no haces mucho. ¿Qué emprendiste?

–Humm… un sitio que te permitía compartir tu música.

–Como Napster.

–Exactamente como Napster.

–Pero a Napster la inventó Sean Parker.

–¡Encantado!

–¿Dormí con Sean Parker? Pero eres millonario.

–No exactamente, estoy en la quiebra.

Según el argumento del filme, en esa misma habitación Parker descubrió «TheFacebook» en la computadora de la chica (en realidad lo hizo en el departamento de una novia). No demoró mucho en darse cuenta de que el site, suerte de club pensado para universidades y secundarios, estaba llamado a grandes cosas.

Parker se puso en contacto con Mark Zuckerberg y el resto es más o menos historia conocida.



Años y meses después de la fundación de Napster y Facebook y de estrenada «La Red Social», Parker aseguraba: «Me hubiese gustado que mi vida fuera tan agitada, pero yo soy un geek de Silicon Valley y no hay modelos de Victoria’s Secret en Silicon Valley. De hecho, esto sería tan inusual que si fueses por la calle en San Francisco con una modelo la gente se te echaría a los pies. La parte más frustrante para mí es cuando ese personaje interpretado por Justin Timberlake, que casualmente se llama como yo, le escribe un cheque a Eduardo (con quien todavía sigo en contacto), se lo tira a la cara y hace que lo echen del edificio. Este personaje en la película es moralmente reprobable».

El padre de Parker comenzó a enseñarle programación cuando éste tenía siete años. A los 16 el chico protagonizó una anécdota que bien podría haber inspirado aquel filme de los 80 «Juegos de guerra».

Parker metía habitualmente sus narices en los archivos clasificados de diversas compañías, a las cuales a veces incluso les avisaba sobre la vulnerabilidad de su sistema. Una noche, harto de que el pibe perdiera el sentido del tiempo curioseando archivos ajenos, su padre fue hasta el cuarto de Parker y, en pleno «hackeo», le sacó el teclado de las manos y se lo llevó consigo.

Zuckerberg, Parker y Dustin Moskovitz. New York Times.

Parker persiguió a su padre por las escaleras al grito de «¡Papá, no sabes lo que me estás haciendo!». Y no, el padre no sabía. Parker no alcanzó a hacer el «Log out», es decir no borró su rastro del último paseo informático, y horas después tenía a los señores trajeados del FBI golpeando a su puerta.

Producto de su osadía y de la ilegalidad de sus acciones, Parker fue sentenciado a hacer trabajos comunitarios que lo llevaron a una biblioteca donde confluyó con otros tantos rebeldes. El castigo le permitió conocer a una, en sus propias palabras, «princesa punk rock», con la cual perdió la virginidad.

Así que en cierto modo, en sus propias palabras también, el FBI contribuyó paradójicamente a ampliar su experiencia en el campo sexual. «Fue una increíble ironía cósmica», ha relatado Parker recordando con afecto aquellos años locos.

En 1999 Parker colaboró de modo definitivo en el nacimiento de Napster, una idea emergente de otro pibe llamado Shawn Fanning. Napster cambió la piel y el corazón de la industria discográfica. Por supuesto que la iniciativa de compartir música grabada a partir de discos originales existía desde hacía años, pero Napster llevó las cosas a otro nivel.

De un segundo al siguiente la música fue transferida a un recipiente dúctil y, a partir de ese momento, fue como si la dinamita hubiera sido inventada en la sede misma de los sellos y explotada, toneladas de ella, en su sótano.

Napster, Parker y Fanning terminaron demandados, quebrados y fueron suprimidos del mapa de la industria. Sin embargo, el recurso tecnológico, el espíritu de aquel código escrito por Fanning, como todos sabemos, sobrevivió.

En el 2002 Parker lanzó Plaxo, una idea muy interesante que integraba una agenda on-line con el Microsoft Outlook. Parker dejó la empresa por bien «conocidas» razones desconocidas, o es lo que suele decirse en estos casos cuando una personalidad creativa no encaja con las otras que pusieron el dinero.


Se dice que Sean es un tipo difícil. Le apetecen los extremos. Trabajar intensamente tanto como desaparecer justo cuando lo requieren para una reunión ¡ya mismo en la oficina!.

Parker tampoco se aviene al estereotipo del «genio torturado».

Para las verdaderas luminarias del medioambiente de los negocios en internet, Parker es un genio con todas las letras y se asemeja más a un artista que a un hombre de negocios.

«¿Sabes qué es cool?», le pregunta el Parker interpretado por Justin en «La Red Social» al Zuckerberg de Jesse Eisenberg. Pero Zuckerberg, que aún piensa en forma acotada (digamos en cientos de miles de lo que sea: personas o dólares), no está seguro de la respuesta. «A billon dollars», le asegura Parker.

Al final del cuento la cifra fue mucho más que eso.

En lo que respecta a Parker, ingresó a Facebook (se comenta que fue él quien le quitó el «The») como presidente y el 7% de las acciones. Una situación accionaria que lo dejó con más de 1.000 millones de dólares en el bolsillo.

Parker fue elegantemente despedido de Facebook en el 2005, luego de que se viera envuelto en un confuso episodio con drogas y chicas (una de ellas, pasante de la empresa).

