Aunque todo parece indicarnos que a fines de 1929 ya se estaban ejecutando reuniones entre los vecinos, con el propósito de buscar soluciones a los problemas que aquejaban al Barrio Prat, la fundación oficial de esta organización de ayuda recíproca, data del 19 de enero de 1931. Su primer directorio quedó conformado por José Vargas, como presidente; Audolio Vargas, vicepresidente; Jorge Marín, tesorero; Augusto Vargas, protesorero; Manuel Uteau, secretario y Heriberto Pozas, prosecretario.
Para dimensionar el papel que le cupo a la Sociedad de Socorros Mutuos de Ambos Sexos (S.S.M.A.S) “Arturo Prat” en el desarrollo y en la evolución económica y sociocultural del Barrio Prat, debemos señalar necesariamente, que su razón de ser y su posterior funcionamiento obedeció –en un momento en que todavía no existían las juntas de vecinos-, a la búsqueda de un local o un domicilio para cobijar a los pobladores del sector, que permitiera encauzar las diversas iniciativas de sus habitantes.
Celebración del primer año de vida, en 1932 de la Sociedad de Socorros Mutuos de Ambos Sexos, «Arturo Prat».
Durante los primeros de años de existencia era común que se organizara con motivo de celebrarse un nuevo aniversario de la institución, tradicionales picnics veraniegos donde asistía gran parte del barrio y sus familias al sector de Río Seco o a la parte alta del río de las Minas.
No podemos soslayar su nombre sin dejar de sorprendernos. A diferencia de lo que ocurría en otras partes de la provincia, en que habitualmente se ocultaba la figura de las mujeres y sólo se ponía énfasis en resaltar lo que efectuaban los hombres, -como era la tónica hasta hace unos pocos años-, en el Barrio Prat adoptaban una significativa determinación de carácter histórico: establecer una institución inédita en su dinámica y funcionamiento, donde hombres y mujeres trabajaran en igualdad de condiciones, sin discriminación de ningún tipo.
El origen de la S.S.M.A.S “Arturo Prat” marca una impronta y señala un derrotero, un código de conducta, en la relación de los vecinos, su respeto por las tradiciones y el empeño para fundar desde la legalidad nuevas agrupaciones en beneficio de su sector. Por ejemplo, cuando los adultos notaron que cientos de niños jugaban a la pelota en todas las calles de un barrio repleto de carencias, falto de pavimentación, escaso de agua potable, con alumbrado eléctrico parcial y deficiente, decidieron juntarse para crear una pequeña liga deportiva que coordinara las competencias en las categorías, infantiles, cadetes, juveniles, adultos y seniors.
No es de extrañar entonces, que en los salones de la mencionada institución, en General del Canto 156 naciera su rama deportiva conocida como Club Prat que con el transcurrir del tiempo se convertiría en el equipo más ganador de la Liga Obrera, luego en campeón de la división de ascenso, para después de varios años lograr su primer campeonato en un torneo de la asociación de Punta Arenas. Posteriormente, alcanzaría el estrellato regional hasta emerger en las primeras décadas del siglo XXI como el conjunto más laureado, con ocho coronas, en el balompié en Magallanes.
La repercusión que provocó en el mundo religioso la visita realizada a la provincia por el sacerdote jesuita Alberto Hurtado Cruchaga, llevó a muchas damas, principalmente católicas, que celebraban los rituales en el santuario María Auxiliadora de don Bosco a reunirse para juntar fondos que permitieran edificar una iglesia en el lugar. De esta manera, en dependencias de la S.S.M.A.S “Arturo Prat” y fruto de varias reuniones entre los pobladores, se constituyó la agrupación pro construcción de la parroquia de Cristo Obrero, que integró la red de iglesias y capillas que conmemoraron el Noveno Congreso Eucarístico Nacional de Magallanes, en 1946.
En sus dependencias, además de brindar atención a sus asociados por medio de su centro social, hubo un salón de eventos y un pequeño gimnasio para la práctica del deporte de los puños. Así se conformó el “Arturo Prat Boxing Club”. Desde su cuadrilátero aparecieron numerosos púgiles, que sobresalieron en distintas categorías y pesos. La rama de boxeo compitió con éxito durante décadas en los tradicionales torneos interbarrios, interciudades e interzonales que anualmente se realizaban en la Patagonia. Un ejemplo de aquello, fue el equipo campeón de la temporada 1951 con Rolando Muñoz, Virgilio Pérez, Daniel Mansilla, Sergio Bahamonde, Arturo Vidal, Gilberto Soto y Aníbal González. Más tarde, en 1957, Alfredo Agüero se titulaba campeón de Magallanes en la categoría gallo.
Ochenta personas, entre hombres y mujeres acudieron al llamado del vecino Esteban Scarpa Covacevic a su salón de honor, para fundar el 28 de septiembre de 1950 la Séptima Compañía de Bomberos Barrio Prat, cuyo primer directorio provisorio quedó establecido por Benigno Pérez Fernández presidente; Germán Monsalve Gómez, secretario; Cecil Rasmussen Bishop tesorero; Abel Vargas Vargas, Antonio Cañón Vega, Alberto Estefó Cárcamo, Alfredo Águila Águila, Antonio Kusic y Armando Tapia, directores.
Durante tres años al menos, los miembros de la nueva agrupación sesionaron en la S.S.M.A.S a la espera de encontrar un local definitivo para instalar los equipos de trabajo. Una de las primeras demostraciones del grupo tuvo lugar, el 21 de mayo de 1953 a raíz de la inauguración de la plaza Esmeralda. Tres meses más tarde, el 22 de agosto de 1953 se oficializaba la compra del ex teatro Prat, en Angamos esquina Avenida España. Se había conseguido el bien raíz esperado. Comenzaba la moderna historia de la Séptima Compañía de Bomberos.