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La lección evidente (Por Claudio Andrade)

Mas del 70% de los votantes en Chile optaron por una figura política que no representa la continuidad del gobierno de Gabriel Boric. La lección es evidente, la sociedad se agotó (y rápido) de la actual administración que dijo ser refundacional para quedar atrapada en una nebulosa de discursos sin trascendencia.

El país no vivió refundaciones en materia de salud, donde miles continúan esperando su turno para atenderse, educación y seguridad. Respecto del vínculo del gobierno de Boric con el sector empresarial siempre ha sido conflicto, difícil o poco fluido. Basta con observar que algunos de los principales empresarios del país apoyaban a Evelyn Matthei o a José Antonio Kast.

 En 2024 se fueron del país un total de US$1.981 millones. Un ejemplo.

A partir de ahora arranca un tiempo de descuento que no oficialmente comenzó con la partida del ministro de Hacienda, Mario Marcel.

El de Boric podrá ser recordado como un gobierno de buenas intensiones y discursos inflamados, pero que muy prontamente perdió el camino. Los problemas de fondo de Chile están identificados desde hace años y ningún gobierno democrático pudo resolverlos del todo. Menos este.

El discurso verde convertido casi en un modelo bélico –para los emprendimientos mineros, salmonicultores, inmobiliarios, de energía — ha llegado para quedarse y nada indica que podrán encontrarse pronto espacios de convivencia entre una versión radicalizada del medioambientalismo, apoyada por fondos extranjeros, y las necesidades de un país que debe avanzar en materia económica.

Observado ya con cierta distancia, la visión de Boric parecía anclada en algún pasado dorado e imaginario. Un teórico país que podría vivir “feliz” de las exportaciones de cobre y litio nacionalizado. Como si eso fuera suficiente. No es casualidad que Chile tenga alrededor de 1 millón de empleados públicos y creciendo.

El Estado se ha convertido en una válvula de regulación del empleo y los salarios de no pocos funcionarios son más altos que lo que recauda un pequeño emprendimiento que le significa a sus propietarios días enteros de trabajo.

Al chileno que propone y emprende lo aguardan una pared de impuestos destinados a sostener el creciente aparato del Estado y de los municipios, de modo directo, pero, claro, en cuestiones de inversión pública poco se ha visto en estos años.

¿Lo que sigue? Veremos si Kast tiene la muñeca y la audacia para hacer los cambios clave que necesita el país. La permisología asfixiante es uno, limitar la influencia de ONGs y organizaciones extranjeras que condicionan desde sus oficinas en el Primer Mundo el desarrollo del país, es otro.

Si ocurre, Chile volverá al progreso. Se extraña.