Los mejores documentos que certificaron el horror padecido por los presos políticos en los campos de concentración, sobre todo de aquellos que estaban a cargo de la Fuerza Aérea, (Base de Bahía Catalina, Estadio Fiscal), provino de los testimonios de los propios detenidos, plasmados principalmente, en el Informe Verdad y Reconciliación, conocido también como Informe Rettig, en donde se analizó la violación sistemática de los derechos humanos en Chile, desde el 11 de septiembre de 1973 hasta el 11 de marzo de 1990, el cual fue dado a conocer, públicamente a todo el país, el 8 de febrero de 1991.
Sin embargo, en Magallanes existe una literatura específica sobre el tema, que como veremos, fue escrita por destacados autores regionales, recreada desde la ficción, o a través del género histórico y periodístico.
Varios de estos trabajos fueron realizados sin la ayuda del Estado. Tampoco contaron con el apoyo de alguna organización no gubernamental o de derechos humanos. Pero lo más significativo, es que algunas de las iniciativas producidas, o se escribieron en el exilio pensando en Magallanes, o fueron redactadas en las horas más oscuras de la dictadura cívico militar y tanto sus páginas, como sus ideas circularon clandestinamente, tratando de socavar el sistema que las autoridades de facto empezaban a edificar en el mismo momento en que por orden la División de Comunicación Social (Dinacos) desaparecían, de bibliotecas y librerías, cientos de textos declarados como peligrosos o subversivos.
Para que se pueda dimensionar lo que planteamos, citaremos algunos títulos que se remiten a la época que reseñamos. En 2009, el ingeniero comercial de la U. de Chile, Marco Barticevic Sapunar publicó el libro “Esperanza en el Austro. Memorias de prisión política de Magallanes”, en que nos relata su experiencia por varios centros de reclusión y tortura, entre ellos, el Estadio Fiscal de nuestra ciudad. A este recinto, Barticevic nos confiesa que llegó a principios de mayo de 1974.
En su relato, Barticevic asegura que, en diciembre de 1973, la mayoría de los presos ubicados en la base aérea de Bahía Catalina fueron trasladados a la isla Dawson, mientras que la Fuerza Aérea abría el Estadio Fiscal como centro de reclusión para prisioneros considerados en tránsito, “para interrogatorios, a la espera de juicio o de antesala para quedar en libertad”. En la cita que incorpora a pie de página, el autor nos revela que el trato se caracterizó por la “brutalidad y tortura de prisioneros, especialmente en los primeros cuatro meses”.
Después de describirnos detalles del edificio, Barticevic puntualiza que el régimen que le tocó vivir en ese lugar, no era muy severo, comparado con lo que había pasado allí en el verano recién pasado. Algunos guardias, cabos que estudiaban mecánica o electricidad en los cursos vespertinos que ofrecía la sede regional de la U. Técnica del Estado, en ocasiones, recurrían a los presos que oficiaban como profesores. En otra oportunidad, -septiembre de 1974-, familiares de los detenidos consiguieron organizar en las tribunas del estadio, un gran almuerzo tanto para los reclusos como para los centinelas.
A nuestro juicio, otro libro importante sobre el período, es el texto escrito por Danilo Cárdenas Cárcamo “30 años después”, publicado el 2003 precisamente para conmemorar, las tres décadas del golpe de estado. En su trabajo, Cárdenas establece una cronología de los hechos (1970-1973) con el testimonio de sus protagonistas. Con respecto al Estadio Fiscal, recogemos la voz del ex secretario general del Partido Socialista de Magallanes, el ex regidor Hernán Álvarez Navarro, que sostuvo en su declaración, haber inaugurado y cerrado esa prisión. Durante su cautiverio, recordó cómo fue sometido a simulacros de fusilamiento.
Al respecto, Carlos Speake Vidal, entregó un testimonio breve y dramático. Luego de ser detenido por miembros de la FACH fue llevado a Bahía Catalina. “Recuerdo que entre otros estaban mi hermano, el viejo Henríquez y tres soldados de la Fuerza Aérea muy destruidos, todos estaban rapados al cero. De ahí nos golpearon y nos metieron a un contenedor”. Speake recordó con gran precisión, detalles de los torturadores y de los tormentos sufridos por los prisioneros. “La Fuerza Aérea fue salvaje, andaban con el rostro mimetizado y calaveras cruzadas con cuchillos, en sólo ver a estos tipos causaba pánico”. Más adelante, describió su internación al recinto deportivo de la siguiente manera:
“En noviembre me trasladaron al Estadio Fiscal y prácticamente terminamos de construir el estadio y la pista de atletismo, efectuamos muchos trabajos de albañilería”.
Ahora bien. Recordemos que uno de los primeros documentos que testimoniaron las violaciones de los derechos humanos fue el texto poético de Aristóteles España, “Equilibrios e incomunicaciones”, editado a mimeógrafo en 1980, que circuló clandestinamente en Chile y en el extranjero, y que precedió al poemario “Dawson” publicado por la editorial Bruguera en 1985. Ambos trabajos poéticos, fueron reforzados por un texto fundamental: “El sur de la memoria”, libro que Aristóteles España consiguió editar en marzo de 1992.
Uno de los entrevistados, Ricardo Andrade Santana, denunció las salvajes torturas cometidas por agentes de la Fuerza Aérea. Después de recordar que su llegada al Estadio Fiscal ocurrió el 24 de diciembre de 1973 señaló: “La visión que tengo de mi paso por la FACH es dramática. Todos los días quedaba gente herida o maltrecha”.
Un testimonio similar entregó el periodista Carlos Vega Delgado: “Fui parte del grupo que inauguró ese recinto, y cómo éramos trece, nos colocaron Los trece de la muerte, porque el recibimiento y trato que nos dio el personal de la FACH fue brutal”. El propio Vega Delgado publicó en 1994 el volumen de once cuentos, “Estación maldita”, que recrea las injusticias y vejaciones padecidas.