Por Claudio Andrade
Cumplió 21 años el 5 de abril pasado, pero su voz parece haber atravesado océanos de tiempo.
Es la nueva figura de la música argentina. Si alguna vez Soda Stereo, Virus, Fabulosos Cadillacs y GIT protagonizaron la movida rocker trasandina, este es el momento de L Gante y los suyos.
Una troupe de nombres crípticos entre artistas y productores: Dillom, Papu DJ, DT.Bilardo, El Más Ladrón, BZRP, entre muchos otros.
Era un adolescente cuando cayó en sus manos una computadora del programa estatal Conectar Igualdad.
En lugar de cargarle juegos, le subió programas de ritmos y la explosión se hizo cuerpo.
Desde entonces no ha dejado de romper los charts de la Argentina con canciones calientes y cruzadas de puro realista.
L Gante no es un trovador furioso aunque su lírica no le saca el quite a la violencia que cuelga sobre la vida de las nuevas generaciones de jóvenes de los barrios argentinos.
Hay armas, vino tinto, calles, relojes y cadenas doradas, amenazas, advertencias, líneas de cal que dividen grupos y fronteras. Aquí se canta pero no se juega.
También deseo, baile y fiesta eterna.
L Gante asegura que lo suyo es la cumbia. Da para el análisis.
El ritmo de sus canciones es heredera del rap norteamericano y urbano, pero centrifugado en el rapeo barrial, marginal de las poblaciones que están en los extremos y más allá de la Capital Federal.
A esto los artistas le impusieron letras bien actuales que describen sin maquillaje lo que sucede donde el Estado es una palabra extraña. Y detrás, el aroma cumbiero sin discusión, el que desde hace 30 años se desarrolla con una fuerza brutal en los bloques de viviendas la verdadera contracultura nacional y latinoaméricana.
Bienvenidos al nuevo “rock” en español.