«El periodismo regional es pobre y sesgado», esa fue una de las tantas frases que el ex seremi del Gobierno de Piñera, Ricardo Hernández Cremaschi, se despachó públicamente en redes sociales durante pleno procedimiento policial que terminó con la vida de una persona en Archipiélago de Chiloé. El presidente de Evópoli y actual dirigente del partido de derecha, demostró toda su ignorancia en términos del manejo de medios de comunicación, le faltó el respeto al gremio en general, y dio a conocer lo que se sabe hace tiempo: Si no me gusta lo que se publica, salgo a atacar al mensajero.
Lo de Hernández es peor aún. Cuando era seremi, o cuando fue candidato a concejal (con paupérrimo resultado), buscaba a los medios para que lo entrevisten. Solicitaba migajas de espacios comunicacionales para mostrar su sonrisa y mirada respecto de algún tema. Y los medios, generosos como siempre le fueron entregando ese espacio. Es más, el mismo día de haber tratado de manera prepotente y con superioridad moral a quienes trabajan en radio, televisión ó internet, porque no le gustó la cobertura periodística de lo que estaba ocurriendo, salió dando una entrevista en un medio local. No solo de una incongruencia supina. Si no que además, tratando de relacionar políticamente la tragedia ocurrida en una familia que estaba siendo víctima de un nuevo caso de violencia intrafamiliar, con el Gobierno de turno.
Es tanta la ignorancia que aflora de sus palabras, que seguramente no sabe que la gran mayoría de quienes trabajan en los medios de comunicación en Magallanes, no son periodistas. Y muchos de ellos y ellas hacen la pega de mucho mejor manera que un periodista titulado. De eso no hay duda. Tampoco sabe Hernández, me imagino, que los títulos de las noticias las hace un director o un editor de un medio, menos tiene idea de cómo funciona un diario, una radio, un canal de televisión o incluso una plataforma digital informativa.
Estoy convencido además, que su «valentía» no sería tal si la crítica la hiciera a quienes realmente han sido responsables por años del nivel (a veces bajo) de algunos medios de comunicación. Ellos, los herederos, los hijos que se hicieron cargo de algunos diarios ó radios, y que sin estudio alguno comenzaron a tratar de llevar adelante tradiciones, pero no el ejercicio del periodismo. Es más, con el fin de ahorrar cada vez más, y de priorizar llenar sus bolsillos, fueron pagando cada vez menos a los verdaderos periodistas, reporteros, rifleros, comunicadores o como quieran llamarnos. La calidad de los medios regionales ha estado vinculada históricamente con hacer relaciones públicas, con proteger a los clientes, con favores personales o familiares. Con «cuidar» a los amigos, y con hacer negocios entre ellos… Sin olvidar a la política y su rol preponderante, más todavía en época electoral.
Mucho sería pedirle al ex vocero de Piñera que entienda lo que es un sesgo, cuando es él quien escribe periódicamente en el medio de comunicación más sesgado de la última década en Magallanes. O solicitarle que diga a qué se refiera con pobreza periodística, si jamás ha pasado por un aula donde le hayan enseñado esta maravillosa y apasionante profesión u oficio. Pareciera que eso de que «el amor le ganó al odio» es solo cuando le conviene…
Una falta de respeto, de una ignorancia aterradora.
Y sería pedirle peras al olmo, que Hernández nos cuente qué es un lead informativo, una bajada, un epígrafe, o una crónica interpretativa, o de opinión. Una reunión de pauta, los cierres, o el armado de un medio de comunicación.
El ejemplo que sí nos podría explicar Hernández Cremaschi a los periodistas y comunicadores es cómo hace para tratar de aprovecharse cada vez que algo sucede y no le gusta el cómo se informa. Explicar también, por qué querer ser un oportunista y mezclar peras con manzanas, y de pasada echarle la culpa al periodismo ó a los comunicadores.
La miseria muchas veces está detrás de una sonrisa, pero la ignorancia siempre aflora de quienes intentan mostrar superioridad moral. Y más aún, de los oportunistas que buscan en cada detalle tergiversar las realidades a propia conveniencia. La falta de una base sólida en términos educacionales se nota en actos de esta naturaleza. O tal vez, somos muy ingenuos, y esa falta de educación y comprensión en el caso de la ciudadanía, le juega muy a favor a personas con este tipo de negativo y muy conveniente discurso.