Este es el segundo primero de mayo que nos ha tocado vivir en tiempos muy extraños.
El mundo se paralizó por una pandemia y las economías comenzaron a caer como si fueran palitroques.
Nos rodea un enemigo invisible que es digno de una película de ciencia ficción clase B (me atrevo a decir digno del cine de John Carpenter).
Observamos que los gobiernos, cada vez más, suprimen las libertades individuales y nos convertimos en parte del gran hermano global («1984» de George Orwell).
Todo lo que alguna vez leímos o pudimos ver en el cine se convirtió en cotidiano.
La realidad se transformó en una pesadilla.
Los trabajadores están cada vez más contra la pared. Resulta inaudito que trabajen más de 12 horas en malas condiciones laborales y sanitarias. La precarización es una cruda realidad que hoy es más evidente.
Si el 18 de octubre nos indicó que la mala distribución de la riqueza y las constantes desigualdades salieron a la luz, el Covid 19 desnudó un sistema cada vez más corroído.
Hoy los trabajadores están solos y transitan en un mundo que navega en una tormenta en un océano sin Luna.
Hay muy pocos sindicatos que puedan ayudar y orientar a los obreros, casi no existen.
Hay preguntas que surgen.
¿Qué está pasando con las condiciones de seguridad en el trabajo en Pandemia? ¿Se respetan los protocolos?
En muchos sitios no hay casinos donde puedan comer y las condiciones sanitarias no son aptas para desempeñarse en muchas instalaciones.
También no se está trabajando con protocolos, la toma de PCR no existe.
Nuevamente se conmemora el día del trabajador, con mayor precariedad laboral, menos sindicalización y sobre todo más explotación a las y los trabajadores.
Definitivamente esto no es una película de ciencia ficción esto es la realidad.