Por Víctor Hernández.
En los párrafos que siguen, vamos a tratar de explicar uno de los episodios menos conocidos del máximo héroe de nuestra Marina de Guerra. El período que precede a su incorporación y embarque en la Armada, al momento de declararse la contienda bélica con Perú y Bolivia, el 5 de abril de 1879 y de producirse el Combate Naval de Iquique y Punta Gruesa, el 21 de mayo de ese mismo año.
El capítulo al que nos referimos en la vida de Arturo Prat discurre entre el 4 de noviembre de 1878, cuando es notificado para que se presente a la brevedad en Santiago, acudiendo al llamado del presidente de la República, Aníbal Pinto y el 16 de febrero de 1879, cuando retorna a Valparaíso, luego de cumplir una delicada misión para el gobierno chileno en el puerto de Montevideo, Uruguay.
Dejamos en claro, que para realizar este artículo nos basamos en un detallado documento publicado en el número LXXIV de julio-diciembre de 2008, en el Boletín de la Academia Chilena de la Historia. La elaboración de ese trabajo, a cargo del diplomático José Miguel Barros, implicó la revisión de numerosas fuentes de consulta entre historiadores, como Benjamín Vicuña Mackenna, Óscar Espinoza Moraga, Rodrigo Fuenzalida Bade, y Gonzalo Vial Correa, que escribieron de Prat y de su papel como espía en un momento histórico en que Chile se debatía en un complejo escenario geopolítico.
A los problemas descritos con los países vecinos en el norte, se sumaba la creciente tensión con la Confederación Argentina por los extensos e inexplorados territorios de la Patagonia Oriental. En ese álgido contexto, Prat es comisionado como Agente Confidencial por el gobierno de Pinto a la capital uruguaya con el propósito de trasladarse desde allí a Buenos Aires las veces que sean necesarias para observar “los movimientos que se verifiquen en la Escuadra o el ejército (argentino) y que manifiesten ser la consecuencia de propósitos hostiles de su gobierno contra esta República y dará cuenta sin pérdida de tiempo por medio del telégrafo, bien sea desde Montevideo o desde Buenos Aires, empleando al efecto la cifra que se incluye a Ud. en pliego separado y por conducto directo o de nuestro cónsul en la primera de estas ciudades”.
Lo que sabemos, es que Prat se embarcó en el vapor “Valparaíso” el 6 de noviembre con rumbo al sur. El 13 recaló en Lota y el 13 amaneció en Punta Arenas. En la Colonia, Prat sostuvo conversaciones con el gobernador marítimo y con el comandante del buque estación destinado a nuestro puerto, la cañonera “Magallanes”. Aquí estuvo sólo unas horas trasladándose de inmediato a Montevideo, a donde recaló el 18 de noviembre de 1878.
En los documentos reunidos por Barros, se hace énfasis en la presencia de Prat, y de la impresión que genera este abogado en la sociedad uruguaya. A su vez, se reproducen las impresiones de Prat con respecto a nuestros vecinos argentinos:
“En Chile nadie cree en la guerra que se cree infundada y poco menos que imposible. Aquí, (Uruguay) lo mismo que en la República Argentina, nadie duda de que ella vendrá, no sólo como una medida necesaria de política interna sino también como único medio, a falta de títulos, de enseñorearse de ese desierto llamado la Patagonia que con sus depósitos de guano y salitre, a que dan quizá desmesurada importancia, tienta la codicia de los argentinos”.
Del clima político que imperaba en Montevideo, Prat anotó:
“Es acá opinión muy generalizada que bastaría a Chile un bloqueo a Buenos Aires, secundado de grado o por fuerza por esta República Oriental, para reducirlo en términos razonables”.
Estando en Montevideo, Prat se enteró del acuerdo Fierro-Sarratea ocurrido el 6 de diciembre. Su desazón fue enorme, porque interpretó aquel tratado como la entrega, por parte del gobierno chileno de toda la Patagonia. El statu quo provisorio dejaba a la Argentina en jurisdicción de todo el Atlántico y, a Chile, en posesión efectiva del Estrecho.
Prat se mantuvo otros cincuenta días en Montevideo. El 27 de enero de 1879 recibió la orden de volver a Chile. El 9 de febrero lo tenemos de nuevo en Punta Arenas, donde asistió al funeral de un contingente, el teniente 1º Agustín Garrao, que ejercía como capitán de puerto. Como dijimos al comienzo, Prat retornó a Valparaíso el día 16. El 22 remitió al gobierno la mitad del viático que se la había entregado para su estadía en el extranjero.
De allí en más, la historia es conocida. El 5 de abril, Prat es el encargado de notificar en Iquique, el inicio de las hostilidades contra Perú y Bolivia. El 3 de mayo asume el mando de la goleta “Covadonga”. Para ese entonces, el contralmirante Juan Williams Rebolledo daba en secreto, los últimos retoques a su plan de asaltar con gran parte de la Escuadra el puerto de El Callao, ignorando que el “Huáscar” y la “Independencia”, navegaban apegados a la costa, con el objeto de romper el bloqueo de Iquique.
Prat, igual que en Montevideo, quedaba solo en Iquique con unos cuantos cientos de hombres a su mando para enfrentar el ataque. Se iniciaba la leyenda del marino-literato. Se concretaba la pérdida de la Patagonia.