Madurez democrática de Chile [Por José Benítez Mosqueira]
En su segunda visita de Estado, el presidente Gabriel Boric se reunió este lunes con el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, su anfitrión en Ottawa.
Luego de descender del avión, el mandatario chileno se dirigió rápidamente a la oficina de su par en el Parlamento. Ahí conoció la experiencia canadiense en su relación con los pueblos originarios y las políticas que se han implementado para controlar la proliferación de armas en manos de particulares, que tanto allá como acá han provocado muertes que pudieron evitarse si hubiese existido mayor control.
En la ocasión, ambos líderes coincidieron en la necesidad de impulsar acuerdos encaminados al desarrollo de sus economías para que estén al servicio de sus pueblos, cuestión sobre la cual el país norteamericano ha dado innumerables muestras de crecimiento equitativo y justo para su población.
El jefe de Estado es acompañado en esta gira por la ministra de Relaciones Exteriores, Antonia Urrejola, y por el ministro de Economía, Nicolás Grau, quien cumple un rol clave para entregar certeza jurídica a los gerentes de empresas canadienses que ya poseen intereses en nuestro país y que escucharon directamente de las autoridades el proceso de cambios que está en marcha.
La cita es de vital interés, dado que Canadá es el segundo país, luego de Estados Unidos, en la lista de naciones que invierten en Chile.
Pero en esta ocasión no todo está circunscrito al ámbito de los negocios e intereses comerciales, puesto que la agenda de catorce horas contempla además un encuentro con parte de la comunidad chilena residente y la participación de Boric en una conferencia sobre medio ambiente con estudiantes, lo que remarca el estilo de cercanía del magallánico con los niños.
Además, este martes la delegación chilena asistirá a una nueva versión de la Cumbre de las Américas, que se realizará en Los Ángeles, Estados Unidos, en medio de la polémica que desató la ausencia de Venezuela, Cuba y Nicaragua, que no fueron invitados, lo cual pone un manto de duda a la apertura democrática del país organizador.
Habrá que esperar el retorno del presidente y sus ministros para analizar con datos concretos si se consiguieron los objetivos de integración y de convencer a la comunidad internacional acerca de los profundos cambios que está implementando este gobierno para dar respuesta a demandas de larga data de la ciudadanía.
En ese sentido, las encuestas indican que la opción Apruebo la nueva Constitución ha ido creciendo, en la medida que la gente se convence de lo necesario que es contar con un instrumento jurídico moderno, que dé forma y oriente la marcha hacia un país más justo para todos y todas.
El presidente se subió al avión con la creciente esperanza que da un 42 por ciento al Apruebo, cuando faltan menos de tres meses para que los ciudadanos y ciudadanas acudamos a las urnas.
Ya en tierra derecha, como dicen los aficionados a la hípica, los grandes bloques de la política chilena han declarado públicamente su adhesión a alguna de las dos opciones.
Por cierto, para nadie resulta sorpresivo el llamado de la derecha a rechazar el proyecto de Carta Fundamental propuesto por los 154 constituyentes mandatados democráticamente por el pueblo soberano para pensar y redactar las bases del Chile que soñamos desde hace tantos años y que la actual Constitución impide que vea la luz.
En la otra vereda, los partidos de gobierno se esfuerzan por entregar señales de unidad y coherencia de propósitos, pese a no compartir la totalidad de lo contenido en la propuesta.
Aun así, me atrevo a decir que llegado el momento, no habrá dos voces al respecto y nuestra sabia ciudadanía ratificará el 4 de septiembre próximo lo que reclamó con fuerza en las calles el 18 de octubre de 2019, cuando iniciamos un camino de democracia y madurez cívica que comenzó a dejar atrás al Chile añejo, autocomplaciente y retrógrado de las últimas décadas.