O esa es la leyenda.

Supuestamente a Zuckerberg su conducta le pareció impropia y perjudicial para la compañía y por eso lo expulsó del paraíso digital. Lo cierto es que algunos de los inversores del emprendimiento también hicieron su parte.

Como sea, en 2017 reapareció hablando de Facebook.

«Literalmente cambia tu relación con la sociedad. Probablemente interfiere con la productividad de maneras extrañas. Solo Dios sabe lo que le está haciendo al cerebro de nuestros hijos«, le dijo a The Guardian.

Comnetarios indican que Parker continúa asesorando informalmente a Facebook –»No creo que Sean haya dejado realmente la empresa, él está involucrado de muchas maneras», asegura Peter Thiel uno de sus primeros inversores y miembro del Consejo de Administración– y el mismísimo Zuckerberg dice: «Hay pocas personas tan inteligentes como él».

Y definió «su» obra como «un ciclo de retroalimentación de validación social … exactamente el tipo de cosa que a un hacker como yo se le ocurre, porque estás explotando una vulnerabilidad en la psicología humana».

Desde el 2006 Parker integra el Founders Fund, un fondo de capital de riesgo, en el papel de socio director. Nadie como él para saber cuáles son los proyectos que comenzarán a modelar el futuro en materia de comunicación personal.


«Hablando de una rearquitectura de la sociedad, es la tecnología, no las empresas o el gobierno, la verdadera fuerza motriz detrás de los cambios sociales a gran escala», le dijo Parker el año pasado a la revista «Vanity Fair», en una de las pocas entrevistas a medios «gráficos» y tradicionales que ha concedido en bastante tiempo.

Si se buscan entrevistas públicas a Parker hablando de tecnología uno podrá encontrar abundante material en YouTube.

En el filme de Fincher, Parker es presentado como un joven codicioso y ególatra, pero el Sean Parker de la realidad no es para nada codicioso. Sólo ególatra.

En los comienzos de Facebook él y Zuckerberg se reunieron en Nueva York, pero cuando este último se mudó a Los Ángeles fue él quien le dio cobijó a Parker.

«Dormí en sillones por seis meses. No tenía hogar ni dinero», recuerda, y su novia de entonces lo urgía a conseguir trabajo en ¡Starbucks! Por suerte, Parker no escuchó el consejo.

Ya convertido a la religión Facebook (aunque algunos aseguran que Parker jamás dudó del potencial de la compañía, cosa que si llegó a hacer Zuckerberg) compartió habitación en la «Casa Facebook de Verano» alquilada por Zuckerberg con Dustin Moskovitz, programador y cofundador de la empresa.

Incluso de allí fue expulsado Parker, quien no ahorró esfuerzos en tratar de levantarle la novia a Moskovitz.

«Las cosas se pusieron serias con ella y le di un patada para que se fuera», asegura Moskovitz.

Cuentan también que alguna vez estuvo en Punta del este y quiso organizar una fiesta. Pero la gente pensó que se trataba de Zuckerberg e invadió la casa antes de que arranque la música.

Parker huyó despavorido en un avión privado hacia su país.

Parker es la encarnación de una energía que a veces parece reverberar hasta límites peligrosos.

Los grandes verdaderamente grandes proyectos son el mayor de sus causales, su epifanía digital («Vi que Facebook tenía el potencial de Napster, de otro modo no habría estado interesado»).

Sin embargo hay un motivo ulterior, una razón de sus razones, y éste puede ser su obsesiva necesidad de quedar esculpido sobre la materia más imperecedera de la historia.

«Cuando Parker trabaja en algo, su presencia le agrega un gran valor al proyecto durante el tiempo en que él está involucrado. Además es un tipo muy leal, si realmente lo necesitas él estará», ha dicho Joe Green, ex compañero de Zuckerberg en Harvard y que comparte con Parker un proyecto caritativo de Facebook.

«Creo que la mejor manera de describirme es como un arquetipo de Loki. Como –el concepto del– ‘héroe de las mil caras’ de Joseph Campbell. Soy como Puck. Él no está tratando de causar daño sino más bien de retirar el velo que oculta lo convencional. Esto de ser un rebelde quedó muy claro con Napster. La cuestión era que el emperador –la industria discográfica– no tenía ropa. Todo esto probablemente suena muy pretencioso y narcisista», le confesó Parker a «Vanity Fair».

Como para reforzar su imagen de figura independiente y más allá de lo que opinen los demás, Parker donó 100.000 dólares a una campaña dedicada a legalizar la marihuana en California.

¿Lo último de Sean? La caridad y las ciencias médicas a través del Instituto Parker de Inmunoterapia contra el Cáncer.

La imagen de «Vanity Fair» muestra a un hombre de 30 y tantos (hoy anda por los 41), impecablemente vestido, apoyado en el marco de un departamento cuidadosamente desordenado de Nueva York.

Una de sus manos permanece en el bolsillo del pantalón, la otra, con los dedos extendidos apuntando al suelo. Parece un exitoso business man. El Arcano 23 del Tarot. Cualquier cosa menos un geek o un freak.

O tan freak como puede serlo un dios recién devenido a la Tierra.

(*) Publicado originalmente en «Río Negro».

Escrito por: Claudio Andrade @CatClaudio