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Nuestro Fuerte Bulnes. Primera parte. [Por Víctor Hernández Godoy]

Este domingo 30 de octubre conmemoramos el aniversario N°179 de uno de los acontecimientos más significativos en la historia de la Patagonia. En 1843 después de dieciocho días grandes esfuerzos y de jornadas de enorme trabajo, la tripulación de la goleta “Ancud” inauguraba solemnemente el Fuerte Bulnes.

Cuando los pobladores terminaron de levantar la pequeña ciudadela, no dudaron un instante en denominarle con el nombre del Presidente de la República que había hecho posible la expedición al Estrecho de Magallanes que redundó en la Toma de Posesión para el Estado de Chile de este canal interoceánico y por extensión, de todas las tierras ubicadas hasta el Cabo de Hornos: Manuel Bulnes Prieto.

Es importante destacar este acontecimiento por cuanto procede esclarecer algunos hitos. En primer lugar, los miembros de la goleta “Ancud” durante unos cuarenta días por lo menos, ejercieron la soberanía nacional a bordo de la pequeña nave. Recién el día 12 de octubre, el comandante Williams luego de retornar con la goleta a lo que llamaban “Puerto de San Felipe”, decidió desembarcar con un piquete de artilleros y cuatro marineros provistos de sus hachas, al mando del teniente Manuel González Hidalgo y del piloto Jorge Mabon, para empezar el corte de maderas. Williams había decidido también, construir el fuerte cerca de la colonia que intentó crear Pedro Sarmiento de Gamboa en 1584. La tragedia de sus moradores, perpetuada en la posteridad por escritores e historiadores, transformó aquel lugar en el mítico Puerto del Hambre.

En días precedentes, la “Ancud” hizo varios reconocimientos hacia la boca oriental del estrecho. La presencia de la fragata a vapor “Phaeton” que alcanzó a enarbolar bandera francesa sólo unas cuantas horas más tarde que lo hiciera la “Ancud”, despertó la sospecha del comandante Williams sobre la existencia de un incipiente tráfico marítimo, suposición que se confirmó con la llegada a la bahía del bergantín ballenero francés “Fleuris”, que procedente de África se dirigía a Chiloé. Al capitán de esta nave, señor Flathaway, el comandante de la goleta chilena le compró varias mercaderías como galletas y mantequilla además de remitirle una carta para ser entregada al Intendente de Chiloé Domingo Espiñeira donde se le comunicaba los pormenores de la Toma de Posesión.

En su recorrido por el estrecho de Magallanes, cada cierto tiempo la goleta “Ancud” recalaba en bahías o ensenadas que parecían aptas para establecer un futuro poblado. Es lo que imaginaron al desembarcar en San Gregorio, Oazy Harbour, isla Elizabeth, y Punta Arenas. En cada uno de estos parajes, el naturalista Bernardo Philippi trabó comunicación con decenas de indígenas aonikenk (tehuelches) intercambiando mercaderías, especialmente galletas y tabaco por carne de guanaco. En Punta Arenas, Philippi halló muestras suficientes de carbón de piedra, lo que motivó al naturalista alemán a designar al lugar como el Río del Carbón (hoy Río de las Minas).

La construcción del Fuerte demandó muchos sacrificios personales. En el texto “Diario de la Goleta de Guerra Ancud” de Nicolás Anrique (1901) nos enteramos de las anotaciones que realizaron el comandante Williams y el piloto Mabon sobre las inclemencias del tiempo y los vientos incesantes que continuamente retrasaron e hicieron peligrar la obra. Al respecto, el historiador Armando Braun Menéndez, en su clásico libro “Fuerte Bulnes”, nos describió un momento aciago, histórico y profundamente dramático:

“Así el día 19 (octubre) desembarcaron Williams y Philippi para medir el sitio en que se ubicaría el Fuerte, y señalar los límites del foso que defendería su acceso inmediato. Días después, y como ya hubiese gran acopio de madera preparada, se hizo desembarcar toda la tripulación para emplearla en el acarreo de las vigas desde el monte hasta el emplazamiento de la fortaleza; y en el acto se comenzaron los trabajos de construcción del blocao de dos pisos de vigas superpuestas, que dirigía Philippi hacha en mano. Las faenas del corte y acarreo se hicieron cada vez más pesadas, pues la pobre gente padecía mucho con las espinas y por la carencia de zapatos”.

Diez días más tarde, un feliz acontecimiento apuró la inauguración del Fuerte. En dirección a la bahía se divisó un pequeño bergantín de bandera norteamericana llamado “Sapwing”, comandado por Cristóbal de Lozada. Fue la excusa perfecta que necesitaba Williams para conferirle solemnidad a la ceremonia con testigos neutrales que podían ratificar la Toma de Posesión del Estrecho de Magallanes y territorios adyacentes a nombre del Estado de Chile.

El capitán del “Sapwing” entabló de inmediato una franca y cordial amistad con el comandante de la “Ancud”, incluso ofreció sus servicios para trasladar correspondencia a la isla de Chiloé. De manera que a las seis de la tarde del 30 de octubre de 1843, el comandante Williams luego de hacer bajar a tierra a toda la tripulación de la goleta, junto al capitán Lozada, el naturalista Philippi, y el secretario Mabon se aprestaron a bautizar el Fuerte Bulnes con una salva de veintiún cañonazos. Anrique anota en el Diario de la Goleta:

“A las 6 P.M. estaba todo listo, enarbolé el pabellón nacional de la República al primer disparo i siguió salva jeneral de veintiún cañonazos. Sirviendo de padrinos: Intendente Comandante Jeneral de la provincia de Chiloé, don Domingo Espiñeira, representado por el capitán i dueño del bergantín N.A. Sapwing de Nueva York, don Cristóbal Lozada. Al primer disparo del cañón lo bautizaba en nombre de la República de Chile i lo nombraba Fuerte Bulnes, en el acto rompí una botella de vino chileno sobre la muralla del Fuerte acompañado con los más entusiastas vítores de los presentes. La salva era contestada por el bergantín N.A. Sapwing con igual número de disparos, i más tarde por la goleta Ancud. Hice repartir dos raciones de vino a cada uno i a las 10 h 30 P.M. regresamos a bordo”.